Tras un asalto, UTA amenaza con no entrar al barrio Smata

El gremio pedirá que un policía los acompañe en algunos barrios; los vecinos encontraron una hipótesis para explicar por qué es “peligrosa” la zona. Allí quisieron robarle a un chofer con un cuchillo; tras un forcejeo, se bajaron sin nada.

CHOFERES CON MIEDO. Pese a la medida que prometió González, los colectivos hicieron el recorrido ayer. “De noche no entran”, dijeron los vecinos. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio CHOFERES CON MIEDO. Pese a la medida que prometió González, los colectivos hicieron el recorrido ayer. “De noche no entran”, dijeron los vecinos. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio
05 Agosto 2016
El punto en que termina el asfalto y comienzan las calles de tierra en el barrio Smata marcan una frontera para los vecinos. Según cuentan, cuando el que camina por allí deja atrás el asfalto -camino al sur-, y empieza a patear piedras, se está metiendo en un terreno “peligroso”. Se trata de la misma zona en la que asaltaron al chofer de colectivos Héctor Gil de 27 años, ayer a la madrugada.

Fuentes policiales contaron que alrededor de las 5.30 el conductor de un micro de la empresa El Galgo frenó porque dos jóvenes que estaban en una parada extendieron el brazo, la seña que hacen todos los pasajeros. Sin embargo, ellos no querían viajar, sino asaltar. Apenas subieron, uno de ellos sacó un cuchillo tipo sierrita y amenazó a Gil para que le diera su celular y dinero. El chofer forcejeó con él y evitó que le robaran. Frustrados e insultando, los dos asaltantes se bajaron. El conductor no sufrió heridas, pero su caso movilizó al gremio de la Unión Tranviarios Automotor (UTA).

Medidas de fuerza

Desde UTA comenzó a charlarse la posibilidad de no entrar al barrio Smata “a raíz del asalto que sufrió el compañero”, según las palabras de César González, el secretario general del gremio, quien tuvo una charla ayer con el cuerpo de delegados de las empresas que entran a la zona. “Es para salvaguardar la integridad física de los compañeros y de los pasajeros. Lamentablemente se perjudica a la gente de allí, pero es algo tenemos que hacer. Necesitamos un poco más de protección con este tema. La semana pasada quisieron asaltar a un chofer de la línea 107 en El Colmenar”, explicó a la prensa. Otras fuentes de UTA explicaron que en el gremio hay molestia porque estos temas “ya habían sido planteados y teníamos la promesa de una consigna policial”.

Como medida de seguridad, en los últimos meses se implementó en los colectivos los sistemas de tarjeta magnética -con esto se evita que el chofer maneje dinero-, botón antipánico y GPS. Sin embargo, por los dos casos que nombró González, UTA pedirá a las autoridades de Seguridad que un policía acompañe a los choferes en los barrios que consideran “peligrosos”. En cuanto al botón antipánico, el secretario general señaló que existen algunos problemas que esperan que se terminen de solucionar hoy, según les habría dicho el secretario de Seguridad Ciudadana Paul Hofer. “Faltan unos ensambles. Calculamos que entre hoy y mañana van a estar funcionando. Son 960 unidades las que tienen el sistema y tienen que compatibilizarlos. Hoy hablé con el secretario de Seguridad y esperamos que mañana (por hoy) estén andando con toda la seguridad”, explicó.

Una pistola en el cuello

“Hace dos meses estaba sentada afuera, en la vereda, con una vecina. Yo estaba con mi hijo de cinco años y ella con un bebé. Había más chicos, que son del barrio. En un momento pasó una moto por la calle con dos muchachos. Pararon en la esquina y ahí parece que uno de ellos se bajó. No se pudo ver bien por los yuyos. En pocos segundos lo tuve al lado mío. Sacó una pistola y me la puso en el cuello. Mi hijo, al lado mío, estaba viendo todo. Le entregué el celular y se fue”, contó con amargura una vecina del Smata, Fernanda Albornoz.

Ella recuerda muy bien la cara del delincuente que le sacó su celular. Y no necesariamente porque tenga buena memoria. “Me lo suelo cruzar en el colectivo”, lamentó.

La hipótesis

Daniel Rodolfo vive hace 12 años en la zona. En su opinión, la zona era muy tranquila hasta hace unos “tres o cuatro años”. Su teoría es que todo se desmadró “cuando empezaron a hacer casas en Manantial Sur y trajeron a la gente del Triangulito, El Sifón, La Bombilla. Se puso terrorífica la zona. A mí me asaltaron dos veces. A las 19.30 nadie sale de su casa. Los pibes que pasan te quieren vender cosas robadas. Los recolectores entran temprano y rapidito para que no les saquen el celular. A la noche, el colectivo no entra, te baja en la esquina”, denunció.

Su hipótesis es compartida por su vecino Roberto Rivero. “No anden con esa cámara por acá”, aconsejó a LA GACETA, antes de dar su opinión. “Yo vi dos asaltos. La zona se puso muy fea. Hace un mes se me acercó una chica a pedirme 20 pesos para irse hasta el Manantial Sur a comprar pasta base”, graficó.

Lo único risueño en el lugar es un pequeño guardián que cuida la cuadra. “Hay un perrito que, cuando ve pasar a los asaltantes, les ladra con todas sus fuerzas. No los ataca, pero hace que se vayan. Cuando uno lo escucha sabe lo que pasa afuera y se queda prevenido”, contó Rivero con una media sonrisa.

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