Mama Antula: todo empezó con una visión

Había caído en el olvido a pesar de sus ilustres descendientes, muchos relacionados con las historia de nuestro país.

FANNY LEDESMA. La docente que trabajó por la causa de Mama Antula. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL FANNY LEDESMA. La docente que trabajó por la causa de Mama Antula. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
29 Agosto 2016
Hace hace poco más de cinco años, a la hoy beata María Antonia de San José no la conocían ni los propios santiagueños. Aunque famosa en tu tiempo (siglo XVIII) había caído en el olvido a pesar de sus ilustres descendientes, muchos relacionados con la historia de nuestro país. Sólo los jesuitas la recordaban con agradecimiento por haber mantenido viva la llama de la espiritualidad ignaciana en momentos en que ellos, expulsados, eran palabra prohibida. Jorge Bergoglio la admiraba. Y como jesuita, luego como cardenal y finalmente como papa, trabajó para darle a María Antonia visibilidad en la Iglesia y subirla a los altares.

Entre los laicos fue Fanny Elisabet Ledesma, una docente nacida y criada hasta los cinco años en Silípica, donde muchos creen que nació Mama Antula, la que trabajó incansablemente para difundir la figura de la beata. Pero no fue en Silípica donde conoció la historia, sino en la capital santiagueña adonde se mudó con su familia para que sus siete hermanos pudieran estudiar. LA GACETA la visitó en su casa del barrio Libertad. Ella lo cuenta así: “Yo dormía con mi hija Marcela, al lado de su cuna, y como toda madre me despertaba a cada rato para ver si dormía. Abrí los ojos, como en sueños y ví a una mujer vestida con hábito negro que se agachaba hacia la cuna y le dejaba algo sobre la pancita de mi hija. Desconcertada, le consulto a la madrina de mi hija, Zuni Filas, qué podía ser aquella visión, y me contesta: no hay duda que es la Mama Antula ¡Yo nunca la había oído nombrar!”.

Como buena docente y locutora, Fanny empieza a investigar. “Lo primero que hice fue volver a Silípica (queda a unos 35 kilómetros de la capital de Santiago). Busqué a la rezadora del pueblo, doña Mariquita Coronel, que por entonces pasabalos 80 años, y le muestro una estampita de Mama Antula. ¿La conoce? , le pregunté. ´Vela … aquí la habías teníado a la Mama Antula´, me dijo con tanta familiaridad”. Para difundir su vida Fanny y su hija Marcela hicieron un documental donde actúa la propia Marcela encarnando a María Antonia. Ese corto ganó un premio del INCA.

Fanny no sólo recogió la tradición oral de las abuelas de villa Silípica, sino que además hizo construir un templete en el pueblo, en honor a Mama Antula. ¿Pero dónde lo iban a construir? Ahora es Marcela la que cuenta esta parte de la historia. “Siempre desde chica había escuchado decir en Villa Silípica que se aparecía una luz a determinada hora en un lugar donde había tres lomadas. Uno miraba con la cámara de foto y veía clarito como si hubiera una monja, con el hábito negro y la parte central blanca, tal como se la conoce a la Mama Antula. Entonces decidimos construir en ese mismo lugar el templete”.

Fanny y su hija cuentan que cuando empezaron a excavar se encontraron con un montón de elementos que habrían sido de la época jesuítica: tejas musleras, usos de cerámica, muñequitos, vasijas y platos de cerámica pintada. Todos esos elementos las mujeres desplegaron sobre una mesa a la vista de LA GACETA. “Queremos hacer un museo con todo esto. Ahora vamos a presentar un proyecto para la creación de un santuario – museo en honor a Mama Antula”, dicen felices. Fanny está sentada al lado de un cuadro y una imagen de yeso que ella misma hizo hacer con un artista porque no había ninguna representación de la beata.

Presencia tucumana

Tucumán tuvo una fuerte presencia en la fiesta de beatificación de María Antonia de San José. Además de las imágenes locales estaba también la dela Virgen de La Merced, que fuellevada por el grupo del Fortín Gaucho en peregrinación (foto). Además en el altar se encontraba el cardenal Luis Villalba, junto a los obispos Añatura, Melitón Chávez, y de Catamarca, Luis Urbanc, ambos tucumanos. También estuvieron el rector del Seminario Mayor, padre Marcelo Lorca, el párroco de la Catedral, Marcelo Barrionuevo y muchos otros más.

Las cifras

Durante la misa de beatificación se repartieron 70.000 hostias en un predio repleto de gente, que tenía capacidad para 80.000 personas. En el escenario había 40 obispos y abajo 500 sacerdotes y 500 jóvenes servidores. Cientos de monjas de todas las congregaciones estaban presentes y miles de fieles.

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