Por Carlos Páez de la Torre H
20 Agosto 2014
PEDRO JOSÉ GONZÁLEZ. Fue largos años catedrático de Historia Argentina en la UNT la gaceta / archivo
Enluta a los historiadores la muerte del profesor Pedro José González. Tenía 89 años. Había nacido en Santiago del Estero, pero se radicó muy joven entre nosotros. Aquí se recibió de profesor de Historia, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, y aquí formó su armonioso hogar con Teresa Villarrubia Norry.
Dictó hasta su jubilación la cátedra de Historia Argentina en la casa donde se graduó. Mostró su afinidad con el estudio del pasado, en buenos trabajos de investigación que aparecieron en revistas especializadas y en actas de Congresos.
Fue miembro fundador de número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Sinceramente preocupado por los temas de la enseñanza, desempeñó también con eficacia y responsabilidad la función pública, cuando lo llamaron a ejercerla. Entre 1968 y 1982 fue sucesivamente, durante diversos tramos, interventor del Consejo de Educación de Tucumán, subsecretario de Educación y secretario de Estado de Educación y Cultura.
Culto y educado, lo caracterizaba una natural distinción en su aspecto y en sus modales. Esto se mostraba en el trato inveteradamente cordial y afable, en la sonrisa siempre pronta, y en el interés que su conversación vivaz ponía para considerar los puntos de vista del interlocutor. No tenía miedo a las ideas y alentaba un profundo sentido ético de la vida. La disciplina histórica, en la que tenía amplia versación, satisfacía su espíritu de argentino auténtico y su condición de hombre de bien.
Quienes nos honramos con la amistad del profesor González, habremos de sentir intensamente su ausencia.
Dictó hasta su jubilación la cátedra de Historia Argentina en la casa donde se graduó. Mostró su afinidad con el estudio del pasado, en buenos trabajos de investigación que aparecieron en revistas especializadas y en actas de Congresos.
Fue miembro fundador de número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Sinceramente preocupado por los temas de la enseñanza, desempeñó también con eficacia y responsabilidad la función pública, cuando lo llamaron a ejercerla. Entre 1968 y 1982 fue sucesivamente, durante diversos tramos, interventor del Consejo de Educación de Tucumán, subsecretario de Educación y secretario de Estado de Educación y Cultura.
Culto y educado, lo caracterizaba una natural distinción en su aspecto y en sus modales. Esto se mostraba en el trato inveteradamente cordial y afable, en la sonrisa siempre pronta, y en el interés que su conversación vivaz ponía para considerar los puntos de vista del interlocutor. No tenía miedo a las ideas y alentaba un profundo sentido ético de la vida. La disciplina histórica, en la que tenía amplia versación, satisfacía su espíritu de argentino auténtico y su condición de hombre de bien.
Quienes nos honramos con la amistad del profesor González, habremos de sentir intensamente su ausencia.
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