Una historia de la economía

La autora es la guionista de Mente brillante.

EN EL CINE. Russell Crowe interpreta al premio Nobel John Nash, en la premiada “Una mente brillante”, de la que Nasar fue guionista. EN EL CINE. Russell Crowe interpreta al premio Nobel John Nash, en la premiada “Una mente brillante”, de la que Nasar fue guionista.
27 Julio 2014
Ensayo
La gran búsqueda
Sylvia Nasar
(Debate – Buenos Aires)

El libro de Sylvia Nasar, titular de la cátedra “James Knight” de la Facultad de periodismo de la Universidad de Columbia, sintetiza el desarrollo de las ideas en el campo de la economía (y no solamente) a lo largo de los últimos 200 años.

La autora se tomó el trabajo de aprender economía, probablemente estimulada por el hecho de haber conocido a John Nash, sobre cuya vida se filmó la película Mente brillante con un guión suyo.

El texto logra penetrar profundamente las ideas que cada uno de los economistas estudiados pudo concebir. Así, desde Marx y hasta Keynes, se va narrando la evolución en el campo económico, mostrando los aportes de cada uno de sus protagonistas, identificando aciertos y errores a la luz de lo que “se sabe” en el presente.

Queda claro, por ejemplo, que desde principios del siglo XX a los economistas les preocupaba especialmente el comportamiento errático, cíclico de la economía: cada tanto las grandes economías de los países que lideraban el mundo caían en recesiones y depresiones cuya gravedad era equivalente al efecto de las pestes o de los guerras, en la medida en que costaban vidas y sufrimientos a millones de seres humanos.

Queda también claro que aún hasta hoy, de tanto en tanto el mundo “cae” en estos pantanos y que la “gente de la calle” tiende a culpar a los banqueros, a los ricos, a los políticos o a los judíos por hechos que poco o nada tienen que ver con ninguno de ellos. Pareciera que ya desde hace más de un siglo la explicación superficial de los hechos amenaza el entendimiento cabal de los mismos.

Así, ni las hipotecas “sub-prime” ni la caída de algunos bancos y financieras poderosas en los Estados Unidos en 2008 parecen haber sido la principal causa de la crisis actual, sino más bien su efecto o su disparador, al estilo de la gota que hace rebasar el vaso.

En 1918, terminada la Primera Guerra Mundial, muchos economistas lucharon por sus ideas para poner de nuevo a funcionar el mundo. Keynes, por ejemplo, tenía muy claro, cuando se discutía el tratado de Versalles, el complejísimo mapa de la Europa de post-guerra y que no podía cargarse sobre Alemania el costo de la guerra. La “sociedad abierta” ganó la Primera Guerra, pero la “sociedad cerrada” terminó por imponerse en buena parte de Europa al final de la Segunda.

Una herramienta
Hay otra idea interesantísima, enfatizada por Sylvia Nasar, que alude a la calificación que hiciera el gran Alfred Marshall de la economía moderna: “La economía es como un organon, palabra griega que significa herramienta; más que un conjunto de verdades es un motor de análisis diseñado para alcanzar la verdad, un instrumento que nunca será perfecto sino que requerirá de mejoras continuas, adaptaciones e innovaciones.”

Esta “caja de herramientas” no garantiza a priori ningún producto acabado (una “sociedad perfecta”) pero ayuda a comprender –en parte- el funcionamiento de la compleja maquinaria que sostiene con vida a los habitantes del planeta.

Como las cuchillas de pedernal y de obsidiana, esta “herramienta” (inmaterial, por cierto) debería ser capaz de separar, en el cuerpo de las cosas, lo sustancial de lo superfluo.

Se trata, en suma, de un libro que puede ser leído como una novela, con personajes reales pero también fantasmales que influyeron sobre la marcha de las cosas y lo siguen haciendo después de muertos. Como señalara Keynes: “Los políticos de hoy son muchas veces esclavos de algún economista difunto”.

© LA GACETA
Franco Eugenio Nanni

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