07 Marzo 2015
DIO LA CARA. Leonardo Mayer tuvo la responsabilidad de igualar la serie y no falló: dejó a Thomaz Bellusci sin reacción. DYN
Y la Copa Davis tiene estas cosas. Fuera y dentro de la cancha es especial, distinta. Única. Es el escenario perfecto para que la realidad destruya en cinco horas una tendencia de 30 meses y, a la vez, tiene la magia como para transformar una atmósfera temerosa en miles de gritos que, apasionados, sueltan la voz para cantar una profunda esperanza.
El viernes de Argentina-Brasil tuvo varios condimentos anímicos durante la jornada, aunque buen tenis sólo de a ratos. Y la transformación citada acompañó la dinámica de los resultados. Carlos Berlocq perdió en cinco sets y en cinco horas contra Joao Souza. El 6-4, 3-6, 5-7, 6-3 y 6-2 con que el brasileño estiró el mejor momento de su carrera fue la expresión numérica de muchos altibajos e inseguridad. De ambos lados, sí. Aunque más marcado en el caso del argentino.
Mundo al revés
“Charly”, que tantas veces desde su debut copero en 2012 fue una apuesta segura de temple y manejo de nervios, jugó con un grado de tensión que se apoderó de su cuerpo y su cabeza. Así, sus golpes quedaron cortos infinidad de veces y permitieron que Souza ganara la iniciativa, fundamentalmente con su drive invertido. Vaya un dato para graficar los problemas que tuvo Berlocq: perdió un partido en el que su rival cometió 40 errores no forzados más.
Salvó el día
La montaña rusa de emociones tocó su pico en el cuarto set del segundo punto. Leonardo Mayer había sido un “león” durante los dos primeros, y apenas un pichón en el tercero. Entonces volvió a soltar el brazo, sometió con su agresiva combinación de saque y drive, arrastró el desarrollo a su conveniencia y consiguió el quiebre decisivo para servir 5-3. Entonces, no dudó a la hora del cierre y sentenció el triunfo con un saque ganador.
Su victoria por 6-4, 6-3, 1-6 y 6-3 tiene una lectura mucho más profunda que el simple empate en el marcador global. El correntino Mayer fue el jugador dominante que pedía la circunstancia. Dejó una imagen de manejo del escenario muy saludable para para el capitán Daniel Orsanic y compañía. Y, por último, instaló la sensación de que tiene paño, físico y anímico, para ser protagonista de los tres puntos.
El viernes de Argentina-Brasil tuvo varios condimentos anímicos durante la jornada, aunque buen tenis sólo de a ratos. Y la transformación citada acompañó la dinámica de los resultados. Carlos Berlocq perdió en cinco sets y en cinco horas contra Joao Souza. El 6-4, 3-6, 5-7, 6-3 y 6-2 con que el brasileño estiró el mejor momento de su carrera fue la expresión numérica de muchos altibajos e inseguridad. De ambos lados, sí. Aunque más marcado en el caso del argentino.
Mundo al revés
“Charly”, que tantas veces desde su debut copero en 2012 fue una apuesta segura de temple y manejo de nervios, jugó con un grado de tensión que se apoderó de su cuerpo y su cabeza. Así, sus golpes quedaron cortos infinidad de veces y permitieron que Souza ganara la iniciativa, fundamentalmente con su drive invertido. Vaya un dato para graficar los problemas que tuvo Berlocq: perdió un partido en el que su rival cometió 40 errores no forzados más.
Salvó el día
La montaña rusa de emociones tocó su pico en el cuarto set del segundo punto. Leonardo Mayer había sido un “león” durante los dos primeros, y apenas un pichón en el tercero. Entonces volvió a soltar el brazo, sometió con su agresiva combinación de saque y drive, arrastró el desarrollo a su conveniencia y consiguió el quiebre decisivo para servir 5-3. Entonces, no dudó a la hora del cierre y sentenció el triunfo con un saque ganador.
Su victoria por 6-4, 6-3, 1-6 y 6-3 tiene una lectura mucho más profunda que el simple empate en el marcador global. El correntino Mayer fue el jugador dominante que pedía la circunstancia. Dejó una imagen de manejo del escenario muy saludable para para el capitán Daniel Orsanic y compañía. Y, por último, instaló la sensación de que tiene paño, físico y anímico, para ser protagonista de los tres puntos.