La impotencia del fin de ciclo

BUENOS AIRES.- Mientras la casta política está enfrascada en el proceso electoral y enfrenta denuncias y procesos judiciales de la más variada etiología, la economía se encuentra estancada, con una alta tasa de inflación y con un frente externo muy complicado.

La muerte del niño Néstor Femenías, como consecuencia de su desnutrición, terminó de definir los sucesivos fracasos del modelo económico, frente a la total desidia de la dirigencia política que prefirió atender sus minúsculas rencillas. ¿Cómo es posible que en un país que produce alimentos para 100 millones de habitantes, existan niños con hambre, tal como lo demuestran las 3 millones de Asignaciones Universales por Hijo que se pagan mensualmente? ¿Cuántos casos más como el de Néstor son ocultados por la política?

La demanda interna cayó abruptamente a partir del alto endeudamiento de las familias que, virtualmente, han bajado sustantivamente sus niveles de consumo.

La apuesta al mercado interno encontró un techo y, a menos que el Gobierno vuelque una fuerte suma de dinero sobre el consumo, difícilmente pueda cambiar la tendencia.

Es posible que en 2015, de no mediar esa inyección de fondos, la tasa de inflación se modere ayudada por la recesión.

Pero el país deberá enfrentar un mercado externo significativamente complicado, con caída de precios de los bienes exportables y con menor demanda externa.

Al mismo tiempo, la administración Kirchner está sufriendo nuevos castigos, ante los tribunales internacionales. El reciente fallo de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en el que se obliga al país a eliminar las Declaraciones Juradas de Importación (DJAI) es un claro exponente de la crisis sistémica del modelo.

Frente a ese fallo, el retraso en el tipo de cambio opera como un salvavidas de plomo para la actividad productiva local, que ve como diariamente como se destruyen cientos de puestos trabajo.

Las suspensiones y los despidos se han convertido en la principal preocupación de la dirigencia sindical, a las que se suma la inflación.

La pérdida del poder adquisitivo de los salarios disparará una fuerte disputa en las mesas de negociaciones paritarias.

Para colmo, el Gobierno está reemplazando mano de obra local con trabajadores extranjeros, tal como denunció el dirigente sindical Juan Carlos Schmidt, en el caso de los talleres ferroviarios, como consecuencia de los acuerdos firmados con China por la provisión de los nuevos trenes.

El ambiente sindical está empezando tomar temperatura y amenaza con convertirse en un caldero, en un año donde habrá también elecciones en muchos sindicatos, tal como ocurrirá en las próximas semanas con el gremio de los pilotos de aviación.

La disputa del gremio entre los hermanos Biro puede derivar en medidas de fuerza si se producen algunas irregularidades denunciadas por una de las listas. La elección es seguida de cerca por el Gobierno nacional, ya que puede profundizar la crisis que tiene Aerolíneas Argentinas (AA) justo en plena temporada alta.

Otro tanto puede ocurrir con algunos caciques sindicales aliados a la Casa Rosada afectados fuertemente por la caída en la actividad, como es el caso del sector automotor y metalmecánico, donde se avecinan suspensiones y despidos, en especial, en el sector de las PyME.

El Gobierno sigue sin prestar atención a los problemas reales de la población y opta por enfrascarse en su propia impotencia, justo cuando se inicia su fin de ciclo.

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