Por Nicolás Iriarte
06 Julio 2014
¿CON LA MANO? Biglia pelea una pelota con Fellaini y da toda la sensación de que la impacta con la mano, de espaldas al grandote de Bélgica, en el primer tiempo.
“Llegó el momento de dar otro paso. Llevo siete años en esta entidad. Es el momento justo para cambiar de aire”, dijo hace poco más de un año Lucas Biglia. El volante llevaba casi una vida en Anderlecht de Bruselas y sentía que debía dejar su segunda casa para jugar en la primera: la Selección Argentina.
Biglia pasó a Lazio de Italia, ganó algo de prestigio y sus dos decisiones le valieron la oportunidad de ayer: jugar como titular en los cuartos de final de un Mundial. El conocimiento del fútbol belga después de su experiencia pudo incidir no sólo en su inclusión en el equipo sino también en su buen rendimiento.
Lo mismo para su voluntad de mudarse a un fútbol más competitivo y darle a Alejandro Sabella una opción con rodaje de más calidad, algo que aseguró su convocatoria al Mundial allá por mayo.
Ayer no sólo fue el jugador que más corrió en el campo (sólo detrás de Marouane Fellaini), sino uno de los que más recuperó el balón, algo que le estaba costando demasiado a Fernando Gago, el jugador al que reemplazó tras el 1-0 a Suiza.
Quizás allí esté una de las claves para el cambio: nadie podrá decir que Biglia entró sólo por su cercanía con los belgas sino porque además podía aportar algo más que el jugador de Boca.
Lo extraño y también positivo del partido del hombre nacido en Mercedes, provincia de Buenos Aires, fue la cantidad de faltas que recibió. Varias y duras fueron las que le cometieron, evidenciando un desconcierto en los medio campistas belgas. Incluso condicionó a dos jugadores rivales: Eden Hazard, el referente de los europeos, y Toby Alderweireld recibieron amarillas por dos infracciones contra él. La del 10 de Chelsea llegó tras un robo del argentino.
La mancha negra de su tarde fue la amarilla que recibió por una falta ante Jan Vertonghen aunque, por suerte, llegó cuando faltaba poco y pudo ejercer su marca sin amenaza de expulsión.
Las conclusiones para Sabella serán positivas: puede haber encontrado un mejor socio para Javier Mascherano, omnipresente en la cancha.
Biglia pasó a Lazio de Italia, ganó algo de prestigio y sus dos decisiones le valieron la oportunidad de ayer: jugar como titular en los cuartos de final de un Mundial. El conocimiento del fútbol belga después de su experiencia pudo incidir no sólo en su inclusión en el equipo sino también en su buen rendimiento.
Lo mismo para su voluntad de mudarse a un fútbol más competitivo y darle a Alejandro Sabella una opción con rodaje de más calidad, algo que aseguró su convocatoria al Mundial allá por mayo.
Ayer no sólo fue el jugador que más corrió en el campo (sólo detrás de Marouane Fellaini), sino uno de los que más recuperó el balón, algo que le estaba costando demasiado a Fernando Gago, el jugador al que reemplazó tras el 1-0 a Suiza.
Quizás allí esté una de las claves para el cambio: nadie podrá decir que Biglia entró sólo por su cercanía con los belgas sino porque además podía aportar algo más que el jugador de Boca.
Lo extraño y también positivo del partido del hombre nacido en Mercedes, provincia de Buenos Aires, fue la cantidad de faltas que recibió. Varias y duras fueron las que le cometieron, evidenciando un desconcierto en los medio campistas belgas. Incluso condicionó a dos jugadores rivales: Eden Hazard, el referente de los europeos, y Toby Alderweireld recibieron amarillas por dos infracciones contra él. La del 10 de Chelsea llegó tras un robo del argentino.
La mancha negra de su tarde fue la amarilla que recibió por una falta ante Jan Vertonghen aunque, por suerte, llegó cuando faltaba poco y pudo ejercer su marca sin amenaza de expulsión.
Las conclusiones para Sabella serán positivas: puede haber encontrado un mejor socio para Javier Mascherano, omnipresente en la cancha.