El día en que el peronismo quedó huérfano

El 1 de julio de 1974 el Movimiento Justicialista se quedó sin su líder. Su legado político marcó a fuego la historia de la Nación

DOLOR. Editorial Atlántida publicó la foto de un soldado que, en julio del 74, lloró sin consuelo la muerte de Perón.  DOLOR. Editorial Atlántida publicó la foto de un soldado que, en julio del 74, lloró sin consuelo la muerte de Perón.
01 Julio 2014
BUENOS AIRES. - Juan Domingo Perón, fundador del movimiento de masas que marcó un antes y un después en la historia argentina del siglo XX, moría hace 40 años en ejercicio de la presidencia y con su partida, el país se quedaba huérfano de liderazgo ante una creciente espiral de violencia que preanunciaba el terrorismo de Estado. Sin embargo, a varias décadas de su muerte, el movimiento que fundara continúa siendo la fuerza política mayoritaria de la República Argentina.

El viejo caudillo había vuelto definitivamente al país, el 20 de junio de 1973, pero lo que debía ser una fiesta popular que iba a celebrarse en las inmediaciones del aeropuerto de Ezeiza se convirtió en una tragedia. Sectores de izquierda y derecha del peronismo se enfrentaron con armas de fuego, dejando un saldo impreciso de muertos y heridos. Ante esos hechos, renuncia a la presidencia Héctor Cámpora, tras apenas 50 días de gobierno, y adelanta las elecciones, en la cuales Perón se presentó secundado de su mujer, María Estela Martínez, conocida popularmente como Isabelita. Ganó con el 62% de los votos.

El general, por la crisis que vivía el país, quiso acordar un pacto social entre el Gobierno, empresarios y sindicalistas. El 1º de mayo de 1974 en el acto del Día del Trabajador el general Perón les dijo “imberbes y estúpidos” a los montoneros, que se retiraron en medio del discurso del líder. En el último acto antes de su muerte, Perón cerraba su discurso con palabras de reconocimiento al pueblo que le había sido leal en sus tres presidencias: “llevo en mis oídos la más maravillosa música que es la palabra del pueblo argentino”. Su salud se quebraba día a día.

El 1 de julio, a las 13.15, los médicos firman el certificado de defunción de Perón, en el cual se consigna que el paciente muere a causa de “una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca”.

“Ha muerto un apóstol de la paz y la no violencia”, anunció con voz entrecortada por televisión Isabel, la mujer que desde ese día gobernará el país hasta el 24 de marzo de 1976, cuando sería derrocada en el golpe de Estado y reemplazada por una junta militar.

El cuerpo de Perón es trasladado a la Catedral Metropolitana el 2 julio, y por la tarde es conducido hasta el Congreso, donde sus restos permanecieron hasta el 4. La congoja popular ante la pérdida del hombre que había concedido derechos sociales y ciudadanos a los trabajadores era enorme, tanto como la incertidumbre que provocaba el vacío político que dejaba con su ausencia.

Uno de los episodios más misteriosos tras la muerte del general Perón fue la profanación a su tumba y la posterior desaparición de las manos del cadáver. El periodista Claudio Negrete, que investigó el atentado a la bóveda en el cementerio de Chacarita, dijo que no se llegó a ninguna conclusión ni hay responsables. “Ni siquiera los dirigentes del peronismo que permanecieron en el poder gracias a Perón quisieron investigar”, sostuvo. (Télam-Especial)

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