19 Enero 2015
LO HIZO OTRA VEZ. Nasser Al Attiyah brilló en la conducción del Mini del X-Raid, que corrió fuera de la estructura oficial BMW. Red Bull Content Pool
Es verdad que desde que está en Sudamérica el Dakar se renueva año tras año con un recorrido distinto, pero lo que jamás cambia es el grado de dificultad. La edición 2015 tuvo de todo como para afirmar que se trató de una de las más difíciles, algo que se refleja en los números: de las 406 tripulaciones que partieron desde la Casa Rosada el 3 de enero, 216 subieron a la rampa de llegada en Tecnópolis, el sábado 17. Aquellos que terminaron la carrera -y también los que no pudieron hacerlo- coincidieron que fue demasiado extrema, no sólo por la dificultad de los caminos, sino porque las condiciones climáticas.
Ya en la segunda etapa, entre Villa Carlos Paz y San Juan, la alta temperatura que superó los 66° puso en jaque a varios competidores. Aunque nada se comparó con lo que ocurrió en la siguiente jornada, entre San Juan y Chilecito, con el fallecimiento del polaco Michal Hernik, de 39 años, por hipertermia. Pero el calor no fue el único problema, también el frío y la altura se convirtieron en una trampa cuando llegaron a Uyuni, en Bolivia, a más de 3.500 msm. La altitud provocó un malestar generalizado en los participantes de autos y motos al atravesar el famoso Salar de Uyuni. El frío hizo estragos entre los motociclistas al punto que una decena abandonó por hipotermia. Eso sin contar los desperfectos mecánicos…
Con todos estos condimentos, la experiencia fue fundamental para completar los más de 9.000 kilómetros que propuso este Dakar, que jamás se detuvo ya que por primera vez hubo días de descanso alternados para sus diferentes clases. Entre los autos, el qatarí Nasser Al Attiyah aprovechó al máximo el Mini asistido por el X-Raid fuera de la estructura oficial de la marca propiedad de BMW. También fue relevante la velocidad que impuso, que ya había ganado en 2011 (esta vez triunfó en cinco de las trece especiales), para contener al sudafricano Giniel Del Villiers (Toyota), que estaba convencido de que podía ganar hasta que perdió tiempo en la etapa 9 (Iquique-Calama) y tiró la toalla.
Por el contrario, el español Marc Coma fue de menos a más y conquistó su quinto éxito tras los conseguidos en 2006, 2009, 2011 y 2014. El piloto de KTM tuvo que luchar con su compatriota Joan Barreda Bort (Honda), que tomó la punta en el segundo día. Fue una verdadera batalla en el cronómetro con Barreda tratando de alejarse y con Coma intentando descontarle tiempo. El golpe de gracia lo dio el paso por el Salar de Uyuni: la moto del líder no aguantó el salitre y lo dejó con las manos vacías. Comatomó la cima, pero tuvo que exigirse al máximo ante la presión del portugués Paulo Gonçalves.
Cuando este cambió de motor y fue penalizado con 15’ a un par de días de llegar al final, Coma pudo respirar tranquilo. El piloto, posiblemente, vuelva al Dakar en 2016 como piloto oficial Mini…
Pero no sólo hubo vencedores repetidos. El polaco Rafal Sonik y el ruso Ayrat Mardeev ganaron por primera vez en cuatriciclos y camiones, respectivamente, luego de varios intentos.
Sonik llegó al triunfo en su séptimo Dakar tras varios buenos resultados: fue 3° en 2009 y 2013 y 2° en 2014. El veterano, de 48 años, aprovechó el abandono del chileno Ignacio Casale para lograr el ansiado triunfo.
Mientras que Mardeev llegó a la victoria en su cuarto intento como piloto (otras dos veces corrió como mecánico de su padre Illgizar). Después de una lucha intensa con Eduard Nikolaev, su compatriota y compañero en Kamaz, tomó la punta en la etapa 7 y se fue derecho al triunfo.
Se fue otro Dakar. Con ganadores conocidos y otros no tanto. Pero lo que se mantiene inalterable es la dureza de una prueba en la que siempre se corre al límite.
Ya en la segunda etapa, entre Villa Carlos Paz y San Juan, la alta temperatura que superó los 66° puso en jaque a varios competidores. Aunque nada se comparó con lo que ocurrió en la siguiente jornada, entre San Juan y Chilecito, con el fallecimiento del polaco Michal Hernik, de 39 años, por hipertermia. Pero el calor no fue el único problema, también el frío y la altura se convirtieron en una trampa cuando llegaron a Uyuni, en Bolivia, a más de 3.500 msm. La altitud provocó un malestar generalizado en los participantes de autos y motos al atravesar el famoso Salar de Uyuni. El frío hizo estragos entre los motociclistas al punto que una decena abandonó por hipotermia. Eso sin contar los desperfectos mecánicos…
Con todos estos condimentos, la experiencia fue fundamental para completar los más de 9.000 kilómetros que propuso este Dakar, que jamás se detuvo ya que por primera vez hubo días de descanso alternados para sus diferentes clases. Entre los autos, el qatarí Nasser Al Attiyah aprovechó al máximo el Mini asistido por el X-Raid fuera de la estructura oficial de la marca propiedad de BMW. También fue relevante la velocidad que impuso, que ya había ganado en 2011 (esta vez triunfó en cinco de las trece especiales), para contener al sudafricano Giniel Del Villiers (Toyota), que estaba convencido de que podía ganar hasta que perdió tiempo en la etapa 9 (Iquique-Calama) y tiró la toalla.
Por el contrario, el español Marc Coma fue de menos a más y conquistó su quinto éxito tras los conseguidos en 2006, 2009, 2011 y 2014. El piloto de KTM tuvo que luchar con su compatriota Joan Barreda Bort (Honda), que tomó la punta en el segundo día. Fue una verdadera batalla en el cronómetro con Barreda tratando de alejarse y con Coma intentando descontarle tiempo. El golpe de gracia lo dio el paso por el Salar de Uyuni: la moto del líder no aguantó el salitre y lo dejó con las manos vacías. Comatomó la cima, pero tuvo que exigirse al máximo ante la presión del portugués Paulo Gonçalves.
Cuando este cambió de motor y fue penalizado con 15’ a un par de días de llegar al final, Coma pudo respirar tranquilo. El piloto, posiblemente, vuelva al Dakar en 2016 como piloto oficial Mini…
Pero no sólo hubo vencedores repetidos. El polaco Rafal Sonik y el ruso Ayrat Mardeev ganaron por primera vez en cuatriciclos y camiones, respectivamente, luego de varios intentos.
Sonik llegó al triunfo en su séptimo Dakar tras varios buenos resultados: fue 3° en 2009 y 2013 y 2° en 2014. El veterano, de 48 años, aprovechó el abandono del chileno Ignacio Casale para lograr el ansiado triunfo.
Mientras que Mardeev llegó a la victoria en su cuarto intento como piloto (otras dos veces corrió como mecánico de su padre Illgizar). Después de una lucha intensa con Eduard Nikolaev, su compatriota y compañero en Kamaz, tomó la punta en la etapa 7 y se fue derecho al triunfo.
Se fue otro Dakar. Con ganadores conocidos y otros no tanto. Pero lo que se mantiene inalterable es la dureza de una prueba en la que siempre se corre al límite.