10 Mayo 2014
La violencia, la inseguridad, el delito, la corrupción son asuntos que desvelan a una buena parte de los argentinos desde hace tiempo. Justamente sobre estos puntos gira el documento “Felices los que trabajan por la paz”, divulgado por la Conferencia Episcopal Argentina en el marco de su 107° Asamblea que se está desarrollando en Pilar y de la que participa un centenar de obispos.
Los prelados señalaron que el país se encuentra enfermo de violencia y se refirieron a sus distintos ropajes. En su opinión, los hechos delictivos no sólo han aumentado en cantidad sino también en agresividad. “Una violencia cada vez más feroz y despiadada provoca lesiones graves y llega en muchos casos al homicidio. Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena. La reiteración de estas situaciones alimenta en la población el enojo y la indignación, que de ninguna manera justifican respuestas de venganza o de la mal llamada ‘justicia por mano propia’. La creciente ola de delitos ha ganado espacio en los diversos medios de comunicación, que no siempre informan con objetividad y respeto a la privacidad y al dolor. Con frecuencia en nuestro país se promueve una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad”, dijeron.
Los sacerdotes también criticaron la insensibilidad social hasta el punto de ver como normales problemas serios, como la desnutrición infantil, la gente que duerme en la calle, el hacinamiento y abuso, violencia doméstica, abandono del sistema educativo, que también son rostros de la violencia. Definieron a la corrupción pública y privada como un verdadero “cáncer social”, causante de injusticia y muerte. Afirmaron que las estafas económicas y morales que corroen la confianza del pueblo en las instituciones y sientan las bases de un estilo de vida caracterizado por la falta de respeto a la ley. También tuvieron conceptos para la Justicia. “Frente al delito, deseamos ver jueces y fiscales que actúen con diligencia, que tengan los medios para cumplir su función, y que gocen de la independencia, la estabilidad y la tranquilidad necesarias. La lentitud de la Justicia deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia”, dijeron.
Dejaron en claro que culpabilizar a los otros no es una solución y para lograr una sociedad en paz cada uno está llamado a sanar sus propias violencias y que es imprescindible un compromiso de todos en el respeto de la ley. Sin embargo, en el cuerpo de la sociedad se encuentran también los recursos para afrontar el camino de la recuperación.
Un documento que describe sin eufemismos la realidad que padece la mayoría de los argentinos. Pero no sólo la violencia y sus distintos ropajes han invadido la vida cotidiana, también la falta de un diálogo verdadero, de tolerancia, de comunicación.
En ese sentido, creemos que la educación es una semilla imprescindible en una sociedad que hay que volver a regar, porque no solo es el punto de partida para el progreso, sino para comprometerse con el medio que nos rodea, realizando actividades sociales o políticas que tiendan a mejorarnos como personas y como comunidad, y principalmente para tener dignidad y saber defenderla porque cuando esta se pierde, difícilmente se pueda recuperarla. Sería positivo que este documento fuese motivo de reflexión de la clase gobernante y de la sociedad toda.
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