La cadena del trigo exige cambio de políticas

El trigo en Tucumán es un cultivo que tuvo una gran importancia por la gran superficie sembrada y por la calidad de su grano, codiciado por la mayoría de los molinos harineros del país. Fue tal la importancia que llegó a ocupar un segundo lugar de importancia, detrás de la soja, en lo que respeta a superficie, ya que hubo una campaña que se logró superar las 220.00 hectáreas.

Desde ese tiempo a la fecha se sumaron factores que hicieron que el cultivo de trigo en la región y en el país disminuyeran drásticamente debido a decisiones políticas desacertadas, y al fuerte golpe que impusieron las condiciones climáticas reinantes durante dos inviernos seguidos.

El trigo en el NOA tuvo su aumento debido al uso de la siembra directa, al uso de soja de maduración más corta, y a su condición de cultivo complementario, que sirve para mejorar la ecuación, a la cobertura de suelo invernal, y al control de malezas.

En la campaña que pasó se sembraron en Tucumán más de 60.000 hectáreas, según diferentes estimaciones, lo que es bastante más que las 12.000 ha que se sembraron durante el invierno de 2013. Lo cierto que el trigo es un insumo básico para la alimentación de los argentinos y de aquellos habitantes de otros países que compraban el grano argentino.

Consensos

Hoy, el cultivo en el país nos remitió 100 años atrás en cuanto a la producción, después de las intervenciones del Gobierno nacional en la última década. Según aportes de Arturo Navarro, la busca de consenso en las políticas para sembrar trigo en 2015-2016 logró que un grupo de dirigentes de las diferentes entidades de la cadena triguera y funcionarios, pudieran consensuar políticas para poder revertir la tendencia. Para orientar la actual situación se necesitan políticas de Estado que trasciendan gestiones, gobiernos y dirigentes, si queremos frenar la decadencia como país productor y exportador confiable de trigo, a partir de la siembra del ciclo 2015-2016 que se ejecutará con un gobierno y se cosechará con otro.

Navarro sostiene que si se hace un poco de historia de lo sucedido en el país, en el ciclo 1902-1903 se sembraron en la Argentina 3,69 millones de hectáreas de trigo, mientras que en el ciclo 1928-1929, se llegó a 9,2 millones de hectáreas. Curiosamente, en 2013-2014 volvimos a sembrar la misma cantidad de hectáreas que hace 110 años: 3,4 millones.

Las actuales intervenciones han provocado la quiebra de muchos pequeños productores, la concentración de los compradores y la pérdida del mercado de Brasil, que será muy difícil de recuperar ante las nuevas alianzas comerciales del país vecino y socio del Mercosur, agregada ahora a la desconfianza que tienen con nuestro país por los últimos acuerdos con China.

Asumamos que si hubiera una política de Estado previsible estarían dadas las condiciones para poder sembrar 5 o 6 millones de hectáreas, que con el rinde promedio mejorado por hectáreas nos permitiría cosechar de 18 a 20 millones de toneladas de trigo si aplicamos todas las tecnologías disponibles.

El reclamo

Los puntos más importantes de esa política deberían hacwer hincapié en los siguientes ítems: - El mercado de trigo debe funcionar libremente y sin impuestos distorsivos para que el productor reciba el valor integro. Derogar la resolución 543/2008 (ROES) y plena vigencia de la ley 21.453.

- Eliminar los derechos de exportación de la cadena triguera.

- Deben eliminarse todas las intervenciones en el funcionamiento interno del mercado de trigo. Los registros de exportaciones deben ser a título de información y estadística. Sin retenciones no hay necesidad de estar cerrando el registro.

- Debe incentivarse una segregación del trigo por calidad, para poder atender mejor las diferentes demandas interna y externa.

-Debe promoverse la transparencia en toda la cadena de trigo, harina y pan, como la única manera de generar igualdad de condiciones para una transparente competencia.

- Promover una virtuosa rotación de cultivos, especialmente por el rol que tiene el trigo en la sustentabilidad ambiental. De esa forma se ayudaría a mejorar la calidad de nuestros trigos, que está muy cuestionada.

- El Estado, con los mayores recursos del aumento de la producción y la exportación, deberá promover, con subsidios directos, políticas para atender a los más necesitados ya sean productores y/o consumidores.

Cabe esperar que lo solicitado por los distintos factores que integran la cadena del trigo pueda ser escuchado por las autoridades.

De esta manera, la producción triguera podría llegar a tener, nuevamente, una gran importancia económica y social para el país, en general, y para la región, en particular.

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