28 Agosto 2015
BUEN ÁNIMO. De izquierda a derecha, Sbuttoni, Molina, Cáceres, Leandro González, “Pulguita” Rodríguez (trepado) y Bruno Bianchi caminan durante el entrenamiento en el complejo Ojo de Agua. la gaceta / foto de antonio ferroni
Tuvieron que pasar 31 partidos en la temporada (incluido el de Lanús por Copa Argentina) para que sucediera lo que sucedió el lunes en cancha de Chacarita: que Atlético arranque un partido perdiendo y lo termine ganando.
En realidad, son nueve los encuentros en lo que va de 2015 en los que el “decano” empezó abajo y recién al décimo, pudo aprender a reaccionar. Un psicoanalista diría que tuvo que lastimarse a sí mismo para lograrlo, luego del gol en contra de Franco Sbuttoni y quizás así fue.
“Gracias a mis compañeros pude recuperar la confianza después del gol y el equipo también pudo hacerlo”, reconoció el defensor que minutos antes de la fatídica jugada había anotado uno en el arco del rival pero fue invalidado erróneamente.
El equipo había hecho los méritos para adelantarse en el marcador y la única manera de empezar perdiendo era con un error propio, como el que cometió Sbuttoni.
Conscientes de que la derrota y la victoria estaban en sus manos, Atlético salió a despegarse de la primera y transformarla en la segunda. “Mostramos personalidad, que es lo importante”, agrega el defensor.
El gol de Luis Rodríguez sobre el final del primer tiempo fue clave para conseguir el cometido. En el segundo, seguir intentando tal como lo venía haciendo dio el resultado que merecía y, por cierto, que necesitaba imperiosamente.
Es decir, no sólo aprendió a reaccionar a la adversidad dentro de los 90 minutos de un partido sino que además le ganó a la presión de pensar que podría haber quedado a nueve puntos del líder Patronato.
Pero la carga por no haber dado vuelta un partido en tres cuartos de temporada no estaba sola: a Atlético sí le supieron dar vuelta partidos increíbles.
En 12 minutos (parte de los 15 finales del partido), Gimnasia de Jujuy revirtió un 0-1 y dejó al “decano” masticando bronca.
Central Córdoba de Santiago remontó un 0-2, también en los últimos 15 minutos de partido en un partido que los jugadores y Juan Manuel Azconzábal no olvidarán jamás, a menos que cumplan con el objetivo de ascender.
Si ellos pueden, ¿por qué nosotros no? Parece haberse preguntado Atlético y finalmente se la contestó positivamente y pudo imitar a los que sí lo hacían.
En realidad, son nueve los encuentros en lo que va de 2015 en los que el “decano” empezó abajo y recién al décimo, pudo aprender a reaccionar. Un psicoanalista diría que tuvo que lastimarse a sí mismo para lograrlo, luego del gol en contra de Franco Sbuttoni y quizás así fue.
“Gracias a mis compañeros pude recuperar la confianza después del gol y el equipo también pudo hacerlo”, reconoció el defensor que minutos antes de la fatídica jugada había anotado uno en el arco del rival pero fue invalidado erróneamente.
El equipo había hecho los méritos para adelantarse en el marcador y la única manera de empezar perdiendo era con un error propio, como el que cometió Sbuttoni.
Conscientes de que la derrota y la victoria estaban en sus manos, Atlético salió a despegarse de la primera y transformarla en la segunda. “Mostramos personalidad, que es lo importante”, agrega el defensor.
El gol de Luis Rodríguez sobre el final del primer tiempo fue clave para conseguir el cometido. En el segundo, seguir intentando tal como lo venía haciendo dio el resultado que merecía y, por cierto, que necesitaba imperiosamente.
Es decir, no sólo aprendió a reaccionar a la adversidad dentro de los 90 minutos de un partido sino que además le ganó a la presión de pensar que podría haber quedado a nueve puntos del líder Patronato.
Pero la carga por no haber dado vuelta un partido en tres cuartos de temporada no estaba sola: a Atlético sí le supieron dar vuelta partidos increíbles.
En 12 minutos (parte de los 15 finales del partido), Gimnasia de Jujuy revirtió un 0-1 y dejó al “decano” masticando bronca.
Central Córdoba de Santiago remontó un 0-2, también en los últimos 15 minutos de partido en un partido que los jugadores y Juan Manuel Azconzábal no olvidarán jamás, a menos que cumplan con el objetivo de ascender.
Si ellos pueden, ¿por qué nosotros no? Parece haberse preguntado Atlético y finalmente se la contestó positivamente y pudo imitar a los que sí lo hacían.
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