Un tucumano fue clave para comprobar el milagro de la beata Mama Antula

Cayetano Sobrecasas, una eminencia de la medicina, efectuó el diagnóstico de 1904.

LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL (ENVIADO ESPECIAL) LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL (ENVIADO ESPECIAL)

(De nuestra enviada especial Magena Valentié).- A Mama Antula nada le fue fácil. Si en vida debió sortear grandes inconvenientes por su condición de mujer y de laica, luego de su muerte, poder comprobar el milagro en el que ella había intercedido no fue menos dificultoso. Habían pasado más de 100 años desde el inicio de la causa de beatificación por el Episcopado Argentino, en 1906, pero resultaba sumamente difícil poder probar una cura inexplicable con los métodos de diagnostico de aquella época (1904). La postuladora de la causa, Silvia Correale, dijo a LA GACETA que fue gracias al reconocido prestigio de los médicos que atendieron a la hermana Rosa Vanina, de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires a principios del siglo pasado, que pudo declararse que era un milagro. Uno de los médicos, el doctor Cayetano Sobrecasas, era tucumano.

La doctora Correale, abogada especializada en Derecho Canónico, explicó que los médicos Juan Manuel Saubidet y Cayetano Sobrecasas eran eminencias en aquella época, sobre todo el tucumano. “A falta de métodos de diagnóstico confiables de aquella época, tuvimos que estudiar el currículum de los profesionales. Descubrimos que Sobrecasas era un conocido médico que había sido designado por el gobierno de Tucumán para viajar a Europa para informarse sobre las últimas medidas sanitarias para los neonatos, porque en ese tiempo la Provincia sufría un alta mortalidad de infantil”, cuenta la experta de doble nacionalidad, argentina e italiana.

“Tal fue su éxito que de su trabajo surgió una ley para proveer de leche a los niños y un plan de higiene para enseñar a las madres a preparar las mamadera y amamantar a sus hijos. En pocos años hubo una baja de la mortalidad infantil”, señala Correale. “Este dato lo encontré en una tesis de doctorado de la universidad de Ohio, Estados Unidos. En Roma nos decían que si nosotros demostrábamos que eran dos médicos de alto nivel científico entonces el testimonio iba a tener mucho más valor”, afirma, luego de la larga ceremonia de beatificación.

Correale señaló que el doctor Sobrecasas también había estado haciendo estudios para el gobierno nacional sobre los primeros casos de tumores de lo que se sabía muy poco en aquellos años. “El gobierno lo mandó a Europa a especializarse en oncología. Cuando regresó, hizo un informe que fue traducido al inglés y al francés, y además se creó un centro de estudios oncológico”. Sobrecasas también fue un prestigioso médico cirujano del hospital Alvear de Buenos Aires, según la abogada.

Correale y la hermana Zulema Zayas, superiora general de la congregación del Divino Salvador, debieron estudiar historia de la medicina para conseguir los datos necesarios para investigar si se trataba de un milagro. Junto a ellas trabajaron cuatro médicos peritos del policlínico Gemelli de Roma. Uno de ellos, el doctor Roberto Cauda, estuvo presente en la beatificación de la Mama Antula.

Correale fue postuladora en las causas de los argentinos cura Juan Gabriel Brochero, madre Camila Rolón y madre Catalina de María Rodriguez, fundadora de la congregación de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús. También de las causas de monseñor José Américo Orzali y del empresario Enrique Shaw, de Argentina, además de muchas otras de todo el mundo. “Es un servicio a la Iglesia que presto con mucho cariño y empeño”, dice esta rosarina egresada de la Universidad Católica.

“Un milagro histórico”


“Por el tiempo que transcurrió, hubo que acudir al curriculum de los médicos para comprobar que este hecho del que hablamos es un milagro histórico. En aquel tiempo hubo razones históricas que hicieron que se retrase esta causa, a pesar de que fue la primera que presentó el Episcopado Argentino. Medio en broma, medio en serio, podríamos decir que tuvo que venir un papa argentino y jesuita, y llegar al año del Bicentenario, para que podamos llegar a este momento”, dice monseñor Santiago Oliviera, obispo de Cruz del Eje y vicepostulador de la causa de beatificación de Mama Antula. También fue coactor en la causa del Cura Brochero.

Para monseñor Oliviera las casualidades no existen: “parece que los tucumanos han orado mucho porque en Tucumán han ocurrido los milagros de la madre Rolón y de madre Catalina de María Rodríguez, fundadora de la congregación de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús. Esta ha sido la primera comunidad de fuera de Córdoba que llevó el cura Brochero a lo que hoy es Villa Cura Brochero. En todos los casos se difunden los ejercicios espirituales. Hay una conexión entre estas tres personas con grandes virtudes, cura Brochero, Mama Antula y madre Catalina. Quizás lo que Jesús nos está pidiendo es que volvamos al encuentro con Jesús para transformar nuestra patria”, reflexiona.

Una mujer venerable

La obra de la beata.- Mama Antula nació en 1730 en la ciudad de Santiago del Estero y es considerada la primera mujer en pelear por los derechos humanos de los más pobres, difundió los ejercicios espirituales ignacianos en todo el país tras la expulsión de los jesuitas y fundó la congregación de las Hijas del Divino Salvador. Asimismo, fundó la Santa Casa de Ejercicios, que todavía funciona en Independencia y Salta, en el barrio porteño de Constitución, y fue la primera en introducir la devoción de San Cayetano en Buenos Aires.

La imagen de “El Manuelito”.- Al terminar el ritual de beatificación de la Mama Antula, se acercó al altar una imagen del Niño Jesús Pasionario, que Mama Antula llamaba “El Manuelito” y llevaba en sus peregrinaciones y a los ejercicios espirituales.

“Una misionera”.- El cardenal Angelo Amato (enviado papal) definió a Mama Antula como “una incansable misionera en la formación de los laicos y de los sacerdotes. Entraba en las cárceles para convertir y santificar esas almas extraviadas”.

Reivindicación de la mujer.- Monseñor Vicente Bokalic, obispo de Santiago del Estero, reivindicó el papel de la mujer en la sociedad, donde muchas veces es “reducida a la esclavitud”. A la vez, reclamó con urgencia una “presencia femenina más capilar en la Iglesia”. “Mama Antula, como la llamaron los pueblos originarios, es la madre que invita y acerca con bondad a no quedarnos, a salir como salió ella y a estar cerca de pobres, desalentados, de los que no tienen esperanza o fueron olvidados por nuestra sociedad”, subrayó.

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