El kirchnerismo se tambalea y Alperovich no sube al ring

Luego de incontables sacrificios para agradar a los “K”, el gobernador y su esposa faltaron la reunión del PJ en la que, a la hora de pronunciarse sobre la muerte de Nisman, se atacó a la prensa para defender a la Presidenta

Uno de los hechos que lo marcaron a fuego a Alperovich en el comienzo de su gestión fue aquel día en el que el presidente de la Nación aterrizó en el aeropuerto Benjamín Matienzo y el gobernador se encontraba en Tafí del Valle. No había forma de que llegara al aeropuerto antes de que Néstor Kirchner se fuera.

Aquel día decidió que debía tener un avión para estar cerca de los Kirchner. Se prometió que nunca más le pasaría algo así. Hoy una década después, la Provincia tiene dos aviones.

En aquella oportunidad Néstor dio vueltas, caminó y hasta compró empanadas en el aeropuerto. Alperovich no tenía en qué volar para saludar al Presidente, la ruta era una calamidad y las comunicaciones eran en aquel 2004 igual o peores a las actuales. A partir de entonces cada vez que Néstor o que Cristina los llamó, siempre, siempre (vale la repetición de la palabra) estuvo donde los Kirchner lo llamaron.

Este jueves fueron convocados todos y más si era posible. Así se lo vio a Daniel Scioli un poquito más atrás que de costumbre. Es que la foto de los peronistas para defender a Cristina “de un complot” y para “pedir que no se mienta más” y para casi acusar “a los medios de cierta complicidad con la muerte del fiscal Alberto Nisman” era un sapo dificilísimo de tragar. Por eso también se lo vio a Juan Manuel Urtubey –él aún se cree un presidenciable- escondido detrás de quien fuera. Hasta Carlos Kunkel, que nunca tuvo vergüenza, se mostró con prudencia. Eran la foto y el discurso que el peronismo nunca quiso tener, pero los tuvo. En esa postal familiar falta uno. Nada menos que el gobernador de Tucumán faltó a la cita.

José Alperovich y su esposa, la senadora Beatriz Rojkés, estaban en Miami. Tenían previsto volver un día después. Seguramente, tienen más de un justificativo para explicar el gran faltazo. Sin embargo es fácil inferir lo contrario.

Después de pasar sus vacaciones, el titular del Poder Ejecutivo tucumano, desembarcó en la provincia con el mayor de los disimulos y evitó todo tipo de exposición pública. En sus convicciones más íntimas siente que el kirchnerismo no le puede reclamar nada. Siente que dio más de lo que muchos dan y dieron. Se equivoca. La cruzada de esta semana era más que una cuestión de Estado.

Es irrefutable que Alperovich pagó elevados costos para mostrar su fidelidad al kirchnerismo, pero también tuvo sus recompensas. Alperovich, llevó al Congreso a tres personas muy cercanas suyas de fe judía. Su esposa, Beatriz Rojkés que se sentó en una banca del Senado, el primo de esta, Benjamín Bromberg y a la actual ministra Beatriz Mirkin. Para cumplir con las exigencias kirchneristas a los tres Alperovich les hizo votar por el ya tristemente célebre pacto con Irán. Es más, Mirkin, que acababa de renunciar para ser ministra, quedó al borde de la ilegalidad para cumplir con la orden del gobernador.

Hoy, cada uno de ellos, incluido Alperovich, deberían empezar a preguntarse por qué hicieron lo que hicieron y qué explicación le van a dar a la población. ¿Vale tanto el proyecto y el modelo como para que poco tiempo después ninguno pueda encontrar las palabras de por qué hicieron lo que hicieron? Mirkin prefirió no hablar aduciendo su legítima preocupación por las inundaciones. Rojkés y su marido buscarán las palabras y Bromberg suele no decir nada, tal vez esta sea una buena oportunidad para que los tucumanos lo conozcan.

No fue el único sacrificio por los K que mostró Alperovich. Siente que siempre ha cumplido por lo tanto espera que su ausencia en la foto de familia no le costará tanto. Sin embargo, empieza a ser uno de esos gestos indisimulable de alguien que aparentemente no está dispuesto de acompañar al kirchnerismo más allá de la puerta del cementerio. Si no es así, va a tener que realizar más de un gesto para la Presidenta no pase su factura. De todos modos, es tal el shock que afrontan los hombres y las mujeres K que hasta a Amado Boudou no se le notan las manchas en el traje. El kirchnerismo camina por el ring como esos boxeadores groggys y faltan mucho para que toquen la campana salvadora.

El kirchnerismo se mira así mismo e intenta salvarse. La muerte siempre ha sido sinónimo de crisis o de quiebre en la vida de los argentinos. Un gobierno no puede olvidar estos aprendizajes que le dejó la historia. Es la hora de la unidad, de la cordura, de los objetivos claros y de las soluciones consensuadas. Ejemplos sobran en la vida reciente del país como para saber adónde nos lleva una u otra posición.

La vergüenza para asumir errores o para corregir rumbos es un granito de arena en la playa de la democracia. No entenderlo es entregarse a la soberbia a la que ningún político debe rendirle pleitesía.

Materias pendientes
Entre las materias pendientes está la imposibilidad de realizar una investigación limpia y certera. No hace muchos días la democracia recibió un sacudón cuando atentaron en París contra Charly Hebdó. Cuando el mundo todavía no terminaba de entender qué estaba pasando los responsables del asesinato de 12 creadores, y humoristas que hacían la revista estaban detenidos, cercados o muertos. En la Argentina, lamentablemente (adverbio que puso de moda la fiscala Viviana Fein), cada pista es una confusión.

El Poder Ejecutivo está desnudando su impericia pero también el juego escondido de intenciones falsas. La Justicia también se pone roja al seguir siendo rehén de poderes ocultos.

Ante tanta confusión y desubicación de los principales actores, la sociedad argentina ha tenido la sabiduría para salir de las peores crisis. Es una verdadera sobreviviente. Es de esperar que no pierda la costumbre.

Afiches y obras
Alperovich se fue a tomar aire y tomar decisiones electorales. Regresa y sus problemas centrales van a ser su relación con el kirchnerismo, pero también la revisión de problemas que figuraban en la agenda. Los funcionarios andan distraídos, por eso Osvaldo Jaldo no está tan preocupado por las cuestiones de su ministerio como por saber qué pasa con los candidatos. Cuentan algunos “sijosesistas” que el ministro se dio cuenta de que Bernardo Racedo Aragón promociona su candidatura a intendente de Yerba Buena sin mencionar cuál es la fórmula que acompaña. Dicen que el responsable del turismo pidió disculpas y prometió que no volvería a ocurrir.

Algo parecido ocurre en el rubro vivienda. Los empresarios hacen silencio pero se les nota en la cara la rabieta. Hace ya varios meses que no ven un peso. En épocas de campaña eso les pone los pelos de punta porque no es la primera vez que cuando se acercan las elecciones empiezan los faltantes de fondos que siempre llegaron en tiempo y forma desde la Nación.

El gobierno provincial tiene un atraso de cuatro meses con sus compromisos por obras que ya están en marcha. El tema se vuelve cada vez más embarazoso y la solución no da a luz.

Comentarios