01 Diciembre 2015
OKTOBERFEST. La actividad tuvo gran convocatoria en la peatonal. la gaceta / foto de analia jaramillo
Había gente por todos lados. Había mesones, productos, ofertas, curiosidades. Había también otros mesones largos, con sillas, para sentarse a comer y compartir el almuerzo con desconocidos. Nada demasiado producido ni envuelto en las coloridas promesas del marketing. Y aún así, había gente por todos lados: comprando, comparando, conversando, sorprendiéndose hasta con una botella de aceite de oliva ahumado. Porque no se trataba de encontrar un milagro, sino de volver a vivir el microcentro como ese punto de encuentro comercial, pero también humano.
Todavía está “verde” aquello del Centro Comercial a Cielo Abierto, el objetivo mayor de la remodelación de la peatonal Mendoza. Sin embargo, dos eventos públicos organizados por los comerciantes de Mendoza al 700 tuvieron un éxito inesperado: tanto el Oktoberfest como el Día de la Tradición confirmaron que el público busca y disfruta de los mercados callejeros.
Mientras tanto, están las ferias, esos espacios abiertos y dispuestos al encuentro no sólo comercial sino también social. O estaban. Porque los gobiernos (y los vecinos) comenzaron a cerrar filas frente a una actividad que aún no pueden manejar. La feria de Villa Luján, una de las más grandes de la ciudad, ya es historia. El intento de mudarla a Campo Norte también ha encontrado límites y, por el momento, la única que se mantiene firme es la que se monta los jueves en la cancha de Atlético. También está contra las cuerdas la de El Manantial, que los domingos ocupa 400 metros de la ruta 301.
La pregunta
¿Por qué nos cuesta tanto organizar las ferias, un espacio que, cuando aparece, es apropiado y disfrutado por el público? Walter Berarducci, secretario de Gobierno municipal, ensaya una respuesta: “porque no hemos conseguido trabajar conjuntamente entre el sector público y el privado. Porque siempre ha sido un tema de enfrentamientos”, dice. “Pero estamos trabajando para que tengamos ferias -agrega-. Si la tienen todas las ciudades del mundo no hay motivos para que nosotros no las tengamos. Para eso se necesita un marco normativo. Una feria no debe ser sinónimo de irregularidad”, aclara.
El marco normativo del que habla el brazo ejecutor del intendente Germán Alfaro abarcaría tanto la forma como el contenido de las ferias. Se deben definir reglas de juego claras en la mayor cantidad de aspectos posibles, sostiene. “Hay que definir desde el lugar donde se hacen -destinar un espacio para ese fin-, hasta el tipo de productos que se venden, que deben adecuarse a leyes vigentes: está prohibida, por ejemplo, la faena de animales en la vía pública. También es necesario regular las condiciones impositivas, laborales, etcétera, quizás con categorías especiales, pero hay que regularlo”, dice, aunque sostiene que tampoco sería positivo caer en regulaciones excesivas que harían inviable ese tipo de comercio. Admite, además, que la coyuntura se fue “comiendo” el trabajo en soluciones de fondo.
“Las ferias deben tener un lugar específico. Y, por supuesto, regulación y control”, coincide Raúl Fioretti, presidente de la Cámara de Comercio de la Federación Económica (FET). “Nuestra lucha no es contra los vendedores, sino contra la ocupación del espacio público y también contra el comercio ilegal. Pero de ninguna manera nos oponemos a las ferias, en todos los lugares del mundo se puede disfrutar de ellas, son un gran atractivo, al igual que los mercados”, aclaró. Cuando se le pregunta a Fioretti cuál podría ser ese lugar específico para las ferias, apuntó a la ex estación de trenes El Provincial.
Todavía está “verde” aquello del Centro Comercial a Cielo Abierto, el objetivo mayor de la remodelación de la peatonal Mendoza. Sin embargo, dos eventos públicos organizados por los comerciantes de Mendoza al 700 tuvieron un éxito inesperado: tanto el Oktoberfest como el Día de la Tradición confirmaron que el público busca y disfruta de los mercados callejeros.
Mientras tanto, están las ferias, esos espacios abiertos y dispuestos al encuentro no sólo comercial sino también social. O estaban. Porque los gobiernos (y los vecinos) comenzaron a cerrar filas frente a una actividad que aún no pueden manejar. La feria de Villa Luján, una de las más grandes de la ciudad, ya es historia. El intento de mudarla a Campo Norte también ha encontrado límites y, por el momento, la única que se mantiene firme es la que se monta los jueves en la cancha de Atlético. También está contra las cuerdas la de El Manantial, que los domingos ocupa 400 metros de la ruta 301.
La pregunta
¿Por qué nos cuesta tanto organizar las ferias, un espacio que, cuando aparece, es apropiado y disfrutado por el público? Walter Berarducci, secretario de Gobierno municipal, ensaya una respuesta: “porque no hemos conseguido trabajar conjuntamente entre el sector público y el privado. Porque siempre ha sido un tema de enfrentamientos”, dice. “Pero estamos trabajando para que tengamos ferias -agrega-. Si la tienen todas las ciudades del mundo no hay motivos para que nosotros no las tengamos. Para eso se necesita un marco normativo. Una feria no debe ser sinónimo de irregularidad”, aclara.
El marco normativo del que habla el brazo ejecutor del intendente Germán Alfaro abarcaría tanto la forma como el contenido de las ferias. Se deben definir reglas de juego claras en la mayor cantidad de aspectos posibles, sostiene. “Hay que definir desde el lugar donde se hacen -destinar un espacio para ese fin-, hasta el tipo de productos que se venden, que deben adecuarse a leyes vigentes: está prohibida, por ejemplo, la faena de animales en la vía pública. También es necesario regular las condiciones impositivas, laborales, etcétera, quizás con categorías especiales, pero hay que regularlo”, dice, aunque sostiene que tampoco sería positivo caer en regulaciones excesivas que harían inviable ese tipo de comercio. Admite, además, que la coyuntura se fue “comiendo” el trabajo en soluciones de fondo.
“Las ferias deben tener un lugar específico. Y, por supuesto, regulación y control”, coincide Raúl Fioretti, presidente de la Cámara de Comercio de la Federación Económica (FET). “Nuestra lucha no es contra los vendedores, sino contra la ocupación del espacio público y también contra el comercio ilegal. Pero de ninguna manera nos oponemos a las ferias, en todos los lugares del mundo se puede disfrutar de ellas, son un gran atractivo, al igual que los mercados”, aclaró. Cuando se le pregunta a Fioretti cuál podría ser ese lugar específico para las ferias, apuntó a la ex estación de trenes El Provincial.
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