16 Enero 2015
NACIENDO. Con el agua, las plantas tendrán un buen desarrollo.
Juan Carlos Morales, asesor agropecuario, relacionó el futuro del maíz en Tucumán al de la soja y, por lógica, ambas producciones atadas a la humedad del suelo.
“Por su baja rentabilidad, estimo que este año se harán menos hectáreas con maíz. La soja viene atrasada en su siembra en muchas zonas, lo que también retrasa al maíz. Esa demora en la soja, inclina el interés por hacer maíz y/o poroto. Las fechas tardías no son viables para la soja, así que pueden volcarse al maíz, con lo que el productor gana en elasticidad para sembrar. Pero el maíz tiene una rentabilidad negativa, así que arrancarán con números en rojo”, resumió el consultor de productores y empresas agropecuarias.
Morales reconoció que los agricultores enfrentan serios problemas económicos. “Los altos costos son intratables. Los commodities, los precios, hoy enfrentan una baja mundial porque los valores están estancados. Los mayores costos están en los fertilizantes y en los controles sanitarios. Un informe reciente de los Grupos CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) señala que más del 90% del cultivo de maíz en la Argentina tiene rentabilidad negativa, por lo que los productores deciden guardarse”, describió.
Hablando de costos, “las semillas híbridas se deben comprar todos los años; cuestan U$S 150/ha, un valor que no varía por compras grandes. En cuanto a los servicios (siembra, pulverización y cosecha), sus costos no hay forma de disminuirlos. Pero la fertilización es algo que sí está cortando el productor, lo que atenta contra la productividad. Además, a veces el agricultor no usa el híbrido para sembrar, sino el hijo de ese híbrido, lo que significa una menor producción”.
En el caso de Tucumán, comentó Morales, “se hacen maíces de baja tecnología. En pizarra pagan $ 1.000 por tonelada, pero el flete hasta Rosario cuesta $ 500, así que quedan $ 500 para cubrir los costos. Por eso, la ecuación económica es negativa”, ejemplificó.
¿Tucumán no logró reeditar el flete diferencial que alguna vez tuvo”, consultamos. “Se pidió que sea reinstalado, pero las gestiones no avanzaron. El problema es que el flete es idéntico para cualquier producción, por lo que si el precio del commoditie es bajo, no existe un flete diferencial para el maíz ni para ninguna producción agroindustrial”, precisó.
¿Hay incentivos para hacer más maíz”, preguntó LA GACETA Rural. “Existe la posibilidad de hacer bioetanol, pero el productor no se inclina por eso. Está el consumo para vacunos, pollos y cerdos, pero hay un escaso interés. Hasta se habló de que las destilerías de ingenios podrían hacer maíz y sorgo, para aprovechar el tiempo ocioso en esas industrias, pero no se avanzó”, reconoció con preocupación.
“Por su baja rentabilidad, estimo que este año se harán menos hectáreas con maíz. La soja viene atrasada en su siembra en muchas zonas, lo que también retrasa al maíz. Esa demora en la soja, inclina el interés por hacer maíz y/o poroto. Las fechas tardías no son viables para la soja, así que pueden volcarse al maíz, con lo que el productor gana en elasticidad para sembrar. Pero el maíz tiene una rentabilidad negativa, así que arrancarán con números en rojo”, resumió el consultor de productores y empresas agropecuarias.
Morales reconoció que los agricultores enfrentan serios problemas económicos. “Los altos costos son intratables. Los commodities, los precios, hoy enfrentan una baja mundial porque los valores están estancados. Los mayores costos están en los fertilizantes y en los controles sanitarios. Un informe reciente de los Grupos CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) señala que más del 90% del cultivo de maíz en la Argentina tiene rentabilidad negativa, por lo que los productores deciden guardarse”, describió.
Hablando de costos, “las semillas híbridas se deben comprar todos los años; cuestan U$S 150/ha, un valor que no varía por compras grandes. En cuanto a los servicios (siembra, pulverización y cosecha), sus costos no hay forma de disminuirlos. Pero la fertilización es algo que sí está cortando el productor, lo que atenta contra la productividad. Además, a veces el agricultor no usa el híbrido para sembrar, sino el hijo de ese híbrido, lo que significa una menor producción”.
En el caso de Tucumán, comentó Morales, “se hacen maíces de baja tecnología. En pizarra pagan $ 1.000 por tonelada, pero el flete hasta Rosario cuesta $ 500, así que quedan $ 500 para cubrir los costos. Por eso, la ecuación económica es negativa”, ejemplificó.
¿Tucumán no logró reeditar el flete diferencial que alguna vez tuvo”, consultamos. “Se pidió que sea reinstalado, pero las gestiones no avanzaron. El problema es que el flete es idéntico para cualquier producción, por lo que si el precio del commoditie es bajo, no existe un flete diferencial para el maíz ni para ninguna producción agroindustrial”, precisó.
¿Hay incentivos para hacer más maíz”, preguntó LA GACETA Rural. “Existe la posibilidad de hacer bioetanol, pero el productor no se inclina por eso. Está el consumo para vacunos, pollos y cerdos, pero hay un escaso interés. Hasta se habló de que las destilerías de ingenios podrían hacer maíz y sorgo, para aprovechar el tiempo ocioso en esas industrias, pero no se avanzó”, reconoció con preocupación.
Temas
Rosario