El ordenamiento de la Reserva de Horco Molle

La preservación del medio ambiente es una tarea de todos en las sociedades modernas. Sin embargo, es lógico suponer que algunos de sus miembros -ya sean individuos, empresas o instituciones- están en mejores condiciones para brindar un decidido e importante apoyo a los expertos que trabajan en el tema. Tucumán no es la excepción. Cada semana unos 2.000 bikers suben a la Reserva Experimental Horco Molle para disfrutar de la naturaleza. Sin embargo, la erosión que provocan con el uso de las bicicletas lleva entre tres y 10 años revertir según la profundidad de cada cárcava. Es por eso que la misma reserva, junto con un grupo de bikers se unieron para buscar una salida sustentable que permita a los usuarios seguir practicando este deporte sin afectar al medio ambiente.

Después de un año de trabajo en conjunto lograron crear un diseño de circuitos tanto para las bicicletas como para los caminantes. Este ordenamiento merece ser destacado y requiere del apoyo de todos los sectores involucrados para que esta preservación se sostenga en el tiempo. Y, para eso, se requiere sobre todo conciencia y el firme propósito de cumplir las normas. Ahora, por ejemplo, los bikers deben usar las nuevas sendas si quieren seguir disfrutando del paraíso verde que les espera a sólo seis kilómetros de la ciudad. Claro que esta tarea de concientización no es fácil de mantener.

Al ingresar a la Reserva hay un cartel que indica: “a 1.300 metros, ingreso para bikers”. Y una vez que se ha ingresado al sendero, hay cartelería que indica cuáles son los circuitos para bicis. Sin embargo, fuentes de la reserva afirman que ya hubo que reemplazar por lo menos un par de veces la cartelería, que había sido arrancada en actos de vandalismo, y que hasta tuvieron que intervenir guardaparques para que los ciclistas respeten los senderos demarcados. Esta desidia debe ser combatida, no sólo por las autoridades (exigiendo el respeto de las normas vigentes) sino fundamentalmente de los deportistas que hacen uso de la reserva. Porque la preservación del ambiente es una necesidad, una aspiración y una obligación política incuestionable. Es un derecho y un deber. Constituye el primero de los derechos humanos por respetar, porque se trata del derecho a la vida, sin el cual no tienen razón de ser los demás. De allí la importancia de la protección y mejoramiento del ambiente, que significa posibilidad de supervivencia.

Esta preocupación fue señalada en la Cumbre de las Américas, en 1994, donde se lanzó el ALCA. En su declaración de principios se anuncia como objetivo “garantizar el desarrollo sostenible y conservar nuestro medio ambiente para las generaciones futuras” y se propone una “alianza para la prevención de la contaminación”.

Por eso, el ordenamiento de la Reserva de Horco Molle es un logro importante; un punto de partida para una tarea mayor que involucre también a otras zonas de nuestra provincia e incluso algunos parques de nuestra ciudad. En este sentido, la educación para pensar en preservar el medio ambiente juega roles importantes. Por un lado los educadores deben contribuir a sensibilizar a la población respecto del peligro que significa usar áreas de riesgo, y por otra, aprehender en conjunto sistemas y acciones de prevención. Porque es más vulnerable una comunidad que ignora o desafía el entorno en el que vive, que una consiente de los peligros que la acechan.

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