08 Junio 2014
Las horas corren. Los plazos se acortan rápidamente. Apenas 25 meses restan para la celebración del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Argentina. Mientras en otros lugares, un aniversario de esta naturaleza sería preparado cuidadosamente y con gran anticipación porque acapararía la atención de todo un país y de una buena parte del extranjero, en Tucumán pareciera que solo hay algunas propuestas y expresiones de deseo.
En diciembre pasado, por iniciativa de la Fundación Miguel Lillo se firmó un documento para diseñar proyectos de trabajo en vistas al Bicentenario, en el que participaron la Sociedad Rural, el Arzobispado, la Federación Económica de Tucumán, la CGT-Regional Tucumán y la Fundación Lillo.
En junio de 2005, consciente de la importancia del acontecimiento, nuestro diario organizó un debate en la Casa Histórica con tucumanos de actuación pública que analizaron las fortalezas y debilidades de la provincia. Preocupados por la corrupción, por la falta de equidad, de identidad cultural y de planificación, expresaron que el futuro de Tucumán iba a depender de cambios esenciales. Posteriormente, otras personalidades de la cultura y la ciencia generaron propuestas y sugerencias de lo que podría hacerse.
En nuestra edición de ayer, el lector Ángel Salguero se refería a este acontecimiento y señalaba: “Han transcurrido 124 meses, es decir 1.515 días, desde el 28/10/05, en que se promulgó la Ley 7649 que con suficiente tiempo preparaba los festejos para el Bicentenario de la Independencia Argentina. Hoy, para el 9 de Julio del 2016 quedan 24 meses, 730 días, y las autoridades no ha hecho nada, están incumpliendo la ley. Esa fiesta tan esperada por los tucumanos la presidirá el presidente de la Nación y se dice que podría asistir el papa Francisco, concurrirán miles de turistas, diplomáticos y presidentes e países amigos, a esa fecha la tienen olvidada las autoridades nacional y provincial”.
En abril de 2009, el Gobierno provincial anunció que convocaría a más de 150 instituciones de la provincia para discutir y consensuar un documento final sobre los objetivos y metas en los aspectos sociales, económicos y productivos, en vistas del Bicentenario de 2016, pero no figuraba la cultura.
En el tiempo que queda difícilmente puedan encararse obras públicas de envergadura que estén listas para esa fecha, pero se pueden hacer muchas cosas que tengan que ver con potenciar no sólo lo que es Tucumán en términos económicos productivos o industriales, sino cultural y turísticamente.
Tal vez esta inacción y apatía se deba a que el actual gobierno concluye su gestión en 2015 y no va asistir al magno aniversario. Pero esta celebración debe ser encarada sin banderías ni especulaciones ni egoísmos políticos e independientemente de la posible visita del papa Francisco que vendría para clausurar el Congreso Eucarístico Nacional que se desarrollará en nuestra ciudad entre 16 y el 19 de junio.
Esta administración cuenta desde 2003 con todo el apoyo del Gobierno nacional, de manera que podría solicitar su ayuda económica para abordar tal vez una obra significativa que tenga que ver con nuestra identidad y que se convierta en un ícono de Tucumán. Se trata, por cierto, de que nos sintamos orgullosos de nuestra tucumanía. El Bicentenario de la Declaración de la Independencia debe ser una fiesta de los tucumanos y de todos los argentinos.
En diciembre pasado, por iniciativa de la Fundación Miguel Lillo se firmó un documento para diseñar proyectos de trabajo en vistas al Bicentenario, en el que participaron la Sociedad Rural, el Arzobispado, la Federación Económica de Tucumán, la CGT-Regional Tucumán y la Fundación Lillo.
En junio de 2005, consciente de la importancia del acontecimiento, nuestro diario organizó un debate en la Casa Histórica con tucumanos de actuación pública que analizaron las fortalezas y debilidades de la provincia. Preocupados por la corrupción, por la falta de equidad, de identidad cultural y de planificación, expresaron que el futuro de Tucumán iba a depender de cambios esenciales. Posteriormente, otras personalidades de la cultura y la ciencia generaron propuestas y sugerencias de lo que podría hacerse.
En nuestra edición de ayer, el lector Ángel Salguero se refería a este acontecimiento y señalaba: “Han transcurrido 124 meses, es decir 1.515 días, desde el 28/10/05, en que se promulgó la Ley 7649 que con suficiente tiempo preparaba los festejos para el Bicentenario de la Independencia Argentina. Hoy, para el 9 de Julio del 2016 quedan 24 meses, 730 días, y las autoridades no ha hecho nada, están incumpliendo la ley. Esa fiesta tan esperada por los tucumanos la presidirá el presidente de la Nación y se dice que podría asistir el papa Francisco, concurrirán miles de turistas, diplomáticos y presidentes e países amigos, a esa fecha la tienen olvidada las autoridades nacional y provincial”.
En abril de 2009, el Gobierno provincial anunció que convocaría a más de 150 instituciones de la provincia para discutir y consensuar un documento final sobre los objetivos y metas en los aspectos sociales, económicos y productivos, en vistas del Bicentenario de 2016, pero no figuraba la cultura.
En el tiempo que queda difícilmente puedan encararse obras públicas de envergadura que estén listas para esa fecha, pero se pueden hacer muchas cosas que tengan que ver con potenciar no sólo lo que es Tucumán en términos económicos productivos o industriales, sino cultural y turísticamente.
Tal vez esta inacción y apatía se deba a que el actual gobierno concluye su gestión en 2015 y no va asistir al magno aniversario. Pero esta celebración debe ser encarada sin banderías ni especulaciones ni egoísmos políticos e independientemente de la posible visita del papa Francisco que vendría para clausurar el Congreso Eucarístico Nacional que se desarrollará en nuestra ciudad entre 16 y el 19 de junio.
Esta administración cuenta desde 2003 con todo el apoyo del Gobierno nacional, de manera que podría solicitar su ayuda económica para abordar tal vez una obra significativa que tenga que ver con nuestra identidad y que se convierta en un ícono de Tucumán. Se trata, por cierto, de que nos sintamos orgullosos de nuestra tucumanía. El Bicentenario de la Declaración de la Independencia debe ser una fiesta de los tucumanos y de todos los argentinos.