El clima no ayuda para hallar al pescador

Gonzalo Augier, de 27 años, desapareció el mediodía del jueves último, a unos 15 metros del muelle artificial que hay en la zona “Tengo ganas de ir a pescar, hace tiempo que no lo hago”, le dijo a su padre. Ahora lo busca la Policía Lacustre.

TRABAJO INCESANTE. Los buzos de la División Lacustre de la Dirección de Bomberos trabajan en forma denodada para dar con Gonzalo Augier. FOTOS GENTILEZA JAVIER ASTORGA TRABAJO INCESANTE. Los buzos de la División Lacustre de la Dirección de Bomberos trabajan en forma denodada para dar con Gonzalo Augier. FOTOS GENTILEZA JAVIER ASTORGA
04 Enero 2014
“Tengo ganas de ir a pescar”. El deseo se cumplió y Gonzalo Augier junto a un sobrino de 13 años y su padre Juan Carlos partieron el jueves a la mañana de su Santa Lucía natal hacia el Dique La Angostura, en El Mollar. Parecía un día de pesca más, como los que vivió desde su más tierna edad. Pero algo salió mal.

Las agujas del reloj marcaban las 12.45. Según el único testigo, su sobrino, después de una hora de haberse instalado sobre el muelle artificial que hay en el dique, Gonzalo detectó que una boya se había trabado y decidió tirarse al agua para desengancharla. Fueron los últimos 25 metros que nadó y nunca más se supo de él.

¡Gonzalo! ¡Gonzalo! Comenzó a gritar su sobrino. Su padre se plegó a los gritos. Nadie podía entender qué había pasado. Se tiraron al agua. Buscaron. Pero nunca más apareció. De inmediato llamaron a la Policía de la zona, quien se contactó con el jefe de la Policía Lacustre, Mario Herrera. “Hasta la puesta del sol buscamos con dos buzos tácticos pero no logramos dar con el joven”, comentó el jefe policial. Agregó que la búsqueda durante todo el día de ayer se complicó porque estaba lloviendo en la zona y el agua del dique estaba muy fría. A su vez, Herrera detalló que por esta situación climática, los buzos tenían visión hasta los tres metros. “Luego es imposible la visibilidad”, dijo.

Conjeturas

La experiencia llevó a comentar a Herrera que son varias las causas que derivan en un deceso cuando una persona está nadando en este tipo de aguas. “A pesar de lo que muchos creen, en verano las aguas de este dique son muy frías. Puede haber sufrido algún tipo de calambre abdominal o de una lipotimia (desvanecimiento)”, se animó a predecir el funcionario policial.

A su vez, los baquianos del lugar y conocedores del lago comentaron que a los pocos metros y hasta las zonas más profundas, que en algunos sitios llegan a los 20 metros, hay mucha vegetación, ramas de árboles y piedras. Esta situación fue corroborada por Herrera, quien agregó: “existe una capa de unos 20 centímetros de barro que también entorpece el ascenso”. El Director de Bomberos, comisario Néstor Osores, también se hizo presente en el lugar ayer a la tarde. El oficial comentó los pasos que instrumentan cuando ocurre este tipo de desaparición.

“Hay que tratar de ubicar el lugar donde se hundió. A partir de este punto se hace un rastrillaje hacia la derecha e izquierda con grampines (ganchos)”, especificó. Esta maniobra se complementa con los equipos de buzos. “Siempre ingresa un buzo y el otro lo cuida”, indicó Osores.

El futuro en Córdoba

“Él estaba trabajando en Córdoba desde hace cinco o seis meses. Vino a pasar las Fiestas y quería ir a pescar, lo volvía loco, era su cable a tierra”. Estas palabras pertenecen a Julio Augier, tío de Gonzalo,

“El trabaja de herrero en la empresa Pastorino Seguridad de Córdoba. Se fue hace unos cinco meses con su hermano Cristian Fabián. Había venido para las Fiestas y volvía el sábado (por hoy) porque tenía que trabajar. El estaba en concubinato y tenía dos hijos, uno de un año y otro de seis”, explicó.

“Le encantaba pescar. Era su hobby. Era un buen muchacho, muy trabajador. Esto nos trae una angustia muy grande porque todavía no lo podemos encontrar. Estamos muy agradecidos de todos porque nos están ayudando mucho, tanto la policía como los vecinos”, esgrimió con una voz entrecortada mezcla de emoción y sufrimiento.

“El había llegado al mediodía (del jueves) junto a su padre, Juan Carlos Augier y un sobrino de 13 años. Estaban en el muelle y en un momento dado, Juan Carlos se alejó y él quedó con el jovencito. Ahí es cuando se tira al agua para desenganchar una boya. Nunca más se lo vio. La esperanza es lo último que se pierde”, dijo el hombre con voz acongojada, como tratando de impedir que las lágrimas terminarán por aflorar.

Esperanza

La búsqueda se suspendió pasadas las 20 de ayer, cuando ya no quedó la luz natural. “Esperamos retomar mañana (por hoy) la búsqueda”, se limitó a decir Herrera.

Ni el frío ni la lluvia ni la angustia lograron que los familiares de Gonzalo se alejaran del lugar. Ellos esperan, rezan, sufren y viven horas de tensión.

“La esperanza es lo último que se pierde”, repitió su tío, aferrado a la ilusión. Y a un milagro.

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