Por Ezequiel Fernández Moores
04 Mayo 2014
La vuelta de Marcelo Bielsa, un DT que ama el fútbol de riesgo, siempre es una buena noticia, más en tiempos en los que, según parecen indicarlo los últimos resultados, el contragolpe vuelve a ponerse de moda. El Olympique de Marsella, además, es el equipo más popular de Francia, con un estadio renovado para 60.000 personas que suele convertirse en una caldera, a veces a favor, pero otras en contra. Pero no es el más poderoso en términos económicos y el rosarino fue llamado para reconstruir y reavivar ilusiones, como logró hacerlo en sus últimos pasos primero por la selección de Chile y luego en el Athletic Bilbao.
El presidente Vincent Labrune, un economista de 43 años que ganó fama controlando primero un canal de TV y luego acercándose a la familia Dreyfuss, una de las principales fortunas de Francia, inició el operativo Bielsa ya a fines de 2013. El DT Elie Baup condujo al equipo a un formidable e inesperado segundo puesto en 2012/13, pero todo cayó y fue echado a mitad de temporada. Lejos de mejorar, la situación se agravó con su sucesor. José Anigo fichó jóvenes promesas a las que relegó apenas no le rindieron y, me dicen colegas franceses, luego no pudo o no supo encontrar nuevos caminos.
Al ser un hombre del club, grupos de hinchas apoyaron igualmente a Anigo, lo que provocó peleas dentro del estadio con los sectores más críticos. Los South Winners y los Yankees animaron en los últimos partidos, pero los Ultras 84, años atrás uno de los grupos mas violentos del fútbol europeo, se mantuvieron en silencio y exhibieron pancartas exigiendo cambios.
El Commando Ultra 84, que ocupa la cabecera sur (virage Sud) del Stáde Velodrome (el “Vel”), debutó en 1984 con cantos, bengalas y una fidelidad extrema. Pero el líder mítico de Olympique de Marsella fue en realidad, Patrice de Peretti (Depé), surgido del grupo South Winners 87, y creador luego del grupo Marseille Trop Puissant (Marsella Poderoso). Ganó fama con su costumbre de alentar con el torso desnudo aún con 12 grados bajo cero en Berlín. Cuando murió, en julio de 2000, líderes de los grupos ultras bajaron al campo del Velódrome con el torso también descubierto y, en medio de aplausos, se cumplió un minuto de silencio en su honor.
Mucho más violento fue Santos Mirasierra, líder de los Ultras 84, encarcelado en España tras una pelea violenta contra hinchas de Atlético Madrid. Son hinchas que, si el equipo trasmite la energía que suelen trasmitir los equipos de Bielsa, pueden convertirse claramente en un “jugador número 12”. Su impaciencia en las últimas fechas obligó al presidente Labrune a aceptar muchas de los pedidos que Bielsa, ningún “loco” a la hora de la firma, exigía que quedaran por escrito en el contrato.
Olympique de Marsella tiene 9 títulos de Liga (el último en 2010 con Didier Deschamps), 10 Copas de Francia, 3 Copas de Liga y, su título máximo, una Liga de Campeones en 1993, ante Milan, que le había ganado la final dos años antes. Fueron los tiempos de oro, que incluyeron el paso de Enzo Francescoli, pero terminaron en escándalo, con el club suspendido a nivel europeo por denuncias de corrupción de árbitros, rivales perjudicados con comidas contaminadas y acusaciones de doping masivo. El presidente Bernard Tapie, uno de los personajes más polémicos de Francia, llegó a estar preso. Fue diputado, ministro, socialista y luego seguidor del derechista Nicolas Sarkozy.
Olympique de Marsella retornó a los éxitos a fines de los ’90, pero sin el poderío de antes y lejos hoy de la chequera de su principal rival, París Saint Germain, que tiene a Zlatan Ibrahimovic, Edinson Cavani, Thiago Silva, Ezequiel Lavezzi y Javier Pastore, entre otros cracks fichados gracias al generoso dinero de los emires de Qatar. Tampoco tiene el dinero de Mónaco. con los colombianos Radamel Falcao y James Rodríguez, alimentado con jugadores que lleva el todopoderoso agente portugués José Mendes (el mismo de Cristiano Ronaldo y José Mourinho), gracias al buen vínculo que estableció con Dimitry Rybolovlev, el magnate ruso dueño del club.
Mónaco, además, logró beneficios fiscales, después de que el gobierno francés impuso una tasa del 75 por ciento a las grandes fortunas del país que provocó fuertes polémicas en el fútbol. Los nuevos dineros que desembarcaron en el fútbol francés se han hecho también fuertes en el Lens, comprado por el multimillonario azerí Hazif Mammadov.
Son arribos y fichajes, como ahora el de Bielsa, que buscan recuperar los mejores tiempos, frenar el éxodo de figuras y volver a reinar en Europa. El ranking UEFA coloca a la Ligue 1 francesa en séptimo puesto, detrás de España, Inglaterra, Alemania, Portugal, Italia y Rusia, una posición poco honrosa para el fútbol cuya selección dominó al mundo en 1998 y fue finalista en 2006, cuando el gran Zinedine Zidane arruinó su retiro con el cabezazo célebre a Marco Materazzi. Sudáfrica 2010 marcó un bochorno, con una selección dominada por la indisciplina y los egos del DT Raymond Doménech.
A ese fútbol llega Bielsa, que rechazó primero ofertas para dirigir a las selecciones de Paraguay, Perú y Venezuela. El arribo de Bielsa a Francia suena en principio tan extraño como lo fue el de Pep Guardiola a Bayern Munich. El fútbol, globalizado antes que la globalización, tiene hoy a patrones de fortunas sospechadas, técnicos de currículum exitoso y cracks que hacen goles en todos lados y permiten negocios de agentes, fondos de inversión, managers y patrocinadores. Es un fútbol que, como el expresidente de Olympique de MarsellaTapie, puede ser de derecha y también de izquierda. De ataque o de especulación. Lo importante, como suele suceder casi siempre, es el resultado.
Hizo bien Bielsa en demorar el anuncio oficial hasta que el contrato garantizó todas sus exigencias. Labrune, además de economista y presidente de Olympique de Marsella, también es productor cinematográfico. Y la última película que produjo se llama “Los infieles”.
El presidente Vincent Labrune, un economista de 43 años que ganó fama controlando primero un canal de TV y luego acercándose a la familia Dreyfuss, una de las principales fortunas de Francia, inició el operativo Bielsa ya a fines de 2013. El DT Elie Baup condujo al equipo a un formidable e inesperado segundo puesto en 2012/13, pero todo cayó y fue echado a mitad de temporada. Lejos de mejorar, la situación se agravó con su sucesor. José Anigo fichó jóvenes promesas a las que relegó apenas no le rindieron y, me dicen colegas franceses, luego no pudo o no supo encontrar nuevos caminos.
Al ser un hombre del club, grupos de hinchas apoyaron igualmente a Anigo, lo que provocó peleas dentro del estadio con los sectores más críticos. Los South Winners y los Yankees animaron en los últimos partidos, pero los Ultras 84, años atrás uno de los grupos mas violentos del fútbol europeo, se mantuvieron en silencio y exhibieron pancartas exigiendo cambios.
El Commando Ultra 84, que ocupa la cabecera sur (virage Sud) del Stáde Velodrome (el “Vel”), debutó en 1984 con cantos, bengalas y una fidelidad extrema. Pero el líder mítico de Olympique de Marsella fue en realidad, Patrice de Peretti (Depé), surgido del grupo South Winners 87, y creador luego del grupo Marseille Trop Puissant (Marsella Poderoso). Ganó fama con su costumbre de alentar con el torso desnudo aún con 12 grados bajo cero en Berlín. Cuando murió, en julio de 2000, líderes de los grupos ultras bajaron al campo del Velódrome con el torso también descubierto y, en medio de aplausos, se cumplió un minuto de silencio en su honor.
Mucho más violento fue Santos Mirasierra, líder de los Ultras 84, encarcelado en España tras una pelea violenta contra hinchas de Atlético Madrid. Son hinchas que, si el equipo trasmite la energía que suelen trasmitir los equipos de Bielsa, pueden convertirse claramente en un “jugador número 12”. Su impaciencia en las últimas fechas obligó al presidente Labrune a aceptar muchas de los pedidos que Bielsa, ningún “loco” a la hora de la firma, exigía que quedaran por escrito en el contrato.
Olympique de Marsella tiene 9 títulos de Liga (el último en 2010 con Didier Deschamps), 10 Copas de Francia, 3 Copas de Liga y, su título máximo, una Liga de Campeones en 1993, ante Milan, que le había ganado la final dos años antes. Fueron los tiempos de oro, que incluyeron el paso de Enzo Francescoli, pero terminaron en escándalo, con el club suspendido a nivel europeo por denuncias de corrupción de árbitros, rivales perjudicados con comidas contaminadas y acusaciones de doping masivo. El presidente Bernard Tapie, uno de los personajes más polémicos de Francia, llegó a estar preso. Fue diputado, ministro, socialista y luego seguidor del derechista Nicolas Sarkozy.
Olympique de Marsella retornó a los éxitos a fines de los ’90, pero sin el poderío de antes y lejos hoy de la chequera de su principal rival, París Saint Germain, que tiene a Zlatan Ibrahimovic, Edinson Cavani, Thiago Silva, Ezequiel Lavezzi y Javier Pastore, entre otros cracks fichados gracias al generoso dinero de los emires de Qatar. Tampoco tiene el dinero de Mónaco. con los colombianos Radamel Falcao y James Rodríguez, alimentado con jugadores que lleva el todopoderoso agente portugués José Mendes (el mismo de Cristiano Ronaldo y José Mourinho), gracias al buen vínculo que estableció con Dimitry Rybolovlev, el magnate ruso dueño del club.
Mónaco, además, logró beneficios fiscales, después de que el gobierno francés impuso una tasa del 75 por ciento a las grandes fortunas del país que provocó fuertes polémicas en el fútbol. Los nuevos dineros que desembarcaron en el fútbol francés se han hecho también fuertes en el Lens, comprado por el multimillonario azerí Hazif Mammadov.
Son arribos y fichajes, como ahora el de Bielsa, que buscan recuperar los mejores tiempos, frenar el éxodo de figuras y volver a reinar en Europa. El ranking UEFA coloca a la Ligue 1 francesa en séptimo puesto, detrás de España, Inglaterra, Alemania, Portugal, Italia y Rusia, una posición poco honrosa para el fútbol cuya selección dominó al mundo en 1998 y fue finalista en 2006, cuando el gran Zinedine Zidane arruinó su retiro con el cabezazo célebre a Marco Materazzi. Sudáfrica 2010 marcó un bochorno, con una selección dominada por la indisciplina y los egos del DT Raymond Doménech.
A ese fútbol llega Bielsa, que rechazó primero ofertas para dirigir a las selecciones de Paraguay, Perú y Venezuela. El arribo de Bielsa a Francia suena en principio tan extraño como lo fue el de Pep Guardiola a Bayern Munich. El fútbol, globalizado antes que la globalización, tiene hoy a patrones de fortunas sospechadas, técnicos de currículum exitoso y cracks que hacen goles en todos lados y permiten negocios de agentes, fondos de inversión, managers y patrocinadores. Es un fútbol que, como el expresidente de Olympique de MarsellaTapie, puede ser de derecha y también de izquierda. De ataque o de especulación. Lo importante, como suele suceder casi siempre, es el resultado.
Hizo bien Bielsa en demorar el anuncio oficial hasta que el contrato garantizó todas sus exigencias. Labrune, además de economista y presidente de Olympique de Marsella, también es productor cinematográfico. Y la última película que produjo se llama “Los infieles”.
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