José Alperovich será candidato a senador nacional en 2015. No se trata de una especulación, sino de los comentarios que el propio gobernador realizó en las últimas semanas a sus más estrechos colaboradores. A diferencia de Cristina Kirchner, que ya declinó en público cualquier postulación para su futuro inmediato, el mandatario parece decidido a optar por la Cámara Alta, convertida en una suerte de fazenda para desintoxicar a ex gobernadores.

Poco a poco los alperovichistas van asumiendo que la reforma de la Constitución es un absurdo. Las palabras del titular del Ejecutivo vienen a corroborar esa sensación de adiós que, tras las elecciones del año pasado y la crisis social producida por los saqueos, percibían en el gabinete. Los últimos días de 2013 y los primeros de 2014 presentan a un gobernador en su mayor estado de debilidad política e institucional.

Alperovich duda hasta de las cuestiones menos relevantes y en política pasa lo mismo que en la selva: los animales atacan cuando huelen sangre. El gobernador transmite inseguridad a sus funcionarios. La pulseada con los estatales lo demuestra. Amagó con ponerse firme, no bajó instrucciones claras a su entorno y al final cedió. Pero la interna entre Jorge Gassenbauer, Osvaldo Jaldo y Edmundo Jiménez casi le trunca el acuerdo. El tranqueño y Gassenbauer le habían armado a Jiménez durante su ausencia una reunión con los gremialistas más cercanos a ellos (municipales del interior y la CCC), pero no con los dirigentes de mejor diálogo con “Pirincho” (ATE, ATEP y ATSA).

La confusión del mandatario permite que impere la anarquía entre legisladores y concejales. Dentro del bloque en la Cámara ya se sublevaron los massistas y las críticas de este sector no apuntan sólo al kirchnerismo, sino también al Gobierno tucumano. En el Concejo, el bloque de amayistas y alperovichistas -que se reivindica kirchnerista- es presidido por Esteban Dumit, un edil bautizado anoche en la primera misa de fieles de Sergio Massa. La crisis de identidad que padece el oficialismo es tal que ningún alperovichista alza la voz, pese a que hasta hace un par de meses ese libertinaje habría bastado para desatar una feroz interna.

El varieté que ofrece el alperovichismo no bajará el telón. El nefasto cierre de año obligó a repensar al mandatario, que ya no se muestra tan seguro de garantizar la continuidad de su proyecto mediante la figura de Juan Manzur. Por eso, lógicamente, ninguno de los suyos apunta los dardos al intendente Domingo Amaya. Nadie les garantiza que, en un tiempo no muy lejano, deban sudar por el jefe municipal tal como lo hicieron en 2013 por el ministro de Salud de la Nación. Alperovich sabe que, para mantener de su lado a legisladores, concejales e intendentes, deberá ofrecerles la opción que mayores posibilidades de permanencia en el poder les brinde. En una legislativa nacional hay margen para ensayar candidatos, pero en 2015 los que pondrán en juego su “cuero” serán los que le exigirán garantías.

El silencio de la política contrasta con el bullicio de la rocola universitaria. La carrera rectoral no se frenó por el verano y el cerisolismo-bardonismo, a como dé lugar, trata de sumar a Mateo Martínez para hacerle un futbolístico “2-1” al saquista Eduardo Coletti. En un período electoral, todo se mide en términos de premios y castigos. Así se interpreta que José Hugo Saab haya escogido enero para quitarle por los diarios la sede de Muñecas 436 al decano de Derecho, José Luis Vázquez, y cedérsela recién en marzo al EPAM. El abogado está en la trinchera de Coletti. El legislador y director de YMAD por la UNT, Fernando Valdez, tomó vacaciones como parlamentario, pero no como universitario. En la Cámara asumirá el 1 de marzo, pero como operador de Coletti se reintegrará este mes. Es que la ruleta de la política comenzará a girar cuando se desperece 2014, pero la kermés de la UNT gritará “no va más” en breve.

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