La tarea cultural oficial debe ser abarcadora

21 Febrero 2014
El lunes último, publicamos un largo reportaje al titular del Ente Cultural de Tucumán. En la conversación con el periodista, el funcionario expuso sus puntos de vista sobre la tarea que desarrolla, habló de los problemas que afronta y dijo algo respecto de planes para el futuro inmediato.

Mentó, por ejemplo, las dificultades que le presenta lograr una buena coordinación con otros entes estatales, y dio su punto de vista sobre las polémicas respecto del destino de la Sala Caviglia. Sostuvo que la cultura debe generar fuentes de trabajo, por su incidencia positiva sobre el PBI.

Formuló algunos anuncios: reiterar, con la Nación, el Mercado de la Industria Cultural; llevar a cabo otra vez el Mayo de las Letras; montar espectáculos musicales nuevos en el Teatro San Martín (donde se abrirá un bar y se están realizando arreglos); organizar con el NOA un concurso folclórico; animar una “fortificación de lo comunitario”, con talleres barriales, por ejemplo. Manifestó que gestiona una ley de fomento a la actividad cinematográfica local, y que cree que este año habrá concursos para los cuerpos estables.

Aunque se trató de un reportaje y no de la exposición de un programa de actividades para el año que acaba de empezar, se puede advertir que lo declarado puso desde ya un franco acento en lo que tiene que ver con el espectáculo en general. Esto mientras no figuró, entre los puntos tocados por el funcionario, mención alguna al área del patrimonio de edificios valiosos de Tucumán.

Casi no valdría la pena recordar que las tareas de la cultura son algo que va bastante más allá de las expresiones que se desarrollan sobre un escenario.

El patrimonio no es un asunto menor. El Estado es responsable de que sea protegido, no sólo de las demoliciones sino también del deterioro y de la mala utilización. Se trata de una tarea que debe figurar en toda programación cultural, por lo menos en el mismo nivel de importancia que lo atinente a los espectáculos.

En incontables ocasiones, desde esta columna hemos señalado casos concretos en los en que el patrimonio se encuentra en situación de riesgo. No se advierte que exista una estrategia dirigida a esa área. Es decir, se ignora qué porcentaje del monto de 85.5 millones de pesos del presupuesto cultural, se destinarán al referido propósito. Es sabido que, sin dinero, no puede afrontarse ninguna acción efectiva.

Tampoco figura, en las declaraciones de referencia, que se tenga planificada alguna mejora o novedad respecto a la tarea que se desarrolla en la media docena de museos que están a cargo del Ente. Solamente se dice de ellos que “algunos edificios tienen su vejez y requieren un cuidado especial”.

Días pasados, una carta de lector subrayó otras omisiones. Entre ellas, la atinente al Consejo Provincial de Cultura, destinado a incluir al interior de la provincia entre los beneficiarios de la tarea del organismo. El mismo lector señaló el silencio sobre el Ballet Folklórico, de reciente creación, y sostuvo la conveniencia de llamar a concurso para designar el responsable del nuevo e importante Centro Cultural “Mercedes Sosa”, que funcionará en el ex cine Plaza.

Nadie se atrevería a pensar que sea empresa sencilla manejar el área de Cultura, más en tiempos de crisis como los que se viven. Pero nos parece que el enfoque que se adopte debe tener una amplitud que atienda todas las áreas, sin que ninguna quede postergada en beneficio de otras.

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