Por Roberto Delgado
24 Agosto 2015
MUCHA GENTE Y LARGA ESPERA. En la escuela Frías fue complicado aguardar en los pasillos angostos. la gaceta / fotos de roberto delgado
Parado junto a una columna en la escuela Uladislao Frías, don Pedro Pascual Barros, de 80 años, esperaba que su hija le llevara el documento para votar. “Lo sacan apurado a uno y se olvida alguna cosa. Es que ella trabaja llevando gente en el auto. Y me vine a votar para apoyar al compadre, que es candidato a concejal”, dijo. Estuvo desde las 8 hasta las 9.30 en un pasillo angosto, en una mesa con votantes y 18 fiscales amontonados. En esa escuela, los 104 acoples para concejal de Concepción ya daban a entender que la jornada sería complicada: en el cuarto oscuro había decenas de papeles para elegir por detrás de los siete candidatos a gobernador. “La verdad es que somos burócratas hasta para votar”, dijo Ramiro Granado, fiscal del PRO.
Pero no era sólo burocracia. El día había comenzado “muy desorganizado” en la Uladislao Frías, describió la gendarme Evangelina Díaz, a causa de que varios presidentes de mesa llegaron tarde. “Fue complicado el armado de las mesas y las autoridades fueron impuntuales”, relató Gladys Villaluenga, fiscal del partido municipal opositor Unión para el Trabajo y la Seguridad.
Además, “la responsable de la escuela (la directora) no habilitó las 26 mesas y eso ha generado que el comienzo sea lento”, explicó Enriqueta Salazar, del partido MIO, oficialista.
Como la gente se demoraba en el cuarto oscuro, había aplausos para que cada votante apurara su trámite, y mucha sensibilidad de fiscales, que denunciaron cada situación extraña. En la mesa 1.659 alguien dijo que una autoridad tenía votos entre las piernas, pero el incidente no pasó a mayores. “Lo que pasa es que está lleno. No esperábamos esta cantidad de gente”, dijo la veedora de la Junta electoral María Sancho Miñano. Y opinó: “se debe a que hay algo importante en juego. En las PASO, en cambio, la gente no sentía esta responsabilidad”.
“La única explicación de esta cantidad de gente es que ahora han pagado todo. En las PASO no se movilizaron”, aseveró el ambulante Miguel Sepúlveda, que vendía praliné y golosinas frente a la escuela. Afuera había cientos de autos contratados pero los conductores, y sus acompañantes, que esperaban frente a la escuela que volvieran los votantes que habían trasladado, dijeron no saber nada. “No sé si pagan, ni de qué acople es el cartel del auto”, dijo una joven, en alusión a un papel con la imagen de un búho pegada en el parabrisas y en la luneta de su propio auto. “A mí me contrató un concejal para buscar y traer gente a votar”, explicó, sin identificarse.
Había tanta gente en la Frías que a las 10 Gendarmería ordenó que los votantes entraran de a 20. Eso causó que se formara una cola de dos cuadras frente a la escuela.
A los saltos
A media mañana, en el interior de las escuelas se denunció falta de boletas de partidos. En la Haimes, las veedoras Rosa Ibáñez y Sonia Elchaed estuvieron a los saltos de una mesa a otra. Una señora con bebé salió del cuarto oscuro en la mesa 1.706 diciendo que no había boletas de su candidato. Entró la veedora Elchaed seguida por un ejército de fiscales partidarios para revisar el cuarto oscuro. “¡Meta che!, ¡Meta! ¡Recién se dan cuenta!”, gritaban dos votantes en medio de la multitud exasperada. “Que la señora vote después”, agregó uno. Pero hubo que esperar 10 minutos hasta que se resolvió y la mujer votó. Lo mismo ocurrió en la mesa 1.717.
“Esto ha sido un desorden. Hace 10 minutos que estamos parados”, reclamó la presidenta de mesa. La veedora Echayde trató de tranquilizarla: “Hemos recibido denuncias y hemos llevado fiscales para que no falten boletas. Cada 45 minutos o cada hora hemos revisado y se hizo reposición de boletas”, explicó. El problema se generalizó hacia mediodía.
En la escuela Frías los fiscales iban de un lado a otro: “a todos los partidos les están sacando votos”, explicó Enriqueta Salazar, en la Frías. “Todo sería fluido si los punteros trabajaran como corresponde. Salir a buscar, hablar, convencer, capturar el voto. La persona ya viene a la escuela con el voto. Nosotros se lo llevamos a la casa, acordamos los horarios y la buscamos y la traemos”, añadió Salazar. ¿Entonces, a qué se deben las tensiones? “Y, a la bronca. Acá se insultaron mucho durante la campaña”, definió.
Mientras fiscales y punteros denunciaban y traían y llevaban gente, los votantes esperaban en las filas interminables. Y en la escuela Frías fueron notorios los casos de discapacitados y de personas ancianas llevadas a votar. Pero no hubo quejas. Al igual que don Pedro Barros, doña Raquel Yamila Díaz, de 79 años, fue a cumplir aunque no tenía obligación. “Voy a votar mientras pueda -dijo-. Acá siempre me ha ido bien”.
Pero no era sólo burocracia. El día había comenzado “muy desorganizado” en la Uladislao Frías, describió la gendarme Evangelina Díaz, a causa de que varios presidentes de mesa llegaron tarde. “Fue complicado el armado de las mesas y las autoridades fueron impuntuales”, relató Gladys Villaluenga, fiscal del partido municipal opositor Unión para el Trabajo y la Seguridad.
Además, “la responsable de la escuela (la directora) no habilitó las 26 mesas y eso ha generado que el comienzo sea lento”, explicó Enriqueta Salazar, del partido MIO, oficialista.
Como la gente se demoraba en el cuarto oscuro, había aplausos para que cada votante apurara su trámite, y mucha sensibilidad de fiscales, que denunciaron cada situación extraña. En la mesa 1.659 alguien dijo que una autoridad tenía votos entre las piernas, pero el incidente no pasó a mayores. “Lo que pasa es que está lleno. No esperábamos esta cantidad de gente”, dijo la veedora de la Junta electoral María Sancho Miñano. Y opinó: “se debe a que hay algo importante en juego. En las PASO, en cambio, la gente no sentía esta responsabilidad”.
“La única explicación de esta cantidad de gente es que ahora han pagado todo. En las PASO no se movilizaron”, aseveró el ambulante Miguel Sepúlveda, que vendía praliné y golosinas frente a la escuela. Afuera había cientos de autos contratados pero los conductores, y sus acompañantes, que esperaban frente a la escuela que volvieran los votantes que habían trasladado, dijeron no saber nada. “No sé si pagan, ni de qué acople es el cartel del auto”, dijo una joven, en alusión a un papel con la imagen de un búho pegada en el parabrisas y en la luneta de su propio auto. “A mí me contrató un concejal para buscar y traer gente a votar”, explicó, sin identificarse.
Había tanta gente en la Frías que a las 10 Gendarmería ordenó que los votantes entraran de a 20. Eso causó que se formara una cola de dos cuadras frente a la escuela.
A los saltos
A media mañana, en el interior de las escuelas se denunció falta de boletas de partidos. En la Haimes, las veedoras Rosa Ibáñez y Sonia Elchaed estuvieron a los saltos de una mesa a otra. Una señora con bebé salió del cuarto oscuro en la mesa 1.706 diciendo que no había boletas de su candidato. Entró la veedora Elchaed seguida por un ejército de fiscales partidarios para revisar el cuarto oscuro. “¡Meta che!, ¡Meta! ¡Recién se dan cuenta!”, gritaban dos votantes en medio de la multitud exasperada. “Que la señora vote después”, agregó uno. Pero hubo que esperar 10 minutos hasta que se resolvió y la mujer votó. Lo mismo ocurrió en la mesa 1.717.
“Esto ha sido un desorden. Hace 10 minutos que estamos parados”, reclamó la presidenta de mesa. La veedora Echayde trató de tranquilizarla: “Hemos recibido denuncias y hemos llevado fiscales para que no falten boletas. Cada 45 minutos o cada hora hemos revisado y se hizo reposición de boletas”, explicó. El problema se generalizó hacia mediodía.
En la escuela Frías los fiscales iban de un lado a otro: “a todos los partidos les están sacando votos”, explicó Enriqueta Salazar, en la Frías. “Todo sería fluido si los punteros trabajaran como corresponde. Salir a buscar, hablar, convencer, capturar el voto. La persona ya viene a la escuela con el voto. Nosotros se lo llevamos a la casa, acordamos los horarios y la buscamos y la traemos”, añadió Salazar. ¿Entonces, a qué se deben las tensiones? “Y, a la bronca. Acá se insultaron mucho durante la campaña”, definió.
Mientras fiscales y punteros denunciaban y traían y llevaban gente, los votantes esperaban en las filas interminables. Y en la escuela Frías fueron notorios los casos de discapacitados y de personas ancianas llevadas a votar. Pero no hubo quejas. Al igual que don Pedro Barros, doña Raquel Yamila Díaz, de 79 años, fue a cumplir aunque no tenía obligación. “Voy a votar mientras pueda -dijo-. Acá siempre me ha ido bien”.