09 Abril 2015
la gaceta / archivo
El pitazo inicial le permite posicionarse en la aduana. Atlético manda, domina el balón y él se ocupa de rellenar los espacios libres de sus compañeros lanzados al ataque. Atlético pierde la pelota, entonces retrocede a la retaguardia y se convierte en otro eslabón de una cadena defensiva que busca la paz entre Cristian Lucchetti y la valla invicta. La contra enemiga no suerte efecto porque es el mismo Pablo Garnier es el que mordió abajo y recuperó la pelota.
Así, de cuidar el medio, de transformarse en un zaguero más, ahora con el balón dominado en sus pies se coloca el traje de alfil y comanda a la tropa a romper los portones ajenos. En líneas generales, el jujeño sería una especie de Hombre Nuclear “decano”, el “de los seis millones de dólares”, según el título oficial de la serie estadounidense protagonizada en las década del ‘70 por Lee Majors.
“Ja, no, ¿por qué?”, pregunta sintiendo algo de pudor por la comparación. Garnier corre todo el tiempo, es un fondista. “Si yo no corro no puedo jugar, vamos a ser sinceros”, responde entre risas el único hombre vestido de celeste y blanco de los de mitad de cancha hacia adelante con vocación defensiva, aunque hoy por hoy también disponga de licencia para moverse en otros horizontes.
Garnier sabe tirar centros y sorprender. “Seee, el ‘Vasco’ me da un poco de permiso para atacar”, cuenta quien tiene como asociado a Franco Quiroga en ese dueto de volantes centrales mixtos. “Yo soy un poco más de marca. Lo bueno es que nos adaptamos bien los dos”, felicita al socio de turno “Peca”, el maratonista de Azconzábal junto a Cristian Menéndez.
Son los tipos que más corren durante un partido del “decano”. En promedio y tirando al aire, Ariel Zapata, ayudante de campo, estimó que Garnier corre entre 8 y 10 kilómetros durante los 90’. “Somos dos jugadores que la gente nos quiere por eso. Si en este fútbol no corrés no hacés la diferencia. Tenemos que estar todos 100% físicamente. Esa es la forma de hacer la diferencia”, explica el jujeño, dueño, al parecer, de tres pulmones.
“Otros juegan, yo recupero”, intenta minimizar su despliegue a una tarea normal. De hecho, el desgaste de un marcador en movilidad es mayor al de un atacante. “Hoy está muy friccionado, muy físico el fútbol; muy duro”.
Garnier corría más antes, confía. “Porque jugaba de volante por derecha. Ahora, con la experiencia encima es como que manejo los tiempos, la posición en el campo. Antes corría peor que ahora, ja”, repite sin cesar el hombre del temple de acero que se refleja en cierto modo con una frase de salón del ex Barcelona, el camerunés Samuel Eto’o: “Correré como un negro para mañana vivir como un blanco”. “Sí, la verdad que sí. Yo si no corro no puedo jugar; si no meto y si no recupero, tampoco. Para jugar están los otros, el ‘Pulga’, el ‘BB’ (Acosta). Lo mío es ocupar los espacios que dejan mis compañeros”, explica el hombre surgido en Gimnasia y Esgrima de Jujuy, uno de los que hacen uso del sincericidio un modo de vida. No es de buscar excusas.
En este capítulo 10 por estrenarse, se viene Guaraní, allá en Misiones, uno de los clubes todavía algo inestables de la tabla: ganó tres, perdió tres y empató tres. “Es un rival peligroso, pero nosotros, con nuestro buen juego, podemos salir bien parados. Atlético es el único equipo de la B Nacional que intenta jugar al fútbol en todos lados”, lo dice Garnier, el Hombre Nuclear de un Atlético que aspira a romper con todos los pronósticos.
“A mí la bronca por lo del año pasado no me pasó. Hasta que no logre el objetivo no me va a pasar. Mientras tanto, trato de dejar todo en la cancha para devolverle a la gente todo el cariño que me da”, explica.
Así, de cuidar el medio, de transformarse en un zaguero más, ahora con el balón dominado en sus pies se coloca el traje de alfil y comanda a la tropa a romper los portones ajenos. En líneas generales, el jujeño sería una especie de Hombre Nuclear “decano”, el “de los seis millones de dólares”, según el título oficial de la serie estadounidense protagonizada en las década del ‘70 por Lee Majors.
“Ja, no, ¿por qué?”, pregunta sintiendo algo de pudor por la comparación. Garnier corre todo el tiempo, es un fondista. “Si yo no corro no puedo jugar, vamos a ser sinceros”, responde entre risas el único hombre vestido de celeste y blanco de los de mitad de cancha hacia adelante con vocación defensiva, aunque hoy por hoy también disponga de licencia para moverse en otros horizontes.
Garnier sabe tirar centros y sorprender. “Seee, el ‘Vasco’ me da un poco de permiso para atacar”, cuenta quien tiene como asociado a Franco Quiroga en ese dueto de volantes centrales mixtos. “Yo soy un poco más de marca. Lo bueno es que nos adaptamos bien los dos”, felicita al socio de turno “Peca”, el maratonista de Azconzábal junto a Cristian Menéndez.
Son los tipos que más corren durante un partido del “decano”. En promedio y tirando al aire, Ariel Zapata, ayudante de campo, estimó que Garnier corre entre 8 y 10 kilómetros durante los 90’. “Somos dos jugadores que la gente nos quiere por eso. Si en este fútbol no corrés no hacés la diferencia. Tenemos que estar todos 100% físicamente. Esa es la forma de hacer la diferencia”, explica el jujeño, dueño, al parecer, de tres pulmones.
“Otros juegan, yo recupero”, intenta minimizar su despliegue a una tarea normal. De hecho, el desgaste de un marcador en movilidad es mayor al de un atacante. “Hoy está muy friccionado, muy físico el fútbol; muy duro”.
Garnier corría más antes, confía. “Porque jugaba de volante por derecha. Ahora, con la experiencia encima es como que manejo los tiempos, la posición en el campo. Antes corría peor que ahora, ja”, repite sin cesar el hombre del temple de acero que se refleja en cierto modo con una frase de salón del ex Barcelona, el camerunés Samuel Eto’o: “Correré como un negro para mañana vivir como un blanco”. “Sí, la verdad que sí. Yo si no corro no puedo jugar; si no meto y si no recupero, tampoco. Para jugar están los otros, el ‘Pulga’, el ‘BB’ (Acosta). Lo mío es ocupar los espacios que dejan mis compañeros”, explica el hombre surgido en Gimnasia y Esgrima de Jujuy, uno de los que hacen uso del sincericidio un modo de vida. No es de buscar excusas.
En este capítulo 10 por estrenarse, se viene Guaraní, allá en Misiones, uno de los clubes todavía algo inestables de la tabla: ganó tres, perdió tres y empató tres. “Es un rival peligroso, pero nosotros, con nuestro buen juego, podemos salir bien parados. Atlético es el único equipo de la B Nacional que intenta jugar al fútbol en todos lados”, lo dice Garnier, el Hombre Nuclear de un Atlético que aspira a romper con todos los pronósticos.
“A mí la bronca por lo del año pasado no me pasó. Hasta que no logre el objetivo no me va a pasar. Mientras tanto, trato de dejar todo en la cancha para devolverle a la gente todo el cariño que me da”, explica.