“Los saqueos expresaron la marginalidad y la segmentación de la sociedad”

Por Héctor Caldelari.

09 Enero 2014
Más allá de la huelga policial -la actitud de la Policía dio oportunidad para el surgimiento de “zonas liberadas”, que avanzaron en algunos casos hacia la promoción y a la organización de “grupos de tareas”, los saqueos fueron una expresión en mayor escala de la marginalidad y segmentación que caracteriza a nuestra sociedad. A diferencia de situaciones similares anteriores (1989, 2001), no hubo en este caso ni una crisis económica profunda ni señales del final de un ciclo político que enmarcaran los sucesos. Pese a la importante cantidad de muertos, hasta donde yo sé no se cuestionó -salvo en Tucumán, con posterioridad a los hechos y no por parte de sus actores principales- la continuidad del Gobierno ni se extendió un reclamo del tipo del “que se vayan todos”. La actuación de la Policía de Tucumán en la represión de quienes se manifestaron contra el Gobierno provincial luego de la firma del acuerdo salarial muestra claramente su oposición a que su actitud fuera interpretada como oportunidad para promover ningún cambio político. Surgieron, creo que por primera vez de modo extendido, formas de autodefensa para la protección de propiedades y barrios populares y de clase media, que no estuvieron a cargo de cuerpos policiales privados como los que usualmente, aun en situaciones de normalidad, protegen a grandes establecimientos industriales y comerciales y a barrios privados. Vecinos armados de garrotes, machetes y armas de fuego se concentraron en barricadas y bloqueos dispuestos a enfrentar a saqueadores, o a quienes parecieran sospechosos de serlo. ¿Indica este último hecho posibilidad del predominio de “órdenes parciales” que abarcan sólo a grupos restringidos, con prescindencia y aun en contra de colectivos más amplios, por no mencionar ya al conjunto de la sociedad, que pueden dar lugar a enfrentamientos sobre la base de simples dudas y sospechas? La experiencia de estos días, con el señalamiento de numerosas agresiones y palizas por el delito de “portación de cara” indicaría que es un tema al cual los organismos del Estado deberían prestar especial atención.

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