Por Gustavo Cobos
11 Julio 2014
The Wonder Years fue una serie estadounidense que se emitió entre fines de los 80 y principios de los 90, en la que un hombre contaba las historias que vivió cuando dejaba la niñez y comenzaba la adolescencia. El relato de ese transitar hacia la vida adulta llegó a Argentina bajo el nombre de “Aquellos años felices” o “Kevin, creciendo con amor”. Quienes coincidimos, unos años más o menos, con la edad de los protagonistas de la serie, nos sentíamos identificados con las desavenencias de Kevin y sus amigos.
El martes a la noche nos reencontramos con los compañeros del secundario luego de 18 años de haber egresado, con varios kilos de más y menos pelo en la cabeza los hombres, y con la belleza inalterable de nuestras compañeras. Confieso que había un par de personas que no recordaba que habían cursado conmigo, y otros a quienes difícilmente los hubiera identificado al cruzarlos en la calle. Pero tal como Kevin, el encuentro sirvió para que relatáramos lo que habíamos vivido. Las anécdotas fueron desde aquella materia que logramos aprobar casi sin estudiar, hasta las borracheras en Bariloche, pasando obviamente por los amores adolescentes. Ese primer beso, esa primera fábula de amor, como dice la canción.
El último capítulo de The Wonder Years termina con la voz del Kevin adulto: “Como dije, las cosas nunca son como las planeas, crecer sucede en un latido. Un día estás en pañales, y al día siguiente te vas, pero los recuerdos permanecen contigo todo el camino. Recuerdo un lugar, un suburbio, una casa, una casa como muchas casas, un patio como muchos otros patios, y una calle como muchas otras calles. Pero lo curioso es que, después de todos estos años, aún lo recuerdo, maravillado”.
El martes a la noche nos reencontramos con los compañeros del secundario luego de 18 años de haber egresado, con varios kilos de más y menos pelo en la cabeza los hombres, y con la belleza inalterable de nuestras compañeras. Confieso que había un par de personas que no recordaba que habían cursado conmigo, y otros a quienes difícilmente los hubiera identificado al cruzarlos en la calle. Pero tal como Kevin, el encuentro sirvió para que relatáramos lo que habíamos vivido. Las anécdotas fueron desde aquella materia que logramos aprobar casi sin estudiar, hasta las borracheras en Bariloche, pasando obviamente por los amores adolescentes. Ese primer beso, esa primera fábula de amor, como dice la canción.
El último capítulo de The Wonder Years termina con la voz del Kevin adulto: “Como dije, las cosas nunca son como las planeas, crecer sucede en un latido. Un día estás en pañales, y al día siguiente te vas, pero los recuerdos permanecen contigo todo el camino. Recuerdo un lugar, un suburbio, una casa, una casa como muchas casas, un patio como muchos otros patios, y una calle como muchas otras calles. Pero lo curioso es que, después de todos estos años, aún lo recuerdo, maravillado”.
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