14 Abril 2015
TÉLAM
“A nosotros, los europeos, no nos queda casi nada, mientras que en América Latina el cine es otra cosa. En general, me interesa más lo que está pasando aquí con los jóvenes, como Lisandro Alonso en Argentina. Es un cine que se está quitando los pañales y está creciendo mucho actualmente, porque hay más talento, nuevas formas de contar historias y más invención”.
La afirmación pertenece a Geraldine Chaplin, quien participa del Festival Internacional de Cine de Panamá como protagonista de la película “Dólares de arena”, una coproducción entre República Dominicana, Argentina y México dirigida por el matrimonio que componen Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas.
En la ficción, la hija del célebre Charles Chaplin interpreta a una acaudalada turista europea que mantiene un difícil romance con una prostituta mucho más joven que ella, por lo cual surgen inevitables tensiones por asuntos de clase, desigualdad y explotación.
“Creo que una película no puede cambiar el mundo, pero sí puede cambiar la visión que una persona puede tener del mundo”, le dijo a la agencia argentina de noticias Télam. Criticó el cine que se hace en Hollywood, si bien reconoció que aceptaría un papel allí si le pagan bien: “la mayoría son productos dirigidos al común denominador más bajo e insultan al público con temas predigeridos”.
“Está muy bien que el cine latinoamericano tenga cada vez más llegada a los Oscar, pero no puede ser lo único a lo que hay que aspirar. Hay que hacer cine por razones más profundas, porque se siente la necesidad de hacerlo o porque no se puede evitar expresar algo íntimo y personal”, afirmó.
La afirmación pertenece a Geraldine Chaplin, quien participa del Festival Internacional de Cine de Panamá como protagonista de la película “Dólares de arena”, una coproducción entre República Dominicana, Argentina y México dirigida por el matrimonio que componen Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas.
En la ficción, la hija del célebre Charles Chaplin interpreta a una acaudalada turista europea que mantiene un difícil romance con una prostituta mucho más joven que ella, por lo cual surgen inevitables tensiones por asuntos de clase, desigualdad y explotación.
“Creo que una película no puede cambiar el mundo, pero sí puede cambiar la visión que una persona puede tener del mundo”, le dijo a la agencia argentina de noticias Télam. Criticó el cine que se hace en Hollywood, si bien reconoció que aceptaría un papel allí si le pagan bien: “la mayoría son productos dirigidos al común denominador más bajo e insultan al público con temas predigeridos”.
“Está muy bien que el cine latinoamericano tenga cada vez más llegada a los Oscar, pero no puede ser lo único a lo que hay que aspirar. Hay que hacer cine por razones más profundas, porque se siente la necesidad de hacerlo o porque no se puede evitar expresar algo íntimo y personal”, afirmó.