Por Federico Espósito
05 Mayo 2014
TANQUE ESTACIONADO. Silva no gravitó en el ataque de un Lanús desconocido.
Si dentro de dos semanas Gimnasia y Esgrima La Plata no está celebrando un título en Primera, parte de las explicaciones las podrá encontrar en el empate sin goles de ayer frente a Lanús. No necesariamente por reproche: el equipo de Pedro Troglio fue muy superior al de Guillermo Barros Schelotto, y si la justicia valiera puntos, seguiría siendo único líder. Pero, como lo único que puntúa es meter más goles que el rival, es el platense quien debe cargar con la responsabilidad de haberle dado vida a River. Porque fue “lobo” para acechar, pero Caperucita para definir, y así se quedó sin poder encadenar su séptimo triunfo consecutivo. Justo ahora, cuando más lo necesitaba.
El local tuvo dos muy claras para pasar el frente en el primer tiempo, ambas Maximiliano Meza dejó pagando a Nicolás Pasquini en un costado y sacó un gran centro al segundo palo que Facundo Pereyra, totalmente solo, mandó a cualquier parte. Sobre el final, el propio Meza se lo morfó solo.
Ya en la segunda parte, el “lobo” jugó con la radio pegada a la oreja y los nervios de punta, a sabiendas de que solo ganar le permitiría abstraerse de lo que hiciera River. Pero en busca de esa tranquilidad se desesperó y no supo definir las que tuvo. Por ejemplo, la de Franco Mussis, que ni de volea frente al arco y sin marca pudo facturar.
Examinando el porvenir, la cosa no pinta mejor para el “lobo”: aún le queda un partido contra Boca, mientras que a su compañero de punta lo espera un descendido (Argentinos) y otro que casi (Quilmes).
El local tuvo dos muy claras para pasar el frente en el primer tiempo, ambas Maximiliano Meza dejó pagando a Nicolás Pasquini en un costado y sacó un gran centro al segundo palo que Facundo Pereyra, totalmente solo, mandó a cualquier parte. Sobre el final, el propio Meza se lo morfó solo.
Ya en la segunda parte, el “lobo” jugó con la radio pegada a la oreja y los nervios de punta, a sabiendas de que solo ganar le permitiría abstraerse de lo que hiciera River. Pero en busca de esa tranquilidad se desesperó y no supo definir las que tuvo. Por ejemplo, la de Franco Mussis, que ni de volea frente al arco y sin marca pudo facturar.
Examinando el porvenir, la cosa no pinta mejor para el “lobo”: aún le queda un partido contra Boca, mientras que a su compañero de punta lo espera un descendido (Argentinos) y otro que casi (Quilmes).
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