En cinco días, Tucumán anuncia la llegada del Dakar. Un trabajo de meses, que incluyó gestiones en distintos niveles, reuniones, decisiones, tramitaciones, nervios, viajes, promociones, desplazamientos, planificación, logística, armado de estructuras, recorridas, inspecciones, compromisos, inversiones, ideas. Un desafío deportivo que implica a su vez un desafío turístico, cultural, económico, en definitiva una fuerte apuesta social. Un espectáculo que miles de espectadores esperan con ansiedad desde hace tiempo. Pero las horas previas a la llegada de la caravana también tienen la incertidumbre de lo por venir, protesta gremial estatal mediante. La amenaza de cortes de ruta llevó a Racedo Aragón, titular del Ente de Turismo, a escribir en su cuenta de Twitter: “...ojalá reine el sentido común y no se opaque esta fiesta, que traerá más ingresos para Tucumán”. Hay un Dakar que viene. Y otro que aquí se vive y cuyos resultados son, por ahora, inciertos.

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