Quedan 12 partidos para que el Mundial termine. Y sería una buena iniciativa que todos dejen de usar las palabras sorpresas o sorprendentes para calificar el presente de los seleccionados que aún quedan en competencia.

Sólo los necios y ciegos pueden opinar que Colombia es una revelación. Desde antes de llegar a tierra brasileña, los dirigidos por José Pekerman demostraron ser un rival peligroso, no sólo porque se mostraron como un equipo sólido, sino porque juegan bien. Y no insista: si eliminan a Brasil tampoco será ninguna sorpresa.

Haga un esfuerzo y piense: ¿qué tiene de novedoso que Costa Rica haya llegado a cuartos de final si venció a Italia y a Uruguay y empató con Inglaterra? Nada. Y tampoco habrá que rasgarse las vestiduras si continúa avanzando en el certamen.

Esos son dos claros ejemplos, pero hay otros aspectos que brillan en esta especie de teoría. Los equipos ordenados y sólidos en defensa están haciendo temblar a los cucos. Chile casi amargó a Brasil y ayer Holanda tuvo que esforzarse para poder vencer a un aguerrido México. Por eso, querido lector, no deje que le vendan gato por liebre.

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