“Nos contó que ya habían asaltado en esa zona”

La inseguridad volvió a destrozar a una familia. El miércoles a la noche una joven de 18 años que estaba embarazada fue asesinada por un sujeto que entró a robar en una peluquería de La Florida. La víctima fue velada ayer y el sepelio se realizará hoy en Alderetes. Sus familiares y amigos harán una marcha de protesta pidiendo justicia.

LOS PERITOS. La Policía Científica ingresó a la peluquería de Cajal a las 22.30, luego de que el fiscal lo autorizara. LA GACETA / FOTOS DE INES QUINTEROS ORIO - ANTONIO FERRONI LOS PERITOS. La Policía Científica ingresó a la peluquería de Cajal a las 22.30, luego de que el fiscal lo autorizara. LA GACETA / FOTOS DE INES QUINTEROS ORIO - ANTONIO FERRONI
11 Abril 2014
Fue un disparo que aniquiló dos vidas. Magdalena Beatriz Cajal tenía 18 años y estaba embarazada. Hacía cuatro meses que se había enterado de que iba a ser madre. Pero en su camino se cruzó un asaltante que la asesinó.

Soledad Cajal, una de sus hermanas, contó ayer que a la víctima no le gustaba su nombre. Por eso, en su familia, todos le decían “Magui”. Era la menor de siete hermanos y siempre intentaba ir adelante en su vida. Por eso, hace unos siete meses, abrió una peluquería en La Florida. Y, casualmente, ese es el lugar donde murió. “Mi hermana era muy emprendedora. Todo el tiempo pensaba en cómo progresar. Ahora estaba haciendo unos cursos para agregarle más cosas al local”, explicó Soledad durante el velorio.

El homicidio ocurrió el miércoles a la noche. Alrededor de las 20.30, según el informe oficial, un sujeto entró a la peluquería Aadara y le pidió a la víctima que le hiciera los “claritos”. Pero ella desconfió del supuesto cliente y le dijo que ya estaba cerrando. Sin mediar palabras, el asaltante sacó un arma de fuego, encañonó a la adolescente y a otra mujer que estaba en el local y les ordenó que le entregaran las billeteras y los celulares. Después del robo las quiso encerrar en el baño. Y ahí se desató la tragedia.

Cuando caminaban hacia el baño, de acuerdo con la hipótesis policial, se produjo un forcejeo entre la víctima y el agresor. Y de ese enfrentamiento surgió el disparo que mató a Cajal. Pero su hermana aportó una versión distinta de estos hechos. “Mi hermana estaba con su cuñada. Me dijo que el ladrón primero le apuntó a ella y que después pasó a la cabeza de ‘Magui’ y le disparó (sic)”, agregó. Además, no cree que la víctima se haya resistido. “Era una persona que no se dejaba manejar y si veía la posibilidad de defenderse lo iba a hacer. Pero si la amenazaron con una pistola seguro que entregó todo”, continuó.

Tras el asesinato sucedió algo extraño. Soledad Cajal dijo que, luego de enterarse de la triste noticia, comenzaron a llegarle mensajes a su celular informándole que tenía llamadas perdidas del teléfono de la víctima. Sin embargo, no sabe si esas llamadas fueron realizadas antes o después del trágico robo. El asaltante huyó de la escena del crimen en una motocicleta y, hasta anoche, la Policía no había conseguido atraparlo.

Al referirse a la inseguridad, Soledad dijo que “Magui” sabía que La Florida no era un lugar tranquilo. “Solíamos almorzar todos los hermanos juntos y nos venía contando que ya habían asaltado en otros dos negocios de esa zona. Pero ella no tenía miedo. Era precavida pero no tenía miedo. Tienen que atrapar a este tipo porque me quitó a mi hermana y a mi sobrino”, concluyó. El velatorio de “Magui” se hizo en la casa en la que vivía con sus hermanos, ubicada en una calle de tierra a la altura de Santiago del Estero al 400, en Alderetes.

Una larga fila de sillas blancas se apoyaba sobre la tela metálica que rodea el amplio jardín de la casa. Nelson Galván, el novio de “Magui”, estaba sentado con la cabeza gacha. A unos tres metros, había una ventana abierta. Y por esa abertura se veía el féretro. “Ella me contaba que veía pasar gente que le parecía sospechosa, pero no habían intentado asaltarla. Hice un esfuerzo económico para que tuviera la peluquería porque amaba la estética y decidimos instalarla en La Florida porque había menos competencia. Estábamos juntos hace cuatro años, estábamos esperando un bebé y teníamos tantos proyectos”, dijo mientras sollozaba y buscaba una foto de la víctima en su celular. Después de hablar, volvió a la silla en la que estaba sentado y se quedó junto con el resto de su familia.

En la vereda de la casa había grupos de adolescentes en motos que acompañaban en silencio a la familia Cajal. Pero el dolor de esta pérdida no contuvo su bronca. “Son una familia trabajadora. Vamos a respetar el velorio, pero después del acompañamiento al cementerio haremos una protesta en la plaza”, afirmaron y agregaron que el sepelio se hará hoy a las 10.

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