San Martín respetó el libreto y festejó

Fue paciente para empatar el duelo con Mitre y tras el 3-3 lo ganó por penales.

CORRECTA ACTUACIÓN. Iván Agudiak participó de la jugada en el primer buen gol “santo” y demostró que está para sumar. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso CORRECTA ACTUACIÓN. Iván Agudiak participó de la jugada en el primer buen gol “santo” y demostró que está para sumar. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
Ser ordenado desde el principio hasta el final tiene su premio y ayer San Martín lo cristalizó alzando la Copa. Así se cerró el telón del cuadrangular en La Ciudadela. No importó que Mitre se adueñara de la primera ventaja, la paciencia y la capacidad del “santo” para no salirse del libreto le permitieron llegar al 3-3 que llevó la definición a los penales. Allí la suerte lo eligió para guiñarle un ojo.

Pero, más allá de las últimas venturas, San Martín ni en las malas improvisó. No se desesperó y por eso le alcanzó el tiempo para remontar un partido difícil, ante un rival igual de complicado. Porque los santiagueños no fueron Juventud Antoniana... Se plantaron, buscaron el gol y lo encontraron hasta ponerse 3-1, resultado que les adjudicaba la “Copa Supermercados Emilio Luque”. Pero después las cosas cambiaron.

La suerte acompañó al “santo” en los penales, pero lo había dejado en banda en el primer gol, cuando la cabeza de Diego Bucci desvió un bombazo de Martín Frejuk; y también en el tercero, cuando en lugar de despejar Matías Villavicencio dejó frente al arco a Emanuel Lazzarini, que no perdonó. El segundo de la visita fue un golazo de Lucas Saucedo, nada que hacer para José Luis Martínez Gullota, aunque pagó caro el estar algunos pasitos adelantado.

El 1-1 transitorio de Carlos Ponce fue fruto de una jugada que San Martín repitió seguido, con la que intentó buscar espacios y ser profundo (puntos básicos de su libreto). Una buena combinación por derecha derivó en un gran centro de Marcelo Castellano para la llegada sorpresiva de Ponce, que le puso el moño a la combinación.

El 3-2 llegó de pelota parada, una receta jamás menospreciada. Allí hubo altura, fuerza y dirección; todo tuvo el cabezazo de Facundo Rivero para soñar con el empate que llegó, otra vez gentileza de Lucas Chacana. El delantero de la casa estuvo atento para convertir un pésimo despeje en una perfecta habilitación y se la picó a Gonzalo Ojeda, el arquero que falló en el último penal de la serie.

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