10 Marzo 2015
BRASILIA.- El discurso pronunciado en la noche del domingo por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, provocó “cacerolazos”, silbatinas y distintas manifestaciones de repudio en varias regiones del país. En su pronunciamiento realizado en el marco del Día Internacional de la Mujer, la mandataria defendió el ajuste fiscal que está implementando su gobierno para recomponer el deterioro económico, y que consiste, entre otras iniciativas, en aumento de impuestos y reducción de algunos beneficios fiscales y laborales. La presidenta pidió “paciencia y comprensión” a la población y exhortó a la ciudadanía y al Congreso Nacional a acompañar los esfuerzos necesarios para superar la situación, a la que calificó de “pasajera”.
Según informa el diario “Folha de Sao Paulo”, durante la cadena televisiva se produjeron “bocinazos”, “cacerolazos”, tintinear de luces de automóviles y de viviendas y sonoros abucheos en al menos 12 capitales provinciales: Belém, Belo Horizonte, Brasilia, Curitiba, Fortaleza, Goiania, Maceió, Porto Alegre, Recife, Río de Janeiro, San Paulo y Vitória.
El cuestionado discurso fue el primero que la presidenta dirigió a la población tras la divulgación, el viernes, de la lista de 47 políticos que serán investigados por sus nexos con los desvíos de fondos del ente estatal Petrobras.
La lista de sospechosos, en su inmensa mayoría oficialistas, incluye a los presidentes de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, y del Senado, Renan Calheiros, ambos del principal socio del gobierno, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al que también pertenece el vicepresidente de la República, Michel Temer. También serán investigados, entre otros, cinco ex ministros de Rousseff, una ex gobernadora, 12 ex diputados, el ex presidente, Fernando Collor de Mello y el tesorero del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), Joao Vaccari.
Las protestas a lo largo y ancho del país fueron registradas en vídeos caseros que fueron compartidos por los internautas a través de las redes sociales.
El “cacerolazo” antecede a una manifestación programada para el próximo domingo en demanda de la renuncia de la presidenta y que viene generando gran expectativa.
La convocatoria para esa protesta se realiza a través de Internet y cuenta con el apoyo expreso del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), cuya dirección aclaró, no obstante, que respalda la movilización pero no el pedido de destitución de Rousseff.
Si bien la mandataria conquistó su segundo mandato en las urnas de octubre pasado, el descontento de la población se pudo percibir ya en ese momento en razón del escaso margen con el que se impuso a su adversario en la segunda ronda, al líder del PSDB, Aécio Neves.
Consciente de la disconformidad generalizada, que se apoya en los problemas económicos y la crisis política, Rousseff admitió en su discurso que los ciudadanos tienen “todo el derecho de irritarse y preocuparse”, pero pidió “paciencia y comprensión, porque la situación es pasajera”. “Brasil tiene todas las condiciones de vencer estos problemas temporarios. Y la victoria será aún más rápida si todos nos unimos en esta lucha”, dijo la presidenta, cuya popularidad sufrió una drástica caída de 21 puntos porcentuales entre diciembre y febrero, cayendo al 23 % de aprobación.
La combinación de decenas de políticos oficialistas bajo sospecha de ser cómplices de los millonarios saqueos a la empresa pública símbolo de Brasil con el pedido de “sacrificio” que Rousseff hizo a la población para soportar medidas de austeridad que no fueron claramente planteadas durante la campaña electoral configura una suerte de cócktail explosivo que no permite que se descarte, según analistas, la destitución de la presidenta.
El gobierno debe prepararse para algo mayor e imprevisible”, advirtió el analista del “Folha de Sao Paulo”, Igor Gielow. Según el columnista, “se revivió el fantasma” de las protestas que sacudieron al país en junio de 2013. (DPA)
Según informa el diario “Folha de Sao Paulo”, durante la cadena televisiva se produjeron “bocinazos”, “cacerolazos”, tintinear de luces de automóviles y de viviendas y sonoros abucheos en al menos 12 capitales provinciales: Belém, Belo Horizonte, Brasilia, Curitiba, Fortaleza, Goiania, Maceió, Porto Alegre, Recife, Río de Janeiro, San Paulo y Vitória.
El cuestionado discurso fue el primero que la presidenta dirigió a la población tras la divulgación, el viernes, de la lista de 47 políticos que serán investigados por sus nexos con los desvíos de fondos del ente estatal Petrobras.
La lista de sospechosos, en su inmensa mayoría oficialistas, incluye a los presidentes de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, y del Senado, Renan Calheiros, ambos del principal socio del gobierno, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al que también pertenece el vicepresidente de la República, Michel Temer. También serán investigados, entre otros, cinco ex ministros de Rousseff, una ex gobernadora, 12 ex diputados, el ex presidente, Fernando Collor de Mello y el tesorero del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), Joao Vaccari.
Las protestas a lo largo y ancho del país fueron registradas en vídeos caseros que fueron compartidos por los internautas a través de las redes sociales.
El “cacerolazo” antecede a una manifestación programada para el próximo domingo en demanda de la renuncia de la presidenta y que viene generando gran expectativa.
La convocatoria para esa protesta se realiza a través de Internet y cuenta con el apoyo expreso del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), cuya dirección aclaró, no obstante, que respalda la movilización pero no el pedido de destitución de Rousseff.
Si bien la mandataria conquistó su segundo mandato en las urnas de octubre pasado, el descontento de la población se pudo percibir ya en ese momento en razón del escaso margen con el que se impuso a su adversario en la segunda ronda, al líder del PSDB, Aécio Neves.
Consciente de la disconformidad generalizada, que se apoya en los problemas económicos y la crisis política, Rousseff admitió en su discurso que los ciudadanos tienen “todo el derecho de irritarse y preocuparse”, pero pidió “paciencia y comprensión, porque la situación es pasajera”. “Brasil tiene todas las condiciones de vencer estos problemas temporarios. Y la victoria será aún más rápida si todos nos unimos en esta lucha”, dijo la presidenta, cuya popularidad sufrió una drástica caída de 21 puntos porcentuales entre diciembre y febrero, cayendo al 23 % de aprobación.
La combinación de decenas de políticos oficialistas bajo sospecha de ser cómplices de los millonarios saqueos a la empresa pública símbolo de Brasil con el pedido de “sacrificio” que Rousseff hizo a la población para soportar medidas de austeridad que no fueron claramente planteadas durante la campaña electoral configura una suerte de cócktail explosivo que no permite que se descarte, según analistas, la destitución de la presidenta.
El gobierno debe prepararse para algo mayor e imprevisible”, advirtió el analista del “Folha de Sao Paulo”, Igor Gielow. Según el columnista, “se revivió el fantasma” de las protestas que sacudieron al país en junio de 2013. (DPA)