11 Marzo 2015
Hace 10 años diseñaron un plan para prevenir las inundaciones en el sur, pero nunca se ejecutó
El doctor en Geología Luis Suayter explicó que un equipo de técnicos ideó el proyecto que preveía, entre otras cosas, la construcción de diques niveladores y de defensas. Dijo que, si se hubiese concretado, la historia hoy sería distinta
LA MADRID. Desde el aire se observa la magnitud del desastre que provocó el desborde del río Marapa en el pueblo de unos 3.000 habitantes. la gaceta / foto de osvaldo ripoll
Están los que maldicen al cielo por tanta agua caída. Y los que rezan para que el río no arrastre, con toda su violencia, aquello que durante tantos años les costó construir. Pero los expertos se niegan a pensar en las inundaciones como “desastres naturales”. La culpa es nuestra, dicen. De lo que hablan esencialmente es de la irresponsabilidad de los gobiernos por la falta de ordenamiento territorial, por permitir el mal uso del suelo y por no construir las obras que se necesitan para disminuir los efectos devastadores que tienen -se sabe desde hace muchos años- las crecientes en el sur de la provincia.
“Los ríos del sur, como el Medina o el Gastona, se caracterizan por intensas descargas de agua de grandes volúmenes en corto tiempo. De hecho, históricamente provocaron inundaciones”, sostiene el doctor en Geología, Luis Suayter, quien tiene varios estudios sobre los cursos de agua de la provincia. Sin embargo, el especialista sostiene que la situación se agravó muchísimo en los últimos años debido a que estos cauces sufrieron la alteración de su entorno geomorfológico por la deforestación salvaje. “Hay una cuestión climática, que son las lluvias extraordinarias. Pero sin dudas, la mano del hombre contribuye al caos. Esas corrientes de barro que vimos cómo avanzaban sobre las casas son la muestra clara de que el suelo está suelto por la deforestación”, indicó.
Suayter también habla de imprevisión. Y lo hace con conocimiento de causa. Cuenta que después de las terribles inundaciones que sufrió el sur de la provincia en 2000 él, junto a un equipo de técnicos, desarrolló un plan estratégico para prevenir futuros anegamientos en esta zona. “El proyecto fue muy estudiado. Incluía primero la construcción de diques niveladores y defensas en los sectores más comprometidos por las crecidas de los ríos. Después preveía la reforestación de las cuencas del Medinas, del Marapa, del Gastona. Presentamos este proyecto ante el Consejo Federal de Inversiones hace unos 10 años. Había que invertir unos $ 20 millones. Valía la pena hacerlo. Hoy estaríamos contando otra historia”, relata sin ocultar el enojo que le provoca ver las imágenes de los pueblos tapados por el agua.
Suayter, que es especialista en geología aplicada a la ingeniería, fue docente universitario por 50 años y trabajó un largo período en la Dirección Provincial del Agua.
La memoria corta
El ingeniero experto en Hidráulica, Franklin Adler, prefiere hablar de la “construcción social del desastre” (frase acuñada por Antonio Elio Brailovsky, especialista en medio ambiente) para referirse a lo ocurrido en el sur provincial en las últimas horas. “Se impermeabilizan los suelos, se construye y urbaniza en lugares inundables y se deforesta irresponsablemente. No hay planificación. Después viene la supuesta catástrofe, lloramos y nos olvidamos. Porque tenemos la memoria corta. No creemos que nos vuelva a pasar. No nos preocupamos por los ríos del sur porque nos dieron 13 años de calma. Los gobiernos bajaron la guardia. Y ahora el agua nos volvió a golpear”, analizó.
El principal problema, según el especialista, es que ningún gobierno quiere invertir en obras para hechos que suceden cada 10 años. “La población crece, la economía crece y así ocupamos más terrenos vulnerables sin los trabajos necesarios en infraestructura. Hay muy pocas obras de desagües o no se asumen los mayores costos que significa construir en zonas de riesgo”, precisó.
Adler habló de otras acciones fundamentales que tampoco se tienen en cuenta. “No son obras, pero pueden evitar muchos desastres. Una ley que diga cuáles son las áreas de riesgo y que impida construir allí, por ejemplo”, aclaró.
Al ser consultado sobre los posibles efectos del cambio climático en los últimos sucesos dijo: “no estoy seguro de si realmente el clima está cambiando tanto. Lo que sí creo es que los hombres hemos hecho mucho para que estas cosas ocurran”.
El dique del olvido
En estas horas de angustia y ríos que no paran de crecer no son pocos los que se preguntan cuánto podría haber ayudado a prevenir las inundaciones el prometido y siempre olvidado dique potrero del Clavillo, una obra que nuestra provincia tiene en proyecto junto a Catamarca desde hace muchísimos años. A comienzos de 2014, el Gobierno anunció que ese año iban a licitar la obra. Sin embargo, los pobladores del sur aún esperan por esta edificación cuya piedra basal se colocó en 1974.
Suayter y Adler coincidieron en que este dique sería importante para disminuir las crecidas de los ríos tucumanos, aunque no influiría tanto. “Esta obra es fundamental para la generación de energía. En cuanto a las crecientes, seguramente las podrá amortiguar un poco. No se trata de un hiperembalse, capaz de acumular mucho líquido”, aclaró el ingeniero, que en pocos días publicará el libro “El futuro del agua en Tucumán”.
“Los ríos del sur, como el Medina o el Gastona, se caracterizan por intensas descargas de agua de grandes volúmenes en corto tiempo. De hecho, históricamente provocaron inundaciones”, sostiene el doctor en Geología, Luis Suayter, quien tiene varios estudios sobre los cursos de agua de la provincia. Sin embargo, el especialista sostiene que la situación se agravó muchísimo en los últimos años debido a que estos cauces sufrieron la alteración de su entorno geomorfológico por la deforestación salvaje. “Hay una cuestión climática, que son las lluvias extraordinarias. Pero sin dudas, la mano del hombre contribuye al caos. Esas corrientes de barro que vimos cómo avanzaban sobre las casas son la muestra clara de que el suelo está suelto por la deforestación”, indicó.
Suayter también habla de imprevisión. Y lo hace con conocimiento de causa. Cuenta que después de las terribles inundaciones que sufrió el sur de la provincia en 2000 él, junto a un equipo de técnicos, desarrolló un plan estratégico para prevenir futuros anegamientos en esta zona. “El proyecto fue muy estudiado. Incluía primero la construcción de diques niveladores y defensas en los sectores más comprometidos por las crecidas de los ríos. Después preveía la reforestación de las cuencas del Medinas, del Marapa, del Gastona. Presentamos este proyecto ante el Consejo Federal de Inversiones hace unos 10 años. Había que invertir unos $ 20 millones. Valía la pena hacerlo. Hoy estaríamos contando otra historia”, relata sin ocultar el enojo que le provoca ver las imágenes de los pueblos tapados por el agua.
Suayter, que es especialista en geología aplicada a la ingeniería, fue docente universitario por 50 años y trabajó un largo período en la Dirección Provincial del Agua.
La memoria corta
El ingeniero experto en Hidráulica, Franklin Adler, prefiere hablar de la “construcción social del desastre” (frase acuñada por Antonio Elio Brailovsky, especialista en medio ambiente) para referirse a lo ocurrido en el sur provincial en las últimas horas. “Se impermeabilizan los suelos, se construye y urbaniza en lugares inundables y se deforesta irresponsablemente. No hay planificación. Después viene la supuesta catástrofe, lloramos y nos olvidamos. Porque tenemos la memoria corta. No creemos que nos vuelva a pasar. No nos preocupamos por los ríos del sur porque nos dieron 13 años de calma. Los gobiernos bajaron la guardia. Y ahora el agua nos volvió a golpear”, analizó.
El principal problema, según el especialista, es que ningún gobierno quiere invertir en obras para hechos que suceden cada 10 años. “La población crece, la economía crece y así ocupamos más terrenos vulnerables sin los trabajos necesarios en infraestructura. Hay muy pocas obras de desagües o no se asumen los mayores costos que significa construir en zonas de riesgo”, precisó.
Adler habló de otras acciones fundamentales que tampoco se tienen en cuenta. “No son obras, pero pueden evitar muchos desastres. Una ley que diga cuáles son las áreas de riesgo y que impida construir allí, por ejemplo”, aclaró.
Al ser consultado sobre los posibles efectos del cambio climático en los últimos sucesos dijo: “no estoy seguro de si realmente el clima está cambiando tanto. Lo que sí creo es que los hombres hemos hecho mucho para que estas cosas ocurran”.
El dique del olvido
En estas horas de angustia y ríos que no paran de crecer no son pocos los que se preguntan cuánto podría haber ayudado a prevenir las inundaciones el prometido y siempre olvidado dique potrero del Clavillo, una obra que nuestra provincia tiene en proyecto junto a Catamarca desde hace muchísimos años. A comienzos de 2014, el Gobierno anunció que ese año iban a licitar la obra. Sin embargo, los pobladores del sur aún esperan por esta edificación cuya piedra basal se colocó en 1974.
Suayter y Adler coincidieron en que este dique sería importante para disminuir las crecidas de los ríos tucumanos, aunque no influiría tanto. “Esta obra es fundamental para la generación de energía. En cuanto a las crecientes, seguramente las podrá amortiguar un poco. No se trata de un hiperembalse, capaz de acumular mucho líquido”, aclaró el ingeniero, que en pocos días publicará el libro “El futuro del agua en Tucumán”.
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