Por Andrés Burgo
07 Septiembre 2014
LE COSTÓ. El “Luchador” Menéndez, que le gana el balón a Mandarino, no tuvo chances de lastimar al arquero Díaz.
Alguna vez tenía que suceder y sucedió contra el rival y en el escenario que menos duelen: perder ante el gran candidato, Huracán, y en Parque Patricios, sonaba a inicios de temporada a algo así como una derrota permitida. O dicho de otro modo, si Atlético fuese un fumador dispuesto a dejar el cigarrillo y en su plan de recuperación tuviese un día autorizado para reincidir en su vicio, el 1-2 de ayer sería la recaída menos dañina en su lucha antitabaco.
El combo de haber cedido el invicto (pero no la punta) incluyó, además, que Atlético volvió a ser en los primeros 25 minutos el equipo unplugged de los años anteriores. Fue el regreso a una versión liviana que no se había visto en las cinco fechas iniciales: un “decano” con mandíbula floja ante el primer golpe. Ya el 1 a 0 de Huracán, a los 4 minutos, fue un ejemplo de ese Atlético anestesiado y con el viento en contra: Patricio Toranzo le dio a una asistencia a Ramón Ábila y el 9 le erró a la pelota, pero su desgracia fue su fortuna porque Cristian Lucchetti quedó descolocado y “Pato” terminó festejando lo que en principio era una asistencia a su goleador.
Atlético continuó partido en el medio y estresado en la defensa, especialmente en las puntas: Cristian Espinoza mareaba a Franco Sbuttoni por la izquierda y Gonzalo Martínez desbordaba a Eduardo Casáis. Así llegó el segundo gol y pareció un nocaut: corrida de Martínez y centro que terminó con un penal de Sbuttoni a Ábila.
Entonces Atlético despertó, llegó el gol histórico de Lucchetti, el primero de un arquero en el club en torneos oficiales de AFA (según Silvio Nava, historiador del club), y hasta pudo empatarlo si no fuera por la mala definición de Diego Jara. El ingreso de Jonathan Gómez reactivó al equipo, en especial porque Francisco Grahl y Gastón Giménez tuvieron más compañía, aunque en definitiva Atlético ya había quedado prisionero de su desconexión en los primeros 25’, un apagón que lo llevó a sacrificar el invicto, pero no la punta.
El combo de haber cedido el invicto (pero no la punta) incluyó, además, que Atlético volvió a ser en los primeros 25 minutos el equipo unplugged de los años anteriores. Fue el regreso a una versión liviana que no se había visto en las cinco fechas iniciales: un “decano” con mandíbula floja ante el primer golpe. Ya el 1 a 0 de Huracán, a los 4 minutos, fue un ejemplo de ese Atlético anestesiado y con el viento en contra: Patricio Toranzo le dio a una asistencia a Ramón Ábila y el 9 le erró a la pelota, pero su desgracia fue su fortuna porque Cristian Lucchetti quedó descolocado y “Pato” terminó festejando lo que en principio era una asistencia a su goleador.
Atlético continuó partido en el medio y estresado en la defensa, especialmente en las puntas: Cristian Espinoza mareaba a Franco Sbuttoni por la izquierda y Gonzalo Martínez desbordaba a Eduardo Casáis. Así llegó el segundo gol y pareció un nocaut: corrida de Martínez y centro que terminó con un penal de Sbuttoni a Ábila.
Entonces Atlético despertó, llegó el gol histórico de Lucchetti, el primero de un arquero en el club en torneos oficiales de AFA (según Silvio Nava, historiador del club), y hasta pudo empatarlo si no fuera por la mala definición de Diego Jara. El ingreso de Jonathan Gómez reactivó al equipo, en especial porque Francisco Grahl y Gastón Giménez tuvieron más compañía, aunque en definitiva Atlético ya había quedado prisionero de su desconexión en los primeros 25’, un apagón que lo llevó a sacrificar el invicto, pero no la punta.