El sueño llega, no lo apures

La ansiedad demora la llegada del sueño. También lo hacen los nervios o un atracón en la cena. Sin embargo, cada tanto, se sufre de insomnio sin razón aparente. Me encuentro en este último grupo. Horas dando vueltas y vueltas en la cama tratando de dormir. Segundos que se van descontando del horario maldito en el que despertador sonará. Las redes sociales, en ese instante, sirven para compartir el esfuerzo por dormitar.

He recibido las más variadas recetas para combatir el insomnio. Me recomendaron tomar una taza de té de lechuga (hervir agua, poner hojas de esta verdura y dejar reposar cinco minutos). El sabor, dicen, no es el mejor, pero es un remedio efectivo. No me animé a probarlo. Es clásico que sugieran tomar un vaso de leche tibia. En mi caso no hace efecto. Agregarle un chorrito de whisky o tomar una cerveza, fueron otras de las sugerencias. Tal vez se consiga dormir, pero las consecuencias se sufrirán a la mañana, con una migraña que evidenciará la resaca correspondiente. Más el riesgo de caer en el alcoholismo para pelearle al insomnio.

Las píldoras para dormir, aseguran, son eficientes, pero soy enemigo de ese tipo de medicamentos. Un amigo me dio un consejo que lo desestimé porque llevarlo a la práctica implicaba caer en el onanismo permanente.

Seguí los tips de los especialistas que afirman que en el dormitorio es mejor no tener televisión ni radio, ni nada que pueda despabilar el sueño. Sólo queda deambular por la casa, adelantar trabajo, limpiar. Que el tiempo despierto no sea desperdiciado.

El domingo a la noche, un amigo me dio el consejo que resultó. “Un té común, libro y no lo apure. El sueño llega...”, me escribió en Twitter. La receta más sencilla terminó siendo la más eficaz.

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