Miles de tucumanos bajo el agua

El cielo parece haberse desgarrado en el verano último y escupido un océano de agua sobre los pueblos del interior tucumano. Las lluvias no dieron respiro y el registro pluviométrico superó entre enero y marzo el promedio anual de 800 mm. Miles de pobladores acusaron la arremetida de las aguas que desbordaron de los ríos y arrasaron con lo que se les cruzó en el camino.

Más de 5.000 personas sufrieron pérdidas de muebles, calzados, ropas y electrodomésticos. Muchas otras quedaron sin techo o denunciaron daños en sus casas. Y son incontables los que perdieron animales y cultivos. “Fue como una maldición que se lanzó contra los que menos tenemos”, se quejó Josefa Ortiz, de Medinas. Y así fue: el 90% de los damnificados fueron familias modestas. Gente que acusó con severidad en su economía las pérdidas. Los pueblos más castigados fueron El Molino, Río Chico, Escaba, Alberdi, Graneros, Medinas, Monteagudo, La Madrid y Sud de Lazarte. En la provincia, 12 puentes viales se desplomaron, cientos de kilómetros de caminos fueron socavados y varias comunidades, como Sud de Lazarte, Escaba de Abajo y de Arriba, quedaron incomunicadas. “Es duro vivir acorralados por el agua y sin poder salir a aprovisionarnos de alimentos y otras necesidades. El que se enferma padece crueldades y si se muere no puede ser ni sepultado”, relató Roberto Albornoz, de Sud de Lazarte.

El fenómeno climático de este año, de una magnitud de con pocos precedentes, desnudó el olvido en que estuvieron sumergidas las obras hídricas. Es la denuncia que lanzaron los perjudicados. El Gastona desbordó en El Molino (Alpachiri), no solo por el volumen enorme de agua que arrastró, sino también porque desde hace décadas no registraba tareas de mantenimiento y mejoras en su cauce. Lo mismo sucedió con el río Chico (que está a punto de hacer desaparecer a Sud de Lazarte), el Medinas y Marapa. Ahora la demanda de obras desborda. Y las respuestas se hacen más difíciles. “Nos queda rezar que no llueva mucho”, repiten los vecinos.

Las correntadas se llevaron una docena de puentes. La mayoría no recibía mantenimiento desde hacía años. El que atravesaba el río Jaya que permitía acceder al parque nacional de Los Alisos, se habilitó hace dos años. Los lugareños habían advertido durante su construcción que iba a caerse.

El Gastona tronaba a lo lejos cada vez peor. Era casi a la medianoche del domingo 8 de marzo y la lluvia torrencial no paraba. Mis chicos lloraban de asustados y yo rezaba sin parar. Pensé que nada bueno podía traer tanta agua. Y el presagio pronto se hizo realidad. El río desmadró y se vino hacia nosotros. Parecía que se acercaban miles de leones rugiendo. Entonces la gente tomó a sus hijos y algunas cosas y corrió despavorida a refugiarse en terrenos altos. Fue una noche de terror. De milagro nos salvamos.

CÓMO LO VIVÍ

MARÍA CISNERO - VECINA DE EL MOLINO (ALPACHIRI)

El Gastona tronaba a lo lejos cada vez peor. Era casi a la medianoche del domingo 8 de marzo y la lluvia torrencial no paraba. Mis chicos lloraban de asustados y yo rezaba sin parar. Pensé que nada bueno podía traer tanta agua. Y el presagio pronto se hizo realidad. El río desmadró y se vino hacia nosotros. Parecía que se acercaban miles de leones rugiendo. Entonces la gente tomó a sus hijos y algunas cosas y corrió despavorida a refugiarse en terrenos altos. Fue una noche de terror. De milagro nos salvamos.

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