05 Diciembre 2015
OTRA VEZ. Es el tercer asalto que sufren en el local de Las Heras y Rondeau. la gaceta / foto de antonio ferroni
Los robos que sufrieron fueron tres, pero los intentos de asalto son permanentes en una panadería ubicada en la esquina de Las Heras y Rondeau. Las empleadas de ese local volvieron a ser blanco de los delincuentes el miércoles a la noche, cuando un ladrón arrancó la caja registradora y se la llevó.
El robo se produjo alrededor de las 21.20. En ese momento, una de las empleadas estaba en la cocina y la otra, Verónica Alejandra Acosta, había quedado en el salón. La joven estaba atendiendo a dos clientas, una de ellas con un bebé en los brazos y un niño de ocho años, cuando paró una moto afuera. El muchacho que viajaba como acompañante se bajó y entró a la panadería.
“¡Dame la plata ya!”, le ordenó a la empleada, que inmediatamente trabó la caja. “Metía la mano abajo de la remera y hacía como que iba a sacar un arma, pero no tenía nada”, contó Acosta. El ladrón se metió detrás del mostrador y, de un solo tirón, arrancó la caja registradora. Después intentó arrebatarle la cartera a la mujer que llevaba el bebé, pero el niño que la acompañaba comenzó a llorar. “Me parece que los gritos del nene lo asustaron y por eso se fue”, comentó la empleada. Dentro de la caja había alrededor de $ 1.700.
“Es el tercer robo que sufrimos en un año y medio, la última vez fue el 19 de abril, pero intentos de asalto hay todo el tiempo”, dijo Acosta.
El robo se produjo alrededor de las 21.20. En ese momento, una de las empleadas estaba en la cocina y la otra, Verónica Alejandra Acosta, había quedado en el salón. La joven estaba atendiendo a dos clientas, una de ellas con un bebé en los brazos y un niño de ocho años, cuando paró una moto afuera. El muchacho que viajaba como acompañante se bajó y entró a la panadería.
“¡Dame la plata ya!”, le ordenó a la empleada, que inmediatamente trabó la caja. “Metía la mano abajo de la remera y hacía como que iba a sacar un arma, pero no tenía nada”, contó Acosta. El ladrón se metió detrás del mostrador y, de un solo tirón, arrancó la caja registradora. Después intentó arrebatarle la cartera a la mujer que llevaba el bebé, pero el niño que la acompañaba comenzó a llorar. “Me parece que los gritos del nene lo asustaron y por eso se fue”, comentó la empleada. Dentro de la caja había alrededor de $ 1.700.
“Es el tercer robo que sufrimos en un año y medio, la última vez fue el 19 de abril, pero intentos de asalto hay todo el tiempo”, dijo Acosta.
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