12 Enero 2014
LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
Es jueves a la siesta y hace mucho calor. A una cuadra de la plaza de Aguilares, hay una puerta amarilla sin más indicios que un cartel de venta de cosméticos. Y del otro lado, una persona que da pelea a la cerradura para poder abrirla. Esa persona es Pedro Hugo Balceda. Sonríe. Nos hace pasar al comedor de su casa, un pequeño departamento que alquila hace pocos meses. Se sienta en la mesa. Alrededor hay muebles amontonados y un ventilador que se esfuerza para tirar un poco de aire.
Se presenta: tiene 54 años, está casado con Ana María y es padre de dos hijos; uno solo vive, Kevin (24 años). Tuvo una nena hace 25 años. Pero murió al nacer. “Fue algo muy doloroso”, dice. Se define como un idealista. Cuenta que empezó a militar en la política a los 13 años.
Viste una camisa a cuadros y un pantalón gris. Le pide a su esposa que traiga agua fresca. Parece ser un hombre tranquilo. Pero su vida ha cambiado radicalmente desde que decidió denunciar públicamente la relación entre las drogas y el poder, en enero de 2009. Recibió varias amenazas. Un día, hace cuatro años, estaba durmiendo en su casa cuando sintió algo raro: un escalofrío, un tirón de pecho, un dolor seco. Se quedó quieto y escuchó cómo las balas impactaban sobre el frente de su vivienda. También lo persiguieron los disparos en la ruta. Otra vez, frente al hospital Padilla, alguien se acercó, le puso un arma en la cabeza y le advirtió: “dejá de joder con el tema de la droga”.
Esos sucesos lo obligaron a vivir custodiado un largo tiempo y a cambiar tres veces el número de teléfono de su casa para que cesaran las amenazas. Además, adoptó la costumbre de dormir con un arma en la mesa de luz. Muchas cosas han cambiado en la vida de este ex legislador peronista.
Después de quedar aislado del alperovichismo, ahora busca un nuevo espacio en el Acuerdo Cívico y Social que encabeza el radical José Cano. En noviembre, cuando la Iglesia advirtió sobre el avance del narcotráfico en el país y denunció que a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y corrupción de algunos dirigentes, Balceda no se sorprendió.
- ¿Siempre se interesó por el tema de las drogas?
- Siempre trabajé en la parte social del peronismo. Desde ahí pude ver cómo se fue transformando el escenario de las drogas en la provincia. Después de la crisis de 2001, la cosa se agravó mucho porque ingresó el residual de la cocaína y aparecieron las cocinas urbanas. Desde mis inicios como legislador (en 2007 accedió a la Cámara en reemplazo de Roberto Castro y luego fue electo nuevamente por el sector oeste), presenté proyectos para combatir el narcotráfico. Pero nadie me apoyaba. Me sentía impotente. El tema droga era un tabú del que nadie quería hablar. Hasta que ocurrió la muerte de un joven en La Costanera, en la Navidad de 2008. Me di cuenta que de nada me servía ser legislador si no tenía la valentía de denunciar lo que estaba pasando. Y me sentí en total soledad. Tuve que renunciar al bloque y soportar amenazas de muerte. Hoy los jueces, la Iglesia, me dan la razón: todos reconocen que es imposible que los narcotraficantes se instalen en el país, en un barrio, sin el visto bueno de funcionarios.
- ¿Dieron algunos resultados las denuncias que hizo?
- Por suerte, sí. No todas las necesarias, por supuesto. Del listado de dealers y transas que pude armar gracias al aporte de vecinos y madres, se detuvieron 160 vendedores de drogas. No fue suficiente. La situación está cada vez peor porque falta una política seria. Logramos también sacar la ley de prevención y asistencia de las adicciones y lucha contra el narcotráfico. Pero todavía hoy sigue sin aplicarse porque no fue reglamentada correctamente.
- ¿Algo empeoró desde 2009?
- Junto a los transas y dealers que venden para subsistir vemos muy involucrada la corrupción policial. Tucumán ya no es una simple provincia por donde pasa y se consume droga. La provincia ya se está “cartelizando”. Esto ocurre cuando hay complicidad entre policías, narcos y políticos, un sistema que incluye liberación de zonas. Hay muchas denuncias al respecto. Prueba de esto es la reciente detención de una narcopolicía. Y no veo por parte del Gobierno la decisión de atacar con firmeza esta problemática. En el interior, la situación de consumo y venta de drogas se agravó y esto genera violencia y delitos. En Aguilares, por ejemplo, se tuvieron que suspender corsos y un festival de la zafra a raíz de la violencia.
- ¿Qué hace hoy Balceda?
- Hace cuatro meses dejé mi trabajo en la Legislatura después de muchos años. Fue después de pasarme al Acuerdo Cívico y Social. Ahora, tengo un empleo en una inmobiliaria en San Miguel de Tucumán. Gano comisiones. Me ayuda mi esposa, que es representante de una firma de cosméticos. Tengo una gran deuda con mi familia: nunca pude darle una casa.
Se presenta: tiene 54 años, está casado con Ana María y es padre de dos hijos; uno solo vive, Kevin (24 años). Tuvo una nena hace 25 años. Pero murió al nacer. “Fue algo muy doloroso”, dice. Se define como un idealista. Cuenta que empezó a militar en la política a los 13 años.
Viste una camisa a cuadros y un pantalón gris. Le pide a su esposa que traiga agua fresca. Parece ser un hombre tranquilo. Pero su vida ha cambiado radicalmente desde que decidió denunciar públicamente la relación entre las drogas y el poder, en enero de 2009. Recibió varias amenazas. Un día, hace cuatro años, estaba durmiendo en su casa cuando sintió algo raro: un escalofrío, un tirón de pecho, un dolor seco. Se quedó quieto y escuchó cómo las balas impactaban sobre el frente de su vivienda. También lo persiguieron los disparos en la ruta. Otra vez, frente al hospital Padilla, alguien se acercó, le puso un arma en la cabeza y le advirtió: “dejá de joder con el tema de la droga”.
Esos sucesos lo obligaron a vivir custodiado un largo tiempo y a cambiar tres veces el número de teléfono de su casa para que cesaran las amenazas. Además, adoptó la costumbre de dormir con un arma en la mesa de luz. Muchas cosas han cambiado en la vida de este ex legislador peronista.
Después de quedar aislado del alperovichismo, ahora busca un nuevo espacio en el Acuerdo Cívico y Social que encabeza el radical José Cano. En noviembre, cuando la Iglesia advirtió sobre el avance del narcotráfico en el país y denunció que a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y corrupción de algunos dirigentes, Balceda no se sorprendió.
- ¿Siempre se interesó por el tema de las drogas?
- Siempre trabajé en la parte social del peronismo. Desde ahí pude ver cómo se fue transformando el escenario de las drogas en la provincia. Después de la crisis de 2001, la cosa se agravó mucho porque ingresó el residual de la cocaína y aparecieron las cocinas urbanas. Desde mis inicios como legislador (en 2007 accedió a la Cámara en reemplazo de Roberto Castro y luego fue electo nuevamente por el sector oeste), presenté proyectos para combatir el narcotráfico. Pero nadie me apoyaba. Me sentía impotente. El tema droga era un tabú del que nadie quería hablar. Hasta que ocurrió la muerte de un joven en La Costanera, en la Navidad de 2008. Me di cuenta que de nada me servía ser legislador si no tenía la valentía de denunciar lo que estaba pasando. Y me sentí en total soledad. Tuve que renunciar al bloque y soportar amenazas de muerte. Hoy los jueces, la Iglesia, me dan la razón: todos reconocen que es imposible que los narcotraficantes se instalen en el país, en un barrio, sin el visto bueno de funcionarios.
- ¿Dieron algunos resultados las denuncias que hizo?
- Por suerte, sí. No todas las necesarias, por supuesto. Del listado de dealers y transas que pude armar gracias al aporte de vecinos y madres, se detuvieron 160 vendedores de drogas. No fue suficiente. La situación está cada vez peor porque falta una política seria. Logramos también sacar la ley de prevención y asistencia de las adicciones y lucha contra el narcotráfico. Pero todavía hoy sigue sin aplicarse porque no fue reglamentada correctamente.
- ¿Algo empeoró desde 2009?
- Junto a los transas y dealers que venden para subsistir vemos muy involucrada la corrupción policial. Tucumán ya no es una simple provincia por donde pasa y se consume droga. La provincia ya se está “cartelizando”. Esto ocurre cuando hay complicidad entre policías, narcos y políticos, un sistema que incluye liberación de zonas. Hay muchas denuncias al respecto. Prueba de esto es la reciente detención de una narcopolicía. Y no veo por parte del Gobierno la decisión de atacar con firmeza esta problemática. En el interior, la situación de consumo y venta de drogas se agravó y esto genera violencia y delitos. En Aguilares, por ejemplo, se tuvieron que suspender corsos y un festival de la zafra a raíz de la violencia.
- ¿Qué hace hoy Balceda?
- Hace cuatro meses dejé mi trabajo en la Legislatura después de muchos años. Fue después de pasarme al Acuerdo Cívico y Social. Ahora, tengo un empleo en una inmobiliaria en San Miguel de Tucumán. Gano comisiones. Me ayuda mi esposa, que es representante de una firma de cosméticos. Tengo una gran deuda con mi familia: nunca pude darle una casa.
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular