Lilian Clark: Entre la ética y la esperanza materna

05 Septiembre 2014
Cada mañana llegaba a la habitación de su hijo con una sonrisa. Le apretaba suavemente la mano y miraba el monitor para ver qué decían esos impulsos involuntarios que para ella, Lilian Clark (foto), se habían convertido en una prueba de vida. “Yo sé que está. Le cuento cómo está el día, le hablo mucho... Pienso que está renaciendo”, contaba la mamá de Gustavo Cerati. Nunca perdió la esperanza de que su hijo se recuperara y se opuso a que fuera desconectado del respirador artificial. Para una madre, cuatro años y medio de vida vegetativa no es razón para no despertar. La ciencia puede decir lo que quiera, pero para ella los milagros habrían podido existir.

Quién se hubiera animado a contradecirla, se pregunta la doctora en Filosofía Cristina Bulacio, que integró la comisión de Bioética de la UNT. “Si bien hay una ética que es pública, esa (mantenerlo conectado) era una decisión personal, un gesto privado y complejo” -señala-. El límite lo da la ciencia, pero la esperanza del hombre no tiene límites, y en ese sentido la decisión de mantener con vida a un hijo es respetable, y ante eso la ética sólo puede guardar silencio. En algunos casos cuando un familiar está de acuerdo y el otro no, se recurre a la Justicia y el juez se enfrenta a un dilema. La ética se mueve entre dilemas. Lo claro es que la ética no avala el encarnizamiento terapéutico, tenerlo enchufado, por ejemplo, pero la esperanza de una madre no se puede discutir”.

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