"Gobernar no es construir relatos", afirma Macri

El jefe de Gobierno porteño visitó nuestra provincia para charlar con vecinos, dirigentes, empresarios y deportistas; descartó alianzas.

CON JULIANA. Macri, en una cafetería tradicional de Tafí del Valle. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ CON JULIANA. Macri, en una cafetería tradicional de Tafí del Valle. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
23 Febrero 2014

El Blanquito, la cafetería más célebre de La Quebradita, está alterada por la presencia de Mauricio Macri y Juliana Awada. Con el jefe de Gobierno porteño y su esposa llegan los militantes del PRO y las promotoras vestidas de amarillo, color que identifica al partido.

Rápidamente Macri se mimetiza con los tucumanos. Saluda y se muestra amable con dirigentes y tertulianos. La comitiva que lo acompaña considera que el ex presidente de Boca genera grandes pasiones en todas partes, y atribuye el fenómeno a un perfil que combina el fútbol, la farándula y la política.

En el norte, el líder del PRO hace campaña para 2015. Viene de visitar vecinos en Amaicha del Valle y se propone entrar en otras casas de familia. Además, tiene previsto conversar con figuras del deporte, la academia y la empresa a las que pretende sumar al partido. “Hasta las próximas elecciones, voy a dedicar cada fin de semana a recorrer el país”, informa a LA GACETA. Asegura que el proselitismo no supondrá descuidar la gestión de la Ciudad de Buenos Aires porque tiene el apoyo de un equipo sólido.

En Tafí, Macri se declara fanático de El Blanquito. “Es la cuarta o quinta vez que vengo”, precisa con entusiasmo este sábado nublado mientras hinca el diente a una generosa porción de torta de capitas con abundante merengue y dulce de leche. En el medio, la gente se para y le pide una foto. Él posa y luego vuelve a concentrarse en el tenedor. Con un gesto de la mano, Macri rechaza la propuesta de posponer la entrevista cinco minutos, y se dispone a comer entre pregunta y pregunta.

-Entonces, ¿usted quiere ser candidato a presidente?

-... (Asiente con la cabeza).

-¿De verdad? Una vez dijo que competía para la Casa Rosada y luego se bajó.

-Es verdad. Pero esta vez, sí (me postularé).

-¿Y por qué ahora sí y antes no?

-Porque tengo suficientes preparación y aprendizaje. Porque hemos crecido como espacio. Hoy sentimos que tenemos algo para aportar al país...

-¿Su candidatura es un proyecto personal o un deseo de romper con la hegemonía kirchnerista?

-Como este pedazo y contesto... Justamente lo que llamamos tercera vía es mucho más que una propuesta política. Es otra forma de hacer política; otra forma de convivencia, y de relación entre gobernantes y gobernados, fundada en la escucha; en la rendición de cuentas; en que hay que servir y no servirse del Estado; en que hay que armar equipos de trabajo y salir del personalismo. Creo que las cosas se consiguen en grupo: así lo hice en la actividad privada, en Boca y en la administración de la Ciudad de Buenos Aires. Quiero construir un equipo que sea capaz de llevar adelante un plan diseñado en función de las necesidades de la población y no de un relato. No concibo que, para defender un relato, haya que sacrificar la felicidad de la gente, que es lo que pasó en los últimos años en Argentina.

-¿Puede llegar a concretar estas ideas sin hacer una alianza con la oposición?

-Aquí hay dirigentes que en los últimos 30 años ya gobernaron: tuvieron su oportunidad y no alcanzó. Nosotros creemos que, para producir un cambio, hay que buscar gente distinta con valores distintos. No es suficiente con cambiar dos nombres y que los demás sigan siendo los mismos de siempre. Con todo el respeto del mundo, y rescatando los valores de justicia social del peronismo y de república del radicalismo, hace falta otra gente que entienda que gobernar es gestionar y resolver problemas reales. Gobernar no es construir relatos, sino devolver derechos y, más importante aún, dignidad. Hay que entender que la dignidad va de la mano de la libertad: mi sueño es que los argentinos sean libres para educarse y para elegir un trabajo, sin las limitaciones que el Gobierno ha generado.

-Elisa Carrió, que antes era muy intransigente, dio a entender que podría haber un acercamiento con el PRO. ¿Ya es tarde para usted?

-Quiero ser muy respetuoso porque en este espacio creemos en la necesidad de crear consensos y generar políticas de Estado. Por más que ganemos las elecciones, al día siguiente queremos trabajar con todo el arco político para sumar esfuerzos y reducir el nivel de confrontación que vive el país. Insisto en devolver a la Argentina al mundo, en reconstruir el Estado para el trabajo de la inclusión, en resolver el problema de la pobreza y en no perder la energía en enfrentamientos inútiles. Estas son nuestras convicciones y estamos dispuestos a recibir a quienes coincidan con ellas. Por ello en el ámbito frentista de Unión PRO hay radicales, peronistas y dirigentes de centro, pero el núcleo es gente que nunca había hecho política.

Reitero la invitación a quienes quieran sumarse al partido compartiendo nuestros valores.

-¿Eso significa que en Tucumán el PRO seguirá sin hacer alianzas con otras fuerzas opositoras?

-Mi posición vale para esta provincia. “Tito” (el legislador Alberto

Colombres Garmendia) y Paul (Bleckwedel) son dos caras visibles de este compromiso, compromiso que espero que crezca en el próximo año y medio. Yo tengo mucha esperanza porque ha habido manifestaciones multitudinarias en Tucumán y en el resto del país a favor de la institucionalidad y del futuro, cosa que demuestra que hay una Argentina que está despertándose. Esa clase media y media-baja silenciosa empezó a moverse y a decir basta. Espero que esa gente dé un paso hacia la política. Esto está ocurriendo ya mismo: lo vemos en el crecimiento del partido. Estamos empezando a entender que solamente con mejores políticos vamos a tener una mejor sociedad.

-¿Qué opinión tiene del gobernador José Alperovich?

-Es un oportunista más. Durante estos diez años le vino bien ser kirchnerista y lo fue. Alperovich cree en el personalismo y, para ello, reformó la Constitución de su provincia. En definitiva, representa una visión de las cosas opuesta a la nuestra. Nosotros creemos en los ciclos y en la renovación: hay que dejar que otros continúen la tarea empezada.

-Usted está recorriendo el norte y tomando contacto con una realidad muy distinta a la de Buenos Aires. Si llega a la presidencia, ¿qué hará para corregir las asimetrías de este país formalmente federal?

-Salta y Tucumán son dos provincias que tienen muchísimo para aportar a la Argentina que viene. Es enorme el potencial de esta región con el turismo, con la minería sustentable, con la agricultura... Pero necesita de una Argentina integrada, con conexión al Pacífico, y una estructura de logística y transporte que funcione. Si desarrollamos el potencial de las regiones, equilibraremos el país. Este es el viejo sueño de los próceres Sarmiento y Alberdi.

-¿Usted promovería la sanción de una Ley de Coparticipación?

-Bueno, eso es algo pendiente desde hace mucho tiempo... Lo importante es que los recursos estén lo más cerca de la gente porque así es posible controlarlos mejor. El plan de infraestructura nacional que tenemos que construir debe procurar que los productos generados por cada una de las regiones lleguen al mundo en las mejores condiciones posibles.

-¿Qué propone para contener la inflación?

-La inflación de dos dígitos dejó de ser un problema para la humanidad. Hay sólo cinco países que no consiguen librarse de esa complicación. Entonces, la solución no debe ser tan difícil. Lo que pasa es que la inflación es la demostración cabal de que un Gobierno no sabe administrar. En mi Gobierno, la inflación no va a ser un problema: nosotros nos vamos a ocupar de la agenda de problemas reales.

-Los kirchneristas dicen que usted es vago...

-Esa es una de las tantas agresiones que he tenido que aguantar por meterme en un sector al que no pertenecía, porque yo venía del fútbol y de la empresa, y hay muchos políticos que se enojaron. He tenido que aprender a lidiar con las agresiones...

-Entonces, ¿es o no es vago?

-Y, no sé... Si lo mío es la vagancia, entonces tuve demasiada suerte. Yo no concibo que los objetivos se logren sin trabajo.

-¿Es usted un tilingo?

-No, la verdad que no. Es más, me he transformado en un tipo bastante distante del consumismo. Con el tiempo he pasado a colocar mis inquietudes en otros lugares.

-¿En cuáles?

-En mis hijos; ser papá-abuelo es algo único. Pero también en los amigos, en los deportes, en una buena película, en un libro... Ahora que tengo canas disfruto de cosas que antes no veía. Tampoco critico a aquellos que necesitan comprarse todo para estar bien. Yo siento que mi felicidad pasa por otro lado.

-¿Hay que echar a Carlos Bianchi de Boca?

-Nunca estuve a favor de echar a ningún técnico y menos a aquel que más títulos ganó en la historia del club. Hay que respetar los ciclos y los procesos... Obviamente que no estamos contentos y que los hinchas de Boca la estamos pasando muy mal. Pero nadie como él (Bianchi) sabe lo que significa perder tanto.

La villa se cubrió de política

Con el amarillo en el pecho.- La escala en Tafí de Macri y de su esposa, Juliana Awada, convocó a la cúpula local del PRO. Estuvieron Alberto Colombres Garmendia,Paul Bleckwedel y Roberto Ávila. La ex concejala de Yerba Buena, Cristina Mirande, hizo las veces de anfitriona en El Blanquito, donde los macristas ocuparon una mesa larga. La gira por el norte fue coordinada por Pablo Walter, ex senador republicano.

Cumbre de políticos.- La política invadió la villa este fin de semana. El viernes fue el turno de los legisladores massistas José Teri, Gerónimo Vargas Aignasse y José Orellana. Por la noche, aparecieron los capitalinos Domingo Amaya y Germán Alfaro, que se acomodaron en el VIP de la Fiesta del Queso para escuchar a “Pancho” Figueroa y a “Polo” Román. El sábado llegaron Macri y Julio Cobos con los entornos locales de sus partidos. Más discretamente, subió a los valles el alperovichista Bernardo Racedo Aragón, presidente del Ente de Turismo y posible candidato a intendente de Yerba Buena.

Awada se tentó.- No sólo Macri se avalanzó sobre la torta de capitas de El Blanquito. Su esposa también devoró una porción, pese a las bromas de los dirigentes del PRO. Luego, la diseñadora de moda y empresaria salió a estirar las piernas y, en general, se mantuvo ajena a los conciliábulos políticos.

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