17 Febrero 2015
CON LOS REFLEJOS INTACTOS. Lucchetti rechaza un cabezazo, durante el partido con San Martín en La Ciudadela. Después de los clásicos fue el momento de visitar a Gimnasia, donde brilló en alto nivel. la gaceta / foto de Antonio Ferroni
Si no jugar significara abstraerse de todo lo que sucede dentro de la cancha, Cristian Lucchetti se hubiese llevado una gran sorpresa el domingo en Mendoza. El arquero había jugado el último partido oficial el 1 de noviembre de 2014, y pese a que Atlético perdió ese día con Temperley el equipo ocupaba el podio de la zona B, saboreando el ascenso.
Un desgarro en el hombro derecho, según diagnosticó Marcelo Montoya, médico “decano”, sentenciaría su temporada, pese a que estuvo en el banco durante el desempate contra Huracán. 107 días después -si mantenemos la fantasía de la burbuja- “Laucha” debió atajar contra Gimnasia de Mendoza, un equipo que hasta hace menos de un año, disputaba el Federal B. ¿Conclusión? El ascenso no había sido consumado. Todo estaba igual que antes.
Pero no sólo porque Atlético seguía en la misma categoría sino porque su nivel bajo los tres palos siguió influyendo -para bien- en los resultados positivos.
“Hacía bastante que no podía jugar por culpa de esa lesión. Estoy contento porque volví a jugar y los más importante, más allá de las individualidades, es que se ganó”, dijo el arquero, que había atajado en los amistosos contra San Martín.
Él, junto a Luis Rodríguez y Cristian Menéndez, fue una de esas “individualidades” que le permitieron a Atlético conseguir el debut soñado en el torneo. Varias atajadas, incluso el desvío del remate que dio en el palo en el minuto 92’, conservaron la ventaja que el equipo había conseguido en el primer tiempo.
“Estoy contento porque ganamos, que es lo principal, siempre hay algo para mejorar. Igual, al equipo lo vi bien: se hicieron cosas buenas y otras no tanto”, explicó el mendocino, que obligó a relatores y cronistas a caer en el lugar común: fue profeta en su tierra.
Y si antes de que se lesionara el objetivo era el ascenso, como todo siguió igual tras casi cuatro meses, eso se mantiene: “por lo que significa este club, la meta es ascender. Se armó un plantel importante y la prioridad es lograr el campeonato”.
Un desgarro en el hombro derecho, según diagnosticó Marcelo Montoya, médico “decano”, sentenciaría su temporada, pese a que estuvo en el banco durante el desempate contra Huracán. 107 días después -si mantenemos la fantasía de la burbuja- “Laucha” debió atajar contra Gimnasia de Mendoza, un equipo que hasta hace menos de un año, disputaba el Federal B. ¿Conclusión? El ascenso no había sido consumado. Todo estaba igual que antes.
Pero no sólo porque Atlético seguía en la misma categoría sino porque su nivel bajo los tres palos siguió influyendo -para bien- en los resultados positivos.
“Hacía bastante que no podía jugar por culpa de esa lesión. Estoy contento porque volví a jugar y los más importante, más allá de las individualidades, es que se ganó”, dijo el arquero, que había atajado en los amistosos contra San Martín.
Él, junto a Luis Rodríguez y Cristian Menéndez, fue una de esas “individualidades” que le permitieron a Atlético conseguir el debut soñado en el torneo. Varias atajadas, incluso el desvío del remate que dio en el palo en el minuto 92’, conservaron la ventaja que el equipo había conseguido en el primer tiempo.
“Estoy contento porque ganamos, que es lo principal, siempre hay algo para mejorar. Igual, al equipo lo vi bien: se hicieron cosas buenas y otras no tanto”, explicó el mendocino, que obligó a relatores y cronistas a caer en el lugar común: fue profeta en su tierra.
Y si antes de que se lesionara el objetivo era el ascenso, como todo siguió igual tras casi cuatro meses, eso se mantiene: “por lo que significa este club, la meta es ascender. Se armó un plantel importante y la prioridad es lograr el campeonato”.