El desafío para la salud pública es lograr inmunizar a los adultos

Los destinatarios son las personas de entre 19 y 65 años, que con constituyen los típicos grupos de riesgo. Es importante no olvidar los refuerzos periódicos e incorporar las nuevas inmunizaciones. “Hay vacunas para todas las edades de la vida”, señaló Carla Vizzotti, responsable del Programa de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud de la Nación

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13 Enero 2015
Hoy ninguna mamá se asombra si el médico le recomienda vacunas para su bebé. Después de mucho esfuerzo, se ha logrado vencer resistencias y se ha instalado socialmente la importancia de cumplir el calendario de vacunas para prevenir enfermedades graves. Pero es bastante más inusual que se piense en inmunizar a los mayores de 15 años para beneficio de la salud global. Por eso la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se ha planteado como objetivo lograr una transición de conceptos: pasar de la inmunización infantil a la inmunización familiar.

“El objetivo es que la inmunización en adultos forme parte de la práctica habitual de la consulta médica”, destaca, por su parte, el documento “Normas nacionales de vacunación”, del Ministerio de Salud, donde se reconoce que un alto porcentaje de morbimortalidad en adultos se asocia a enfermedades inmunoprevenibles. “Hoy por hoy, están más concientizados los adultos mayores (+ de 65) que los ‘intermedios (entre 19 y 65 años)”, advirtió la infectóloga tucumana Sara Aulet

No pasa solo en nuestro país: un estudio publicado en la revista “Annals of Internal Medicine” reconoce que es común que se desaprovechen oportunidades de prevención, en parte porque el estado de vacunación no es evaluado en la visita médica, y en parte porque la mayoría de los especialistas no informa a sus pacientes sobre las inmunizaciones disponibles y recomendadas.

“Hay que cambiar la idea de que sólo los niños deben vacunarse. Hay vacunas para todas las edades de la vida”, resumió Carla Vizzotti, del Programa de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud de la Nación, durante el 8° Seminario de Actualización en Periodismo Científico. “Tenemos que lograr incrementar la tasa de vacunación entre los adultos, algo que definitivamente no está difundido”, añadió.

Vacunas disponibles
Los mayores de 15, en nuestro país, pueden protegerse (y sería muy saludable que lo hicieran) de enfermedades como la rubéola, el sarampión, la hepatitis B, la gripe, el virus papiloma humano (VPH), el tétanos y la enfermedad neumocócica. “Todos los mayores de 15 años deberían reforzar las vacunas según lo indica el calendario -resaltó la doctora Aulet-. “Por ejemplo, la vacuna doble bacteriana, contra la difteria y el tétanos, debería reforzarse cada 10 años, a partir de los 15, y durante toda la vida”, añadió.

Algo semejante ocurre con la hepatitis B: el Ministerio de Salud lanzó un programa nacional obligatorio y gratuito para todos los argentinos, sobre todo los mayores de 20 años, pero muy pocos lo cumplen.

El gran enemigo mortal
Se “ensaña” con los mayores de 55 años y causa un gran impacto sobre la salud: produce cerca de 1,6 millón de muertes anuales en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo. El Streptococcus pneumoniae -tal su nombre completo- provoca patologías severas como neumonía y meningitis. Y como la bacteria se hace resistente a los antibióticos convencionales, es muy importante la vacunación para prevenir la enfermedad.

Tradicionalmente, la población de mayor riesgo eran los adultos mayores y los niños menores de 2 años. Pero una investigación reciente del Instituto Sabin muestra que, desde la introducción de la vacuna, disminuyeron los casos infantiles, y que la carga de la enfermedad se concentra ahora en la población adulta: según el Ministerio de Salud de la Nación, anualmente fallecen 18.000 adultos mayores de 50 años por esta enfermedad. Por eso el calendario de vacunas la recomienda a partir de los 50 años.

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