29 Junio 2014
EN ACCIÓN. Leal, en la competencia en Buenos Aires, el 20 de junio. foto de diego castillo
A la hora de los anuncios, Claudio Leal fue un campeón como todos los otros campeones. Escuchó su nombre detrás de la palabra ganador y -como todo aquel que llega a un primer puesto- se llevó las manos a la cara, la boca abierta, la mirada pasmada. Habrá susurrado algo así como “no, no puedo creerlo” (más tarde diría que en efecto todo le parecía increíble) y, al igual que los vencedores absolutos, lloró. Lloró con la fuerza de quien hace rato contiene emociones, con la emoción de quien hace rato ha demostrado su fuerza. Y luego, cuando alguien le enjugó las lágrimas y le recordó su mérito, se convenció y sonrió.
El salteño que hace 10 días fue proclamado campeón latino de baile del caño apenas recuerda qué comió esa noche para festejar el título (“creo que mi tía cocinó pizzas”, le cuenta a LA GACETA), pero sabe bien que, ya vestido para hacer su performance, dudó en salir a la arena. “Pensé ‘no, estos son chicos re grossos’ y no supe si presentarme. Pero, a mi turno, salí al escenario y me dije ‘bueno, haré todo lo que sea posible’”.
Hace cinco años que Leal está haciendo todo lo posible en torno al baile del caño. “Soy profesor de danza contemporánea y de jazz, y a eso me dedicaba cuando me ofrecieron enseñar pole dance en un estudio. No tenía ninguna base ni idea de cómo se hacía, me ayudaron mucho los videos de YouTube. Antes de mostrar los trucos, los probaba yo, incluso instalé un caño en casa para tener más tiempo de entrenar. Al principio me caía de cabeza o me reventaba la espalda, afortunadamente nunca me pasó nada más grave que un golpe, pero con el tiempo fui conociendo la actividad y haciéndome más fuerte”.
No sólo adquirir la técnica fue difícil para Leal: también le costó promocionar una actividad que, antes de la difusión masiva que generó “ShowMatch”, estaba asociada con shows eróticos en boliches o cabarets. “Yo había enseñado streap dance y esa clase se llenaba, a la gente le regustaba. Pero con pole no pasó lo mismo: de las cinco alumnas iniciales que se anotaron, sólo quedó una. Costó muchísimo que la gente lo aceptara y sigue costando, pese a que los salteños ya no son tan conservadores. Pero sí, antes había que enfrentarse con el prejuicio de la gente. No me pasó a mí, pero algunas de mis alumnas reconocían que les daba vergüenza decir que asistían a clases de pole dance. Ahora que está asociado con lo deportivo, se nota la diferencia en la percepción de la sociedad. Si uno cuenta que hace pole, les parece interesante y preguntan dónde aprender”.
Para una ama de casa
De la competencia que ganó Leal participaron 69 personas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Honduras, países en que el baile del caño es tendencia. “Es una moda, sí. Una de las razones de esto es que conlleva un desafío: para hacer los trucos, tenés que pasar por un entrenamiento que te exige y prepara físicamente. Y también hay un juego con la sensualidad porque se combina el pole fitness con el clásico, que es el que incluye baile”, detalla.
El campeón aclara, sin embargo, que, pese al modo en que se ha hecho masivamente conocido, esta actividad “no es simplemente refregarse contra un caño”. “No es algo fácil, implica un entrenamiento. Al no ser fácil, no puede ser sensual o erótico. Yo me especialicé en la parte más deportiva, y lo miro desde ese lado”. Pero hay una mejor noticia que Leal tiene para dar: cualquiera que tenga ganas puede hacer pole dance, incluso si nunca antes hizo actividad física. “Lo ideal es que se combine con otra gimnasia, como pesas con potencia o crossfit, pero cualquier ama de casa puede hacerlo. De hecho, mi alumna más chica era una nena de cuatro años que iba con su mamá y la mayor tiene unos 55”.
El salteño que hace 10 días fue proclamado campeón latino de baile del caño apenas recuerda qué comió esa noche para festejar el título (“creo que mi tía cocinó pizzas”, le cuenta a LA GACETA), pero sabe bien que, ya vestido para hacer su performance, dudó en salir a la arena. “Pensé ‘no, estos son chicos re grossos’ y no supe si presentarme. Pero, a mi turno, salí al escenario y me dije ‘bueno, haré todo lo que sea posible’”.
Hace cinco años que Leal está haciendo todo lo posible en torno al baile del caño. “Soy profesor de danza contemporánea y de jazz, y a eso me dedicaba cuando me ofrecieron enseñar pole dance en un estudio. No tenía ninguna base ni idea de cómo se hacía, me ayudaron mucho los videos de YouTube. Antes de mostrar los trucos, los probaba yo, incluso instalé un caño en casa para tener más tiempo de entrenar. Al principio me caía de cabeza o me reventaba la espalda, afortunadamente nunca me pasó nada más grave que un golpe, pero con el tiempo fui conociendo la actividad y haciéndome más fuerte”.
No sólo adquirir la técnica fue difícil para Leal: también le costó promocionar una actividad que, antes de la difusión masiva que generó “ShowMatch”, estaba asociada con shows eróticos en boliches o cabarets. “Yo había enseñado streap dance y esa clase se llenaba, a la gente le regustaba. Pero con pole no pasó lo mismo: de las cinco alumnas iniciales que se anotaron, sólo quedó una. Costó muchísimo que la gente lo aceptara y sigue costando, pese a que los salteños ya no son tan conservadores. Pero sí, antes había que enfrentarse con el prejuicio de la gente. No me pasó a mí, pero algunas de mis alumnas reconocían que les daba vergüenza decir que asistían a clases de pole dance. Ahora que está asociado con lo deportivo, se nota la diferencia en la percepción de la sociedad. Si uno cuenta que hace pole, les parece interesante y preguntan dónde aprender”.
Para una ama de casa
De la competencia que ganó Leal participaron 69 personas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Honduras, países en que el baile del caño es tendencia. “Es una moda, sí. Una de las razones de esto es que conlleva un desafío: para hacer los trucos, tenés que pasar por un entrenamiento que te exige y prepara físicamente. Y también hay un juego con la sensualidad porque se combina el pole fitness con el clásico, que es el que incluye baile”, detalla.
El campeón aclara, sin embargo, que, pese al modo en que se ha hecho masivamente conocido, esta actividad “no es simplemente refregarse contra un caño”. “No es algo fácil, implica un entrenamiento. Al no ser fácil, no puede ser sensual o erótico. Yo me especialicé en la parte más deportiva, y lo miro desde ese lado”. Pero hay una mejor noticia que Leal tiene para dar: cualquiera que tenga ganas puede hacer pole dance, incluso si nunca antes hizo actividad física. “Lo ideal es que se combine con otra gimnasia, como pesas con potencia o crossfit, pero cualquier ama de casa puede hacerlo. De hecho, mi alumna más chica era una nena de cuatro años que iba con su mamá y la mayor tiene unos 55”.
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