Vuela, vuela...

Holanda fue un concierto de efectividad y goleó al campeón España.

QUÉ GOLEADA. Robben encara el festejo del quinto gol de Holanda, perseguido por Sneijder. Casillas no puede creerlo. QUÉ GOLEADA. Robben encara el festejo del quinto gol de Holanda, perseguido por Sneijder. Casillas no puede creerlo.
Si Brasil descubrió cómo robarle la espectacularidad y el apogeo de la escena a España en la Copa Confederaciones, Holanda terminó de descifrar la fórmula anti “furia”. Fue un vagón descarrilado España ayer, y mucho tuvo que ver la contundencia y picardía de una “naranja mecánica” que estuvo abajo en el marcador por otro regalo de un juez en una de esas jugadas en el área que siempre terminan cayendo para el lado de quien se supone es el más lindo de la fiesta.

Esta reedición de la final de Sudáfrica 2010 tuvo dos cortes. Uno fenomenal, el del ida y vuelta con una España dueña absoluta de la pelota y dominando la cancha porque la pelota era suya y el resultado también. El 1-0 de Xabi Alonso logrado gracias a un penal inexistente a Diego Costa como que le infló el pecho al campeón del Mundo. A esa altura, Holanda era una chica sumisa, sin los bríos de una estrella rebelde de cine.

Pero todo cambió con un pase largo y a la yugular. Fue el tiempo del segundo corte de la película. Apostado al ataque como de costumbre, España empezó a ver como su historia se convertía en la Torre de Pizza con el primer bombazo largo a Robin Van Persie. El genio goleador invirtió su humanidad en el aire, cabeceó casi en la entrada del área grande y dejó en banda a Iker Casillas. Golazo de quien de Robin no tiene nada. Van Persie debería llamarse Batman.

Y España, después de lo de ayer, Deblace. Porque volvió a ocurrir lo de la Copa Conferenciones. En un partido en donde los dos jugaron a lo suyo, cada pase largo a la medular ibérica era medio gol. Aparte, Holanda gozó de una contundencia endemoniada en el segundo tiempo. Desniveló a voluntad. Por eso no llamó la atención cuando Arjen Robben le sacó el título de empate al partido. Desparramó hasta al propio Vicente del Bosque en el área chica. gambeteó, amagó y sepultó el 2-1. Después llegó un gol casi de regalo. Fue de córner y con falta a Casillas de Stefan de Vrij, autor del 3-1. Había que compensar el penal...

Y luego, con el campeón herido y enojado, las contras se sucedieron como tormenta de verano. Batman Van Persie pintó el 4-1 y Robben, en una corrida estilo Usain Bolt, tuvo tiempo de frenarse, de amagar y de construir un 5-1 maravilloso.

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