20 Mayo 2014
VOCERO. Francisco, acompañado de Karcher, que actuó como intérprete. reuters
BUENOS AIRES.- El sacerdote Guillermo Karcher, uno de los principales colaboradores del papa Francisco, aseguró que el Sumo Pontífice leyó el duro documento de la Iglesia argentina que advirtió sobre la corrupción y la inseguridad, provocando una airada reacción de la presidenta Cristina Fernández.
“Hay que entender el contexto, no hay por qué buscar motivo de conflicto. Es una invitación a la reconciliación nacional como tantos documentos que vienen haciéndose en la Argentina desde hace años”, advirtió el prelado argentino, que actúa como encargado del ceremonial del pontífice.
Consultado por radio La Red respecto de si el papa Francisco había leído el documento, Karcher respondió: “lo charlamos, analizamos el documento de la Conferencia Episcopal Argentina”.
“Fue leído como algo serio: un llamado de la Iglesia a saber convivir en el modo mejor”, prosiguió.
Una reunión
El jueves pasado, la presidenta Cristina Fernández, se reunió con el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, sólo para hablar del crítico documento eclesiástico, en el que advirtió que la Argentina está “enferma” de una “violencia cada vez más feroz y despiadada”. En el texto se afirmó también que los delitos “no sólo aumentaron en cantidad, sino también en agresividad”.
“Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena”, se aseveró en el pronunciamiento.
La declaración “Felices los que trabajan por la paz”, que se dio a conocer en el marco de su 107 asamblea plenaria del cuerpo, generó duras respuestas del kirchnerismo porque alertó sobre “una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad” y calificó la corrupción como “un verdadero cáncer social”.
“Estos delitos habitualmente prescriben o su persecución penal es abandonada, garantizando y afianzando la impunidad. Son estafas económicas y morales que corroen la confianza del pueblo en las instituciones de la República, y sientan las bases de un estilo de vida caracterizado por la falta de respeto a la ley. A ello se agregan mafias del crimen organizado sin freno dedicadas a la trata de personas para la esclavitud laboral o sexual, el tráfico de drogas y armas, los desarmaderos de autos robados”, añadió el documento.
Enfrentamientos
El rechazo del oficialismo quedó plasmado días después cuando la propia presidenta Cristina Fernández, señaló que “cuando hablan de una Argentina violenta, quieren reeditar viejos enfrentamientos”.
Ante los dichos de la Presidenta, el titular del Episcopado, José María Arancedo, fue enfático en retrucar que “nadie puede negar que hay violencia en la Argentina” y sentenció que “la Iglesia no es opositora ni oficialista”.
Incluso, sobre los dichos de Fernández de Kirchner sobre reeditar “viejos enfrentamientos” vividos por el país en el pasado, Arancedo sostuvo que “las comparaciones son difíciles”.
Luego, diariamente, funcionarios de gobierno polemizaron con distintos referentes eclesiásticos, cruces que culminaron con el cónclave entre la Jefa de Estado y la cúpula de la Iglesia, en el despacho de la Casa Rosada, el jueves pasado. (DyN)
“Hay que entender el contexto, no hay por qué buscar motivo de conflicto. Es una invitación a la reconciliación nacional como tantos documentos que vienen haciéndose en la Argentina desde hace años”, advirtió el prelado argentino, que actúa como encargado del ceremonial del pontífice.
Consultado por radio La Red respecto de si el papa Francisco había leído el documento, Karcher respondió: “lo charlamos, analizamos el documento de la Conferencia Episcopal Argentina”.
“Fue leído como algo serio: un llamado de la Iglesia a saber convivir en el modo mejor”, prosiguió.
Una reunión
El jueves pasado, la presidenta Cristina Fernández, se reunió con el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, sólo para hablar del crítico documento eclesiástico, en el que advirtió que la Argentina está “enferma” de una “violencia cada vez más feroz y despiadada”. En el texto se afirmó también que los delitos “no sólo aumentaron en cantidad, sino también en agresividad”.
“Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena”, se aseveró en el pronunciamiento.
La declaración “Felices los que trabajan por la paz”, que se dio a conocer en el marco de su 107 asamblea plenaria del cuerpo, generó duras respuestas del kirchnerismo porque alertó sobre “una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad” y calificó la corrupción como “un verdadero cáncer social”.
“Estos delitos habitualmente prescriben o su persecución penal es abandonada, garantizando y afianzando la impunidad. Son estafas económicas y morales que corroen la confianza del pueblo en las instituciones de la República, y sientan las bases de un estilo de vida caracterizado por la falta de respeto a la ley. A ello se agregan mafias del crimen organizado sin freno dedicadas a la trata de personas para la esclavitud laboral o sexual, el tráfico de drogas y armas, los desarmaderos de autos robados”, añadió el documento.
Enfrentamientos
El rechazo del oficialismo quedó plasmado días después cuando la propia presidenta Cristina Fernández, señaló que “cuando hablan de una Argentina violenta, quieren reeditar viejos enfrentamientos”.
Ante los dichos de la Presidenta, el titular del Episcopado, José María Arancedo, fue enfático en retrucar que “nadie puede negar que hay violencia en la Argentina” y sentenció que “la Iglesia no es opositora ni oficialista”.
Incluso, sobre los dichos de Fernández de Kirchner sobre reeditar “viejos enfrentamientos” vividos por el país en el pasado, Arancedo sostuvo que “las comparaciones son difíciles”.
Luego, diariamente, funcionarios de gobierno polemizaron con distintos referentes eclesiásticos, cruces que culminaron con el cónclave entre la Jefa de Estado y la cúpula de la Iglesia, en el despacho de la Casa Rosada, el jueves pasado. (DyN)
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