Presagiaban un gran año para el cultivo de garbanzo en Tucumán, pero el clima les arruinó la cosecha

Vizgarra estimó que el 30% de la producción presenta un grado de calidad entre bueno y regular, mientras que el resto (70%) es malo.

-UNA APUESTA. La variedad TUC 464 tiene buena calidad comercial y aporta otras perspectivas en un año atípico. -UNA APUESTA. La variedad TUC 464 tiene buena calidad comercial y aporta otras perspectivas en un año atípico.
19 Diciembre 2015
Las óptimas condiciones climáticas y los buenos precios que experimentó el cultivo de garbanzo al inicio de la campaña 2015, ilusionaron a los productores de esa leguminosa, quienes preveían para este año una producción de 35.000 tn aproximadamente.

“Se puede estimar esa cifra ya que la campaña se inició con excelentes expectativas, con rendimientos en algunos campos de más de 2.000 kg/ha. Pero la realidad es que Tucumán produjo entre 6.000 tn a 8.000 tn comerciales, de las cuales el 30% es de buena a regular calidad; y el resto es de mala calidad, de grano brotado, lavado y blanqueado”, afirmó Oscar Nicéforo Vizgarra, Coordinador del Proyecto Legumbres Secas, de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).

Vizgarra destacó que la campaña se inició con buenas perspectivas para el cultivo debido a las precipitaciones ocurridas entre abril y mayo, que determinaron que el arranque de la temporada haya sido con un buen contenido de agua en el perfil del suelo.

“Las siembras en Tucumán empezaron en abril y se extendieron hasta fines de mayo. El cultivo, en sus primeros estadíos, se benefició por la buena humedad, lo que produjo una emergencia uniforme de las plántulas y, posteriormente, un óptimo desarrollo del cultivo. Esto se reflejó en un cierre rápido del entresurco, aún en siembras tardías (fines de mayo) distanciadas a 0,52 metro”, explicó Vizgarra.

Asimismo, señaló que al momento de la floración y fructificación -agosto y septiembre-, continuaron las condiciones óptimas para el garbanzo (lluvias). De esta forma, las plantas no se vieron afectadas por estrés hídrico ni por heladas importantes. Todo este panorama presagiaba un muy buen fin de campaña. Sin embargo, próximo al fin del ciclo del cultivo, la sucesión de días con precipitaciones, nublados y frescos favorecieron la aparición de enfermedades perjudicando el producto final.

Respecto a la superficie cultivada, el investigador indicó que se sembraron alrededor de 15.000 hectáreas en Tucumán, un incremento del 72% respecto de la campaña precedente cuando se sembraron unas 6.000 ha. El departamento con mayor aumento en hectáreas fue Burruyacu, seguido por La Cocha y Cruz Alta.

“La buena disponibilidad de humedad en los perfiles del suelo, al inicio del período de siembra de los cultivos, contribuyó a la ampliación de la superficie cultivada con trigo y garbanzo en Tucumán”, agregó Vizgarra. A nivel país se sembraron unas 80.000 ha.

Salida a la crisis

Los productores de garbanzo buscan otras alternativas para superar la crisis que arrasó con los cultivos en la etapa de la cosecha y redujo sus expectativas comerciales. “Se están ideando algunas soluciones lucrativas. Hay quienes, en vez de colocarlo como grano exportable (porque tienen muy poco), analizan la posibilidad de venderlo para producir harina o alimento de ganado. Otros productores están solicitando garbanzo para harina o también exportando a la industria de ‘garbanesas’ (milanesa de garbanzo) que, en este caso, a diferencia de la milanesa de soja, tiene dos ventajas: una es el sabor, ya que es mejor, y otra es el tiempo de cocción, que si se pasa de determinado tiempo no se endurece. El resto lo están clasificando para obtener semilla para el año próximo”, detalló Vizgarra.

En lo que respecta a enfermedades que afectan al cultivo, el profesional mencionó la incidencia de Fusarium sp, Sclerotinia sclerotiorum y Botrytissp. “Esta última nos sorprendió: es una enfermedad que no es común en el cultivo y fue detectada por el laboratorio de Fitopatología de la Experimental por primera vez en Tucumán, y se presentó al final del ciclo coincidiendo con los períodos de mayor humedad”, subrayó el experto.

Dos nuevas variedades

Desde el año 2002, la Eeaoc, a través del Proyecto Legumbres Secas, trabaja en la introducción y selección de germoplasma, procurando identificar genotipos de garbanzo que se adapten a la región del Noroeste Argentino (NOA), y que presenten buena calidad comercial como lo son las nuevas variedades lanzadas: TUC 403, de ciclo corto, y TUC 464, de ciclo largo.

“Buscamos brindar al productor un material con un óptimo comportamiento en cuanto al rinde productivo, calidad comercial y aptitud sanitaria, y es lo que alcanzamos con las nuevas variedades, que fueron inscriptas en 2014 en el Instituto Nacional de Semillas (Inase) y esperamos que el próximo año puedan ser entregada a los productores”, puntualizó Vizgarra.

El aporte de nuevas variedades para nuestra región es importante, ya que actualmente las difundidas -Chañarito S-156 y Norteño- llevan varios años en el mercado y, según los expertos, “cuando se siembra siempre lo mismo es probable que se pierda parte de la pureza varietal, especialmente en aquellos casos en los que el productor maneja su propia semilla”.

Vizgarra subrayó que el nuevo material genético será comercializado por Lealsem, en el marco del convenio de vinculación tecnológica que mantiene con la Eeaoc en soja, trigo, poroto, garbanzo y maíz.

Manejo agronómico

Una de las líneas de investigación que la Eeaoc desarrolla en el cultivo de garbanzo está centrada en el manejo agronómico; se está trabajando en ensayos de fechas de siembra y distanciamientos.

La ingeniera Clara Espeche, del Proyecto Legumbres Secas, señaló que el ensayo referido a fecha de siembra lleva 5 años de evaluación. “Nuestro objetivo fue definir una fecha óptima de siembra para el cultivo en Tucumán, y comprobamos que la mejor fecha es desde fines de abril hasta mediados de mayo, ya que en junio, al momento de la siembra, el clima no acompaña por la falta de humedad”, precisó Espeche. Y con respecto a los ensayos de distanciamientos, una variante que comenzaron a estudiar desde este año, los resultados continúan en observación.

“Son muchos los factores que intervienen; hay que tener en cuenta que este año fue atípico, ya que las condiciones climáticas no se comportaron de manera normal, para la época del año, en esta zona. Es por eso que estos ensayos necesitan 3 o 4 años para sacar buenas conclusiones”, resaltó la ingeniera.

En ese aspecto puntualizó que, en años anteriores, las siembras de abril y comienzo de mayo son las que lograban un buen cierre del entresurco a 0,52 m, por las condiciones de mayor humedad que posibilitaban que la planta tome mejor estructura y el cultivo logre un buen cierre, mejorando, asimismo, la competencia frente a las malezas. Caso contrario, se observaba en siembras de mediados de mayo en adelante, principalmente en la zona este de la provincia. “Este año las cosas cambiaron por las lluvias: cerraron muy bien tanto a 0,52 m como a 0,26 m, en todas las fechas de siembra (del ensayo). Además, en abril, las plantas formaron tanta estructura que, al finalizar el ciclo y por las precipitaciones, se produjo el vuelco de las mismas perjudicando la calidad del grano”, especificó.

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