El Monumental está pintado y en orden

Los hinchas de Atlético mostraron su lado más artístico a la hora de pintar los murales alrededor del estadio. La iniciativa sedujo a propios y extraños.

ATLÉTICO Y LA CIUDAD. Ávila dejó casi terminado su mural a mitad de calle Laprida en el que puede apreciarse el panorama de la urbe y una criatura con alas y el torso hecho con el escudo de Atlético.   ATLÉTICO Y LA CIUDAD. Ávila dejó casi terminado su mural a mitad de calle Laprida en el que puede apreciarse el panorama de la urbe y una criatura con alas y el torso hecho con el escudo de Atlético.
Mirar, saltar, sufrir, gritar, llorar, cantar, fumar, tomar, abrazar, insultar y hasta pelear. Las actividades que un hincha comparte con sus pares en la cancha son variadas y hasta pocas veces imaginadas en cualquier otro contexto. A esa lista, por estos días, se sumó la de pintar para los fanáticos de Atlético convirtiendo la Laprida al 1.300 en taller de arte al aire libre.

Así como un partido de fútbol, en un contexto de violencia, puede sacar lo peor de una persona, el concurso de murales que lanzó el “decano” por su cumpleaños número 112, quizás exprima lo mejor, o al menos algo muy bueno.

El miércoles, aprovechando el feriado, los 10 grupos que presentaron sus bocetos de murales hasta el 23 a la noche al club, se fueron hasta la cancha pero para quedarse afuera, a diferencia de todos los domingos, una de las particularidades de la actividad.

Con los pinceles en mano, comenzaron a estampar sobre el estadio de su equipo, aquello que dibujaron en sus cuadernos de la escuela por años, que se tatuaron en el cuerpo o que pintaron rápida y clandestinamente con un aerosol en la pared de algún vecino.

Esta vez, no sólo tenían todo el tiempo del mundo, sino también el espacio y el incentivo.

“El Potrero” fue uno de los pocos grupos que pudo terminar su trabajo ese mismo día. El miércoles, bien temprano, llegó Pablo Heredia, uno de los más fanáticos, junto a dos jugadores convocados especialmente: Ian Turowski (31) y Matíaz Guerrero (29) dos artistas “decanos” que se dedican a hacer grafitis desde hace 16 años.

Ambos pidieron exclusivamente el codo de Laprida y Bolivia, un espacio amplio para que allí entre la gloria contemporánea más grande del club: Luis Rodríguez.

Con un celular a mano y varias fotos del goleador en distintas poses, Guerrero fue guiándose hasta retratarlo en su clásica postura: festejando un gol. Para pintarlo, se valió de un rodillo, pinceles y aerosoles como los que usa para su trabajo y mezcló varios celestes. Guerrero pasa más tiempo pintando que alentando pero no duda en calificarse como simpatizante.

A unos metros de ahí, estaba Luis Enrique Ávila (47) y sus hijos Luis (9 años) y David (8). Luis es arquitecto, maestro de arte en la escuela de campo Las Carreras y, por sobre todas las cosas, fanático de Atlético. “Es la primera vez que pinto un mural de Atlético, siempre quise hacerlo”, confesó Ávila, que ya había pintado para la escuela pero nunca con sus colores favoritos: celeste y blanco.



Una criatura con alas, el escudo de Atlético como torso, el panorama de la ciudad y unas vigas en alusión a la cancha fue el dibujo que plasmó en la pared (todo con pintura sintética), después de “curarla” y emparejarla con engrudo y enduido para poder trabajar cómodamente.

Ya con el dibujo en la pared, del relleno de las partes bajas se encargaban los pequeños. “Siempre me ayudan en las pinturas y me acompañan a la cancha”, explica Ávila.

Situado otros metros más cercanos a calle Chile, está Matías Santillán, quien junto a amigos y familiares intentan poner en la pared lo que él lleva en el pecho, tatuado desde hace tres años: una mezcla entre el escudo nacional argentino y el de Atlético.

“La idea me la dio mi tío, Abel Naveira. Al principio queríamos hacer una bandera y al final nunca se dio, por eso decidí tatuármelo”, explica el joven de 29 años.

La jornada de pintura fue interrumpida al mediodía con una choripaneada entre todos los artistas e hinchas, los experimentados y los no tanto. Incluso, sin conocerse unos a otros, surgió el espíritu de hermandad entre todos y decidieron no pintar solos ese día por la noche, temiendo que hinchas de San Martín pasaran por allí y lo vieran como una provocación.

La propuesta agradó a los que no se anotaron y desde la organización del evento, admitieron que si el espacio es suficiente, permitirán que se agreguen más murales.

Santillán, Ávila y el resto (salvo los chicos del grupo “El Potrero”) pasaron a un cuarto intermedio hasta hoy, salteándose la jornada de ayer por la feria de los jueves.

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