“Sin el pueblo tucumano, ‘Gato negro’ no existiría”

El actor vino a presentar la película en nuestra provincia y valoró la ayuda y la amabilidad de la gente. Revelación frente a un cañaveral

EN PLENO RODAJE. “Gato negro” se filmó en el invierno pasado, en los pueblos de San Pablo y Medinas. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso (archivo) EN PLENO RODAJE. “Gato negro” se filmó en el invierno pasado, en los pueblos de San Pablo y Medinas. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso (archivo)
15 Abril 2014
Sin habérselo propuesto, Luciano Cáceres encontró su musa en medio de los cañaverales tucumanos. Visitaba por primera vez la provincia, a la que había pedido venir para construir un personaje nacido y criado en los ingenios locales, y se encontró con las cañas, esas dulces oquedades que jamás había visto. Le sobrevino entonces una especie de revelación. “Allí donde me parara, veía cañas. Eso fue un punto de partida para pensar que Tito Pereyra -mi personaje- se había pasado su infancia mirando su horizonte dos o tres metros -lo que mide una caña- por arriba del suelo, y eso explicaba su ambición. Él se sentía amurallado por ese paisaje; su único futuro posible era vivir del ingenio y no quería eso”, repasó.

Quedaba construida así la característica principal del protagonista de “Gato negro”, película que anoche se exhibió oficialmente en nuestra provincia, donde se rodó gran parte de las escenas. Según lo previsto, en la presentación estuvieron presentes Cáceres, el director Gastón Gallo y muchos de los actores, extras y asistentes tucumanos que participaron del rodaje. Aunque aún no ha transcurrido ni una semana desde su estreno en el país, el jueves pasado, Cáceres indicó que el filme ha cosechado muchas críticas (“algunas muy positivas y otras no tanto”) y, sobre todo, mucha polémica.

“Es una historia controversial por Tito, un personaje que se vuelve querible, pero no deja de ser ambicioso. Es un tipo que, una vez que comienza a adquirir cierto poder, siempre consigue un funcionario al que coimear de modo de seguir con sus negocios tanto en el gobierno militar como en el democrático. Y eso a mucha gente le incomoda. Yo sabía que eso podría traer disputas, pero estoy feliz de haber hecho un personaje tan rico, con tantos claroscuros”, señaló.

La figura del ingenio
Cáceres comentó también que, de acuerdo con los comentarios que recibió, la figura del ingenio es tan imponente a los ojos del espectador como la trama misma del filme. “Para mí también fue fundamental conocer esas fábricas. Cuando leí el guión, le dije a Gastón ‘mirá, me encanta, pero hay una parte que no puedo ni imaginarme, que es Tucumán’. Necesitaba conocer la provincia, un ingenio funcionando o en ruinas, el monte... Algo había visto ya en películas, pero quería vivenciarlo en carne propia y eso me permitió completar el personaje”.

En ese recorrido de los cañaverales de San Pablo y de las callecitas de Medinas, el actor tuvo un encuentro muy particular que todavía recuerda. “Mis ojos son celestes, pero el director pidió que el personaje los tuviera marrones. Cierto día, estábamos en el monte y apareció una vecina muy pintoresca. Yo no estaba aún personificado y cuando me vio, gritó: (imita la voz) ‘¡Hajvisto! ¡Tiene lojojo de colore, hajvisto!’. Me di cuenta de que los ojos celestes eran muy atípicos en el monte y que estaba bien cambiarlos para el personaje”.

En su vuelta a Tucumán, anoche, Cáceres se habrá reencontrado con esa tonada y con los compañeros con los que compartió set durante varias semanas. “La pasé genial. Conocí a actores hermosos y a mucha gente que nos abrió las puertas de sus casas... El viaje se justifica en llevarle a la gente el resultado de lo que hicimos juntos. Porque la película no hubiese existido sin el pueblo tucumano”.

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