01 Febrero 2015
TODO LISTO. Se espera que el espectaculo televisivo más importante de los Estados Unidos supere los más de 111,5 millones de espectadores que tuvo la última edición. REUTERS
GLENDALE, Arizona.- El estadio de Arizona Cardinals será el escenario del Super Bowl XLIX, la final del fútbol americano que protagonizarán Seattle Seahawks y New England Patriots. La transmisión comienza a las 20, por ESPN.
Patriots juega su sexta final en 14 años y busca su cuarto título y el primero desde 2005. Todo ello con el quarterback Tom Brady, de 37 años, y el técnico Bill Belichick como constantes. Patriots son lo más cercano a una dinastía en los últimos 15 años en la NFL.
Enfrente estará Seahawks, actual campeón y un equipo cuya juventud hace augurar que quizás sean ellos la medida de todas las cosas en el futuro cercano. Quieren ser los primeros en enlazar dos títulos desde que lo lograra precisamente Patriots en 2004 y 2005.
Las diferencias entre ambos equipos quedan reflejadas en sus quarterbacks. Si gana esta noche, Brady igualará el récord de cuatro Super Bowls de Joe Montana y Terry Bradshaw. El sexto disputado ya es un hito, definió DPA.
Pero las derrotas ante New York Giants en 2008 y 2012 aún están en la memoria de Brady. "Nunca lo superas", dijo esta semana.
"Sería fantástico para este equipo tratar de dejar un gran legado", dijo Brady, al que aún le queda fútbol por delante porque no da síntomas de envejecer, pero que sabe que su lugar en la historia dependerá de si puede igualar a Montana y Bradshaw.
Que ya sea el quarterback con más touchdowns y más yardas en la historia de los playoffs es secundario. Lo sabe Peyton Manning, uno de los mejores, pero con sólo un título.
Por su parte, Wilson, de 26 años y estandarte de unos Seahawks que destacan por su defensa, también busca sus propias marcas.
"Recuerdo ver a Brady", dijo Wilson sobre cómo veía ganar en televisión a su rival de mañana. El quarterback de Seattle sería el primero en ganar dos títulos en sus tres primeros años en la liga.
El juego de los dos equipos es reflejo también de sus líderes. Patriots es estratégico y cerebral como Brady; Seahawks, con la mejor defensa de las dos últimas temporadas, es eléctrico y enérgico como Wilson, de pequeña estatura pero siempre dispuesto a correr con la pelota.
El óvalo será precisamente objeto de especial atención tras el escándalo generado por el hecho de que las pelotas del partido que ganó Patriots ante Indianapolis Colts y que le dio el pase a la final, hace dos semanas, estuvieran menos infladas de lo reglamentario.
La NFL mantiene la investigación abierta, y muchos creen que un eventual título de New England, no muy popular fuera de Boston, siempre estará marcado con un asterisco.
El año pasado, Seahawks aplastó a Denver Broncos de Manning por 43-8 en lo que fue visto como un recambio generacional. Brady y Patriots defienden de nuevo la experiencia y la durabilidad del éxito durante 15 años, pero Seattle quiere establecerse como la dinastía del presente y del futuro.
Un partido que tiene todo para ser un gran espectáculo, como indica que de media en el mercado negro se estén pagando 8.000 dólares por una entrada que da acceso al moderno estadio de la Universidad de Phoenix.
También se espera -como cada año- un récord de audiencia superando los 111,5 millones de espectadores del año pasado.
A ello tratará de contribuir el tradicional espectáculo musical en el descanso de mitad de partido, protagonizado este año por Katy Perry, Lenny Kravitz y la aparición sorpresa de una cantante de la "vieja escuela". Un atractivo para quien no esté interesado en un partido repleto de argumentos de interés sobre el césped.
Patriots juega su sexta final en 14 años y busca su cuarto título y el primero desde 2005. Todo ello con el quarterback Tom Brady, de 37 años, y el técnico Bill Belichick como constantes. Patriots son lo más cercano a una dinastía en los últimos 15 años en la NFL.
Enfrente estará Seahawks, actual campeón y un equipo cuya juventud hace augurar que quizás sean ellos la medida de todas las cosas en el futuro cercano. Quieren ser los primeros en enlazar dos títulos desde que lo lograra precisamente Patriots en 2004 y 2005.
Las diferencias entre ambos equipos quedan reflejadas en sus quarterbacks. Si gana esta noche, Brady igualará el récord de cuatro Super Bowls de Joe Montana y Terry Bradshaw. El sexto disputado ya es un hito, definió DPA.
Pero las derrotas ante New York Giants en 2008 y 2012 aún están en la memoria de Brady. "Nunca lo superas", dijo esta semana.
"Sería fantástico para este equipo tratar de dejar un gran legado", dijo Brady, al que aún le queda fútbol por delante porque no da síntomas de envejecer, pero que sabe que su lugar en la historia dependerá de si puede igualar a Montana y Bradshaw.
Que ya sea el quarterback con más touchdowns y más yardas en la historia de los playoffs es secundario. Lo sabe Peyton Manning, uno de los mejores, pero con sólo un título.
Por su parte, Wilson, de 26 años y estandarte de unos Seahawks que destacan por su defensa, también busca sus propias marcas.
"Recuerdo ver a Brady", dijo Wilson sobre cómo veía ganar en televisión a su rival de mañana. El quarterback de Seattle sería el primero en ganar dos títulos en sus tres primeros años en la liga.
El juego de los dos equipos es reflejo también de sus líderes. Patriots es estratégico y cerebral como Brady; Seahawks, con la mejor defensa de las dos últimas temporadas, es eléctrico y enérgico como Wilson, de pequeña estatura pero siempre dispuesto a correr con la pelota.
El óvalo será precisamente objeto de especial atención tras el escándalo generado por el hecho de que las pelotas del partido que ganó Patriots ante Indianapolis Colts y que le dio el pase a la final, hace dos semanas, estuvieran menos infladas de lo reglamentario.
La NFL mantiene la investigación abierta, y muchos creen que un eventual título de New England, no muy popular fuera de Boston, siempre estará marcado con un asterisco.
El año pasado, Seahawks aplastó a Denver Broncos de Manning por 43-8 en lo que fue visto como un recambio generacional. Brady y Patriots defienden de nuevo la experiencia y la durabilidad del éxito durante 15 años, pero Seattle quiere establecerse como la dinastía del presente y del futuro.
Un partido que tiene todo para ser un gran espectáculo, como indica que de media en el mercado negro se estén pagando 8.000 dólares por una entrada que da acceso al moderno estadio de la Universidad de Phoenix.
También se espera -como cada año- un récord de audiencia superando los 111,5 millones de espectadores del año pasado.
A ello tratará de contribuir el tradicional espectáculo musical en el descanso de mitad de partido, protagonizado este año por Katy Perry, Lenny Kravitz y la aparición sorpresa de una cantante de la "vieja escuela". Un atractivo para quien no esté interesado en un partido repleto de argumentos de interés sobre el césped.